Texto del 14/05/08
Fotografía cedida por Joan Ferrer
Joan Ferrer Muñoz ha desarrollado una dilatada trayectoria al frente del departamento jurídico de la empresa farmacéutica Boehringer. Alterna el ejercicio profesional con la docencia académica como respuesta a su inquietud por el Derecho relacionado con la industria, la enseñanza y las nuevas tecnologías. Defiende con pasión el impulso de la investigación y la modernización científico-técnica del país como elementos clave de cohesión y de progreso.
Entre la industria y la universidad
Me licencié en Derecho por la Universidad de Barcelona en 1965. Un año después, empecé a trabajar en la empresa químico-farmacéutica internacional Boehringer Ingelheim España, donde he ejercido las funciones de secretario del Consejo de Administración y de director de los departamentos Jurídico, de Relaciones Públicas y de Comunicación interna. Tuve la oportunidad de ampliar mi formación en diversos centros españoles y europeos mediante cursos relacionados con el comercio exterior, las patentes químicas, las sociedades mercantiles, la contratación internacional, la Comunidad Europea y el Derecho de la sociedad de la información. Desde el año 2000 he ido complementando mi trayectoria con mi labor como profesor en la Escuela Superior de Relaciones Públicas de la Universidad de Barcelona, para las asignaturas de Informática Aplicada a la Comunicación y Sistemas de Organización Política y Administrativa. Asimismo, participo en los proyectos de investigación del Citi-Lab de Cornellà.
Boehringer, una farmacéutica multinacional
Boehringer es uno de los diez laboratorios más importantes del mundo. Desarrolla una destacada labor en el campo de la investigación y dedica cerca del 10% de sus ingresos a sus equipos de I+D para la búsqueda de nuevas soluciones a las enfermedades que afectan la humanidad. Últimamente, ha conseguido notables éxitos en el tratamiento del SIDA y de las patologías coronarias y pulmonares.
Práctica y vocación generalista
Mis conocimientos jurídicos son generales, como lo son los de un médico de cabecera en relación a la medicina. Durante los 33 años de trabajo al frente del departamento jurídico de Boehringer, he abarcado prácticamente todas las vertientes del Derecho, lidiando con problemas de todo tipo: administrativos, urbanísticos, medioambientales, penales, fiscales, laborales o civiles, sin olvidar la importante parte mercantil relacionada con la vida de las sociedades.
El Derecho farmacéutico: una especialidad capital en investigación
Para encontrar un producto farmacéutico, un paliativo o una solución a una enfermedad se requieren grandes inversiones laborales y económicas. Es un camino plagado de fracasos, puesto que sólo una de cada 10.000 moléculas investigadas llega a convertirse en un medicamento. Para lograr la concesión de la patente de un producto hay que explicar cómo se elabora y, una vez patentado, resulta relativamente fácil que otra empresa copie el hallazgo y se ahorre todos los recursos que se han invertido en conseguirlo. Mi entrada en Boehringer coincidió con un importante pleito sobre la violación de la patente de un producto que se prolongó durante muchos años. El hecho de intervenir en conflictos sobre patentes me impulsó a estudiar y a formarme en un campo que me ha llenado de grandes satisfacciones.
¿Que inventen ellos?
Aquella máxima de Unamuno –“que inventen ellos”–, pronunciada por el filósofo cuando le preguntaron cómo debería potenciarse la contribución española al progreso científico, creo que aún no se ha eliminado en su totalidad. Aunque todo el mundo hable de la defensa de la investigación, es un concepto que todavía no ha calado en la conciencia colectiva. También es cierto que hay investigadores encomiables (muchos de los cuales desarrollan su labor en el extranjero) que utilizan su creatividad para conseguir grandes avances que beneficien a la humanidad, pero a veces importa más el éxito efímero de una publicación que el trabajo discreto, constante y eficaz que permite conseguir el progreso y la salvación de vidas.
Falta sinergia entre la universidad y la empresa
En general, no se observa una clara actitud de colaboración de la universidad en los trabajos de investigación de la empresa, ni tampoco de participación de la empresa en los esfuerzos que se hacen en la universidad. Falta crear una relación estrecha entre estos dos grandes motores de la investigación y de la innovación. El Gobierno de España, mediante los ministerios correspondientes, juega un papel decisivo en la consecución de este fin.
Admiración por el período de la transición española
Durante la Transición, se llevó a cabo una labor minuciosa y se creó y se afianzó un tejido político que posibilitó la prosperidad del país y que dio su primer paso con la redacción y posterior aprobación de la Constitución de 1978. Con la suficiente perspectiva histórica, hoy todos los españoles deberíamos sentir una gran admiración por aquellas personas que en momentos tan difíciles fueron capaces de ponerse de acuerdo en temas que podían haber resultado mucho más espinosos tras 40 años de dictadura. No obstante, si bien es cierto que en muchos aspectos se ha evolucionado desde entonces, aún queda un largo camino por recorrer, sobre todo por lo que respecta al perfeccionamiento y a la modernización tecnológica de la Administración de Justicia.
Desterrar la Ley Sálica
Treinta años después de la promulgación de la Constitución, ya existen algunos puntos que deberían modificarse. Una de las reformas ineludibles es la que atañe al artículo 57, que recoge la prevalencia del varón sobre la mujer en el derecho de sucesión a la Corona. Semejante discriminación va en contra de los principios de igualdad establecidos en la propia Carta Magna. También el Consejo Consultivo del Estado español recomienda cambiar esta ley, y no hay que olvidar que España, además, ha firmado diversos tratados internacionales a favor de la igualdad entre sexos.
Un estado federal con distinto nombre
Durante la elaboración de la Constitución se vivieron momentos muy difíciles y se ideó la fórmula de consenso de “Estado de las Autonomías”. La Carta Magna establecía cómo desarrollar dicho sistema, dado que treinta años atrás no existía un estado autonómico, ni un estado federal, sino un estado centralizado. Paulatinamente, la realidad se ha dirigido hacia un Estado federal, y sería bueno que se reconociese este hecho. El término de Estado federado no debería asustarnos, puesto que la reorganización territorial del Estado español no es sinónimo de desmembración. En el fondo, es una cuestión de denominación: lo que unos llaman Estado federado aquí lo llamamos Estado de las Autonomías.
La Carta Magna y la inmigración
Desde la década de los 90, la inmigración representa un fenómeno de gran repercusión en la demografía y la economía de nuestro país. Este hecho debería contemplarse dentro de nuestro Estado de Derecho. Se trata de una inmigración en aumento que supone un bien para nuestro país en muchos sentidos. De alguna manera, la Constitución debería recoger la forma de afrontar esta nueva situación.
Respeto por el papel moderador del Rey y futura realidad republicana
Cuando se habla de modificar la Constitución en temas obvios se percibe un cierto temor a aprovechar el debate para cuestionar la continuidad dinástica, pero ello llegará inevitablemente. Soy republicano y no entiendo que deba existir una especial preferencia por el sistema monárquico. En cambio, comprendo la adhesión que despierta la figura de Su Majestad; de alguna manera, también soy juancarlista, pues considero que la actuación del Rey es correcta y merece todos mis respetos. Si bien es necesario definir mejor el papel de la Monarquía en la cotidianeidad, su función como representante del país en política internacional es muy notoria y admirable. Una de las características más encomiables de la monarquía parlamentaria que tenemos es su discreción. Esta cualidad lleva implícito el don de la oportunidad, como pudimos comprobar en los momentos tensos del 23-F. La actuación de la Corona desde la Transición ha sido y es ejemplar. Sin embargo, imagino que llegará un día en que nuestro actual sistema político dará paso a otro más acorde con los tiempos modernos, cuyo Jefe de Estado será el Presidente de la República. Se dice que la madurez democrática de los españoles se demostraría si España pudiera tener un Jefe de Estado y un Presidente de Gobierno de partidos de distinto signo ideológico. Creo que la cohabitación con un Jefe de Estado que tuviese personalidad política y al mismo tiempo poder sería complicada en nuestro país, no sólo por nuestra idiosincrasia, sino porque lo ha sido ya en Francia, una nación con más tradición democrática que la nuestra.
Uno de los países más ricos del mundo
Globalmente, la democracia ha permitido el progreso de España. Desde el punto de vista económico, hemos llegado a ser un país desarrollado, con un PIB que nos sitúa entre las 10 naciones más ricas del mundo. Gozamos por ello de un estado del bienestar aceptable, del cual tenemos que felicitarnos, pero que nunca estará completo del todo, pues hay que continuar trabajando y educando para alcanzar cotas más elevadas de riqueza, progreso y equidad.
Valoración positiva de la tarea de los políticos
Estoy convencido de que la mayoría de los políticos trabajan por el bien común de los españoles, pero ésta no es la opinión más extendida entre los ciudadanos. Me parece injusto no reconocer la compleja y delicada tarea que llevan a cabo nuestros cargos electos. Hay que tener en cuenta que muchos de ellos renuncian a puestos mejor remunerados en empresas privadas para dedicarse al ámbito público.