JOSEP MARIA GALILEA PUIG
Barcelona
23 de diciembre de 1951
Grup Galilea
Empresario barcelonés, disfruta divulgando su trabajo en radios y televisiones. Sus credenciales son una plantilla de casi doscientas personas y ciento veinte mil clientes. Le han concedido todos los premios y menciones posibles. Aunque ya ha hecho todo lo que podía hacer, siempre ve algo nuevo que le estimula, y no encuentra el momento de retirarse. Entre otras cosas, porque sus corredurías no dejan de crecer.
Barcelonés con orígenes en Seva
Mi mayor influencia y gran referente siempre fue mi padre
Éramos cinco hermanos
De catedráticos tuve, por ejemplo, a Solé Tura y Jiménez de Parga
Al mando de quinientos hombres con veinte años
Oriento mi vida profesional hacia el sector de los seguros
Un seguro es un contrato
Hoy funcionamos como asesores
Más vale prevenir que pagar
Nada mejor que la venta cara a cara
El desbarajuste de los seguros obligatorios
Cobertura urbi et orbi
Un organismo que quieren imitar en otros países
Diferencia entre robo, hurto y expoliación
Los fenómenos naturales siempre son complejos
Bancos que venden alarmas, coches, televisores y seguros
Situados en primera línea mundial
Pagamos lo que corresponde
Intermediarios de ciento veinte mil clientes con setenta y tres compañías aseguradoras
No quiero jubilarme: aún me lo paso bien y me gusta mi trabajo
Barcelonés con orígenes en Seva
Aunque nací en Barcelona, vivo en Barcelona y he trabajado siempre en Barcelona, soy de los Puig de Seva, en la Plana de Vic, donde aún conservo una masía que era de mi abuela y donde pasé casi todos los veranos de mi infancia. Además, allí nació una hermana y tengo enterrados a un hermano y a una hermana. Seva es parte de mi vida. Con todo, nací en la calle Pàdua número 90, en el segundo segunda, de Barcelona. Soy de las últimas generaciones que todavía nacimos en casa. Después nos trasladamos a la calle Balmes, y estudié en La Salle Bonanova, de donde aún conservo amistades con las que nos vemos regularmente; alumnos que hoy rondamos los setenta años.
Mi mayor influencia y gran referente siempre fue mi padre
Mi infancia fue feliz y normal, sin recuerdos especialmente destacados. Sí recuerdo que a los once años me torcí un pie de tan mala manera que hasta los dieciocho no me lo pudieron operar. Pasé toda la adolescencia con ese contratiempo. No cojeaba ni nada que me acomplejara; simplemente, no podía jugar a fútbol ni a ningún otro deporte. Mi mayor influencia y gran referente siempre fue mi padre, Vicenç Galilea, casado con mi madre, Teresa Puig. Un gran momento iniciático fue aquel verano que, con solo dieciséis años, ya no fui a Seva y me quedé en Barcelona trabajando con mi padre. Me sentía mayor y continuador de su profesión, a pesar de ser el benjamín de la familia. Era un hombre estricto, pero nunca me puso la mano encima. Solo con su mirada podía hacerme llorar.
Éramos cinco hermanos
Aquella mirada, la severidad de mi padre, tuvo efectos diferentes en cada hijo. Mi hermana mayor, Maria Teresa, entró en un convento y colgó los hábitos y acabó en una organización especial. Finalmente, conseguimos la dispensa de los votos, aunque fue de película. Maria Teresa ya murió. Tras ella, el segundo hermano por edad era Vicenç Maria, que también ha fallecido. Le tenía un respeto cerval. Seguidamente, venía Maria Immaculada, que también murió, y Maria Eugènia, que con sus sesenta y cinco años es ahora la mayor de la familia. Siempre tuvimos una vida normal, sin discusiones. El último en llegar fui yo, que discutía con todos. Hace también mucho tiempo que mis padres se fueron. Siempre me he lamentado de haberlos perdido a una edad tan temprana, pues a los cuarenta ya no disfrutaba ni de padre ni de madre.
De catedráticos tuve, por ejemplo, a Solé Tura y Jiménez de Parga
Siempre he tenido una sana curiosidad por el conocimiento. Cuando terminé el Bachillerato y el Preu (el curso preuniversitario que se hacía entonces), me interesé por la carrera de Derecho. Pensé que era la carrera que me daría una visión más global del mundo empresarial y político, porque, al fin y al cabo, son las normas de convivencia de las sociedades, y además, en especial, para seguir la actividad aseguradora de mi padre. En Derecho se plasma el comportamiento humano, que verdaderamente es el conocimiento que siempre he buscado: comprendernos. Quien entiende el comportamiento humano tiene ventaja sobre quien no, y sobre la vida. Además, y a instancias de mi padre, aprendí algo sobre grafología y morfología humana, unos campos hoy denostados, pero que sigo considerando útiles. Empecé Derecho en 1968 y me licencié en 1973, a los veintiún años, una época en la que viví de lleno la efervescencia política del tardofranquismo. De catedráticos tuve, por ejemplo, a Solé Tura y Jiménez de Parga. La politización era tal, y habíamos perdido tantas horas de clase en asambleas y movilizaciones, y en los futbolines del Cine Novedades, que mi promoción estaba maldita. Se llegaron a publicar anuncios que ofrecían trabajo a licenciados de Derecho que no fueran de las promociones de 1971, 1972 y 1973. Vitalmente, reconozco que era apasionante. Nos juntábamos hippies, existencialistas, maoístas, anarquistas, comunistas… Convivíamos mucho en los pasillos y en el bar; de hecho, decíamos era el único bar de Barcelona con facultad. Algunos días aparecían los grises, y entonces aquello era pura vida, corriendo Diagonal abajo o avenida de Pedralbes arriba. Cuando lo comparo con el ambiente en las facultades de hoy, más bien me dan pena. Dos años después murió Franco, y casi todo lo que habíamos estudiado, como el Fuero de los Españoles o el Fuero del Trabajo, etc., etc., se derogó.
Al mando de quinientos hombres con veinte años
Mientras tanto hice las milicias, con dieciocho años. Con veinte, ya era alférez al mando de un batallón de quinientos hombres, circunstancia que me dio la oportunidad de aplicar los conocimientos adquiridos sobre la naturaleza humana, desde una posición de poder. Allí hice amigos y aprendí muchas cosas de la vida: a mandar y las relaciones entre personas de distintas características.
Oriento mi vida profesional hacia el sector de los seguros
Por aquel entonces, ante tantos aspirantes a abogado fui consciente de que dedicarme a ser uno de ellos no sería negocio. Desde el principio de la carrera estaba convencido de que continuaría la actividad de mi padre en el sector de los seguros. Además, la licenciatura de Derecho me habilitaba para trabajar expresamente en ello. Mi padre era agente de una compañía y se dedicaba exclusivamente a seguros de vida. No entendía muy bien tanta especialización y, con su apoyo, me convertí en corredor para trabajar con todos los tipos de seguros y con todas las entidades. Además, el mundo de los seguros también acusó la barrera histórica del año 1975, la muerte de Franco, y cambió drásticamente, de manera que los que entrábamos nuevos, siempre que fuésemos activos y open-minded, jugábamos con ventaja respecto a los veteranos. A los treinta y pocos años ya era presidente de los corredores de seguros de Catalunya.
Un seguro es un contrato
Para un corredor de seguros, haber estudiado Derecho es muy importante, porque el producto sobre el que asesoramos es un contrato, un conjunto de estipulaciones y cláusulas. Vendemos derechos y obligaciones. Un seguro de coche, por ejemplo, no es más que un trato entre alguien que paga una prima y una aseguradora que se compromete a afrontar las eventualidades o los percances que se hayan pactado sobre el uso de ese coche. Vendemos meramente promesas. Quedan ya pocos mediadores de seguros que sean vendedores natos, que igual venden un seguro como una nevera a un esquimal, como se suele decir, porque no somos un producto más a la venta. El haber estudiado Derecho permite ir perfilando e innovando el producto.
Hoy funcionamos como asesores
Parte de nuestro trabajo ha consistido en hacer pedagogía sobre la necesidad de asegurarse. A veces, más que pedagogía incluso sentía que hacíamos apostolado. Los propietarios de talleres y fábricas solían pensar que las fatalidades y los percances les pasaban a los demás, y que un ángel de la guarda velaba por ellos. La aparición del concepto «responsabilidad civil» ha ayudado mucho a concienciarse. No solo existe el hecho de que se produzca un accidente en las instalaciones propias. Es importante que un fabricante esté cubierto de las eventualidades que pueda provocar su producto cuando el consumidor hace uso del mismo. Afortunadamente, la concienciación ha dado sus frutos. Hoy, casi todas las fábricas tienen seguro de incendio, etc., y casi todos los profesionales disponen de un seguro de responsabilidad civil. Con todo el mundo cubierto, los corredores de seguros hemos dejado de ser vendedores y nos hemos convertido en asesores. Es decir, en primera línea de fuego del sector, orientamos al cliente por el capital que deben asegurarse o sobre qué deben cubrir, y qué no es necesario cubrir.
Más vale prevenir que pagar
El sector de los seguros ha evolucionado muchísimo. Antes se nos solicitaban indemnizaciones. Si pasaba algo, dábamos dinero. Esto ya es historia. Ahora damos servicio, mandamos un fontanero, un cristalero, un mecánico, abogado especialista… Hemos pasado de indemnizar a dar servicio y, ahora, en una nueva vuelta de tuerca, nos solicitan prevención. Existe un aforismo que dice que una persona inteligente resuelve un problema, pero un sabio lo evita. Pues bien, hoy, a los aseguradores se nos exige que seamos sabios, que evitemos y anticipemos los riesgos, y por eso también nos hemos convertido en consultores de prevención y proveedores de servicio.
Nada mejor que la venta cara a cara
A pesar de los esfuerzos de las empresas de high-tech y de la banca, en el sector de los seguros sigue prevaleciendo el trato personal, pisar el terreno. El director de una oficina bancaria no dará la cara el día que se produzca un siniestro, porque tiene otras muchas cosas entre manos y el seguro que vende solo es un producto más. En el último año, la venta de seguros online solo ha representado el 1,25 % de cuota de mercado. Un fracaso absoluto. El cliente quiere ver la cara de quien le arreglará un siniestro. Una web no puede sustituir el factor humano. Por muy sintética y ágil que sea, no puede evitar ser fría e impersonal. Entre las pólizas de seguro más vendidas por internet, están las de salud. ¿Por qué? Porque en internet no se declaran las preexistencias, las enfermedades anteriores a la contratación. La letra pequeña, si está, no se ve. Esta mala praxis ya está empezando a pasar factura. El cliente que busca pólizas de seguro en internet siempre busca el factor precio, va a lo más barato. Por eso, algunas compañías del sector ya no aceptan pólizas contratadas en la red.
El desbarajuste de los seguros obligatorios
En España, si no recuerdo mal, existen quinientos veintitrés seguros obligatorios, una cifra que ha ido en aumento, ya que las comunidades autónomas tienen también potestad legislativa en la materia. Pongamos el ejemplo de los perros peligrosos, donde es obligatorio tenerlos asegurados. Pues bien, cada comunidad autónoma tiene un listado diferente de las razas consideradas peligrosas, como si en Catalunya una raza no mordiera y en Galicia sí, por poner un ejemplo. Totalmente absurdo. Otro sector en el que existe mucha disparidad en cuanto a responsabilidad civil es el de espectáculos, también es un despropósito general. Para poder excavar minas y canteras, se pide una caución con cobertura indefinida. ¿Pero cómo puede ser indefinida una caución para compañías que tienen balances limitados? En cuestión de seguros obligatorios, este país es un desbarajuste. Y aún diría más: si interpretamos al pie de la letra algunas normas que regulan los seguros obligatorios, técnicamente no se podría asegurar. Lo han redactado los legisladores que desconocen la realidad.
Cobertura urbi et orbi
El 14 de octubre de 2021 entró en vigor la Ley de Riesgos Medioambientales. Eso significa que ciertas empresas tendrán un nuevo seguro obligatorio. No se trata de responsabilidad civil medioambiental, sino de riesgo medioambiental. Es decir, si alguien tiene una fábrica, no solo responde con lo que pasa en la fábrica, sino en su entorno inmediato y de forma gradual. Esta cobertura está amparada en última instancia en un organismo modélico, que es el Consorcio de Compensación.
Un organismo que quieren imitar en otros países
Haciendo un poco de historia, el Consorcio de Compensación es una Institución nacida tras la Guerra Civil. Su finalidad era indemnizar a todos los fallecidos del conflicto bélico que tenían seguros de vida que excluían el riesgo de guerra. Con el tiempo, evolucionó su razón de ser y pasó a cubrir inundaciones y otros riesgos naturales, así como riesgos políticosociales (daños por manifestaciones, algaradas, terrorismo, etc.), y ha perdurado hasta hoy. También cubre los daños provocados por el 15 % de vehículos privados que se estima que circulan sin seguro obligatorio. Es un tipo de organismo único en el mundo y muchos países quieren imitarlo. En el 11-S, cuando todas las compañías aéreas del mundo se quedaron sin cobertura por terrorismo, ante el temor de tener que asumir indemnizaciones multimillonarias, las únicas compañías del mundo que conservaron esta cobertura fueron las españolas, gracias al Consorcio. Las reservas del Consorcio están más que saneadas. Se rumorea que es el principal tenedor de deuda pública española.
Diferencia entre robo, hurto y expoliación
Tengo en nómina a más de ciento noventa personas, en cuarenta oficinas repartidas por toda España, aunque nuestro mercado es el mundo. Conforme a una normativa europea, formamos a nuestro personal de una manera obligatoria y permanente. Trabajan totalmente sobre seguro, porque previamente nuestros departamentos técnicos han analizado exhaustivamente todos los productos. Acotamos mucho el camino. En el 90% de los casos, los clientes firman los seguros sin tener que explicarles los detalles, porque inspiramos confianza. Sin embargo, siempre es bueno entrar en detalles, pormenorizar clausula por clausula, porque un seguro, por completo que sea, suele despertar más expectativas de las que suele ofrecer. Intentamos explicar los mínimos básicos: por ejemplo, la diferencia entre robo, hurto y expoliación. Hurto es cuando te dejas la puerta de casa abierta y se llevan algo. Es decir, la apropiación de lo ajeno aprovechando un descuido. Robo es la violencia sobre cosas; y expoliación es la violencia sobre personas. Unos tienen cobertura y otros, no.
Los fenómenos naturales siempre son complejos
Los seguros en el ámbito de la jardinería son complicadísimos. Si en un jardín el viento tumba un pino y este provoca daños a terceros, por poner un ejemplo, existen dos niveles de responsabilidad: si se debe a un viento extraordinario, el propietario del pino no es responsable, considerándose como un hecho fortuito. Pero si el viento no ha sido extraordinario, y el único pino que se ha caído en todo el vecindario es ese, no se estima hecho fortuito y el propietario deberá pagar por los daños provocados. En nuestro sector, los fenómenos naturales y sus consecuencias siempre son complejos. Por ejemplo, no existe ningún tipo de previsión para afrontar el aumento del nivel del mar debido al cambio climático, lo cual perjudicaría infinidad de propiedades situadas en las cotas más bajas. No existe preocupación ninguna ni indicios de que las compañías ya no quieran asegurar las propiedades susceptibles de verse afectadas. En España puede entenderse, ya que los siniestros por inundación están cubiertos por el Consorcio de Compensación. Pero no tengo noticias de que en países sin este tipo de organismo estén actuando al respecto.
Bancos que venden alarmas, coches, televisores y seguros
La irrupción de la banca en las ventas en general está siendo implacable. Algunos a través de sus acuerdos, son los principales colocadores de ciertas alarmas en España. También se ha convertido en el principal vendedor de coches de marcas concretas, e incluso alguna entidad vende televisores. En seguros, el tema que nos ocupa, no se quedan cortos. Si alguien les solicita un crédito para abrir una tienda, debe contratar una alarma y un seguro. Con una operación, matan tres pájaros de un tiro. Si el cliente se niega a todo el pack, evidentemente le presionan con las condiciones del crédito. Estas prácticas tan abusivas se están persiguiendo y, de hecho, ya existe una normativa europea que las controla, aunque aquí costará aplicarla porque los bancos son un grupo de presión considerable. Entiendo que el modelo de negocio de la banca basado en prestar dinero a cambio de unos intereses es un modelo agotado. Pero intentar que subsista a base de productos no bancarios, como hacen ahora, creo que no es un modelo realmente alternativo.
Situados en primera línea mundial
Reestructurar la banca nos ha costado miles de millones a todos los españoles. Dinero que difícilmente será devuelto. En cambio, el sector de los seguros, sin costarle un duro al ciudadano, se ha reestructurado, pasando de setecientas veintitrés compañías hasta no hace mucho a las ciento cincuenta actuales. Somos un sector de primer nivel, situados en primera línea mundial. Por ejemplo, España es el primer país que tiene un registro de todos los seguros de fallecimiento de todas las personas. De esta manera, cuando alguien fallece, los allegados del difunto pueden solicitar la información de los seguros con cobertura de muerte y en la compañía que los tenía contratados, y así ningún seguro de vida quedará pendiente de pago.
Pagamos lo que corresponde
En España, el año pasado se produjeron veintidós millones de siniestros. Para hacernos una idea: cada veinte segundos se produce un escape de agua con su correspondiente parte. Pues bien, estos veintidós millones de siniestros solo generaron cuatro mil quejas presentadas en la Dirección General de Seguros, el organismo encargado de responder por el sector. Cuatro mil es una cifra insignificante. Por lo tanto, el sambenito que han colgado a las compañías de seguros de que se resisten a pagar, o que pagan por debajo de lo que corresponde, es totalmente infundado. No llegan ni a dos casos por cada diez mil los que se quejan. Creo que pocos sectores muestran un nivel de incidencia tan bajo.
Intermediarios de ciento veinte mil clientes con setenta y tres compañías aseguradoras
Asesoramos ciento veinte mil clientes. Si necesita cobertura, nosotros le indicamos qué es lo que debe asegurar y cómo lo debe asegurar. Cuando lo consensuamos, buscamos la compañía que mejor se adapta a las necesidades del cliente. Actualmente, trabajamos con setenta y tres compañías en todos los países del mundo. Por ejemplo, si aseguramos la responsabilidad civil de un fabricante de productos alimenticios que vende a Estados Unidos, buscaremos una compañía con oficinas allí, ya que así, el día que tengamos una demanda, contaremos con abogados in situ. Cada caso es un mundo, y debemos hacer seguros a medida.
No quiero jubilarme: aún me lo paso bien y me gusta mi trabajo
No he tenido hijos, así que en principio la empresa no tendrá continuidad familiar cuando yo falte. Me comprometí en pareja a los cincuenta años y creí que ya era demasiado tarde para construir una familia. Mi esposa, Silvia, es el faro que guía mi vida, y tiene un hijo. Nuestra historia de amor es curiosa: salimos varias veces cuando teníamos treinta años, pero la cosa no cuajó y cada uno se fue por su lado. Años después, cuando yo tenía cincuenta años y ella había enviudado, nos reencontramos. Es profesora de cocina, así que en casa como «como un rey». Pol, su hijo, tiene veintisiete años y trabaja en una empresa de catering. La continuidad de la correduría es mi asignatura pendiente. En esta línea, mis planes van por encontrar una correduría que me compre la compañía a plazos. La otra opción es jubilarme, pero no me apetece, porque aún me lo paso bien y me gusta mi trabajo. Además, seguimos creciendo. Durante la pandemia crecimos un 2% y, este año, estimamos llegar al 10%. Cada vez hay más cosas por asegurar: patinetes, mascotas, medioambiente, etc., siempre evolucionamos. Estamos en un momento apasionante. En estas circunstancias, ¿quién quiere retirarse? Dentro de mis planes está encontrar una correduría multinacional que mantenga a todos los socios operativos y puedan salir cuando quieran. Creo que mi padre estaría orgulloso de ver hasta dónde he llegado. En homenaje a él, he querido dedicarle un espacio en nuestra web: el Museo Virtual del Seguro Vicente Galilea Serrano. Además de mi padre, fue el fundador, y este año celebraremos los ochenta años de la fundación del Grupo.