1r Tomo (empresarios). Biografias relevantes de nuestros empresarios

Juan i José Mº Casals – Ribes & Casals

JUAN CASALS PAGÈS

Barcelona

14 de enero de 1946

JOSÉ MARÍA CASALS PAGÈS

Barcelona

3 de abril de 1944

Gerentes de Ribes & Casals

 

Sobre el respeto y la confianza mutua edificaron los fundadores esta empresa comercial, que mantiene en su tercera generación los mismos mimbres, con un muy definido reparto de los cometidos por parte de sus gerentes. En la capacidad de adaptación a las transformaciones del sector textil reside otra gran clave de la longevidad de la firma, que ha combinado el negocio mayorista con el detallista. De hecho, su exquisita vocación de servicio llegó a convertir su local en, posiblemente, el más concurrido de Barcelona.

 

Nuestra madre envolvió nuestro hogar de un sano y cálido ambiente musical

Entre Palamós y Queralbs pasábamos unas vacaciones estivales muy felices

Dos hombres, dos orígenes y un destino

Durante la ausencia de nuestro padre, Juan Ribes compraba por duplicado

Me atraía la actividad comercial, ya fuera de tejidos o de cualquiera otro sector

Probablemente, las tiendas más frecuentadas de Barcelona fueron las nuestras

Todo empresario tiene que ser humanista

La «moda pronta» transformó el sector de la confección

Nos convertimos en la principal tienda de tejidos en la capital española

Decidimos abrir un almacén en Montigalà destinado al comercio al por mayor

La tercera generación ha digitalizado la compañía

Nos estamos expandiendo desde el año 2007

La gran mayoría de nuestro personal tiene algún familiar en la compañía

Llegar a los ochenta y siete años para celebrar el centenario de la empresa

Nuestra madre envolvió nuestro hogar de un sano y cálido ambiente musical


La nuestra fue una infancia entrañable, en unas calles de Barcelona que adquirían vitalidad, pero que todavía conservaban un carácter tranquilo y amable. Si tengo que rescatar una primera imagen en mi memoria me veo un Domingo de Ramos junto a mi hermano mayor, José María, y al menor, Carlos, andando por el pasaje Josep Llovera, cerca de la calle Aribau, en la que residíamos. Los tres, con nuestras respectivas palmas camino de la iglesia y con idéntico e impoluto vestuario, tal y como había procurado nuestra madre, Maria Lluïsa, quien se volcó toda su vida en nuestro cuidado. Hubiera podido tener una carrera artística brillante, pues gozaba de una preciosa voz como soprano. Había protagonizado actuaciones amateurs, en las que se revelaba como una auténtica estrella. El amor por la música, siempre presente en casa, nos lo inculcó ella invitándonos a acompañarla con nuestros instrumentos durante su interpretación de canciones tradicionales. José María tocaba el piano, mientras Carlos exhibía su habilidad con el clarinete y yo me defendía con la trompeta, que tocaba en la banda de La Salle Bonanova, donde estudiamos. También formé parte de una orquestina, en la que me hacía cargo de la batería.

 

Entre Palamós y Queralbs pasábamos unas vacaciones estivales muy felices
De niños, pasábamos las vacaciones mayoritariamente con nuestra madre, toda vez que nuestro padre, Juan Casals Alabau, invertía extensos horarios en el trabajo: de nueve de la mañana a nueve de la noche de lunes a sábado. Ni tan siquiera en verano podíamos disfrutar de su compañía, ya que a lo sumo se permitía cinco días de vacaciones aprovechando el puente de la Asunción de María. La época estival la repartíamos entre la playa y la montaña. Con nuestra madre invertíamos julio y agosto en Palamós, junto a los abuelos maternos, disfrutando de una playa de La Fosca donde apenas había una docena de viviendas. Tras aquellos dos meses deliciosos al lado del mar nos trasladábamos en septiembre a Queralbs, el pueblo de nuestro padre. Los compromisos laborales de nuestro padre impedían contemplar cualquier viaje u otra opción veraniega. Ello no impedía, empero, que nuestras vacaciones resultaran de lo más felices.

 

Dos hombres, dos orígenes y un destino
La infancia de nuestro progenitor resultó bastante más dura, y ya desde un principio, pues quedó huérfano de padre a los ocho años. Esa circunstancia le empujó a trabajar cuando solo era un adolescente. Con doce años, su estreno en el mundo laboral no resultó satisfactorio, dado que la carnicería de unos amigos de Ribes de Freser se reveló como un destino poco agradable que le aconsejó buscar de inmediato una alternativa. Mejor suerte halló en los almacenes Serra de Ripoll, propiedad de unos parientes, donde invirtió casi un decenio, hasta que se trasladó a Barcelona. En la capital catalana encontró empleo en Can Baltà, en la calle dels Banys Nous, donde más adelante desembarcaría Juan Ribes Daura, procedente de la reusense Can Navàs, y que se convertiría en el socio de su vida. Con la experiencia adquirida por ambos, convinieron en aliarse y establecerse por su cuenta. Y en 1933 nacía Ribes & Casals, uno de los establecimientos más emblemáticos del textil en Barcelona.

 

Durante la ausencia de nuestro padre, Juan Ribes compraba por duplicado
Junto a Juan Ribes, nuestro padre abrió el punto de venta en el número 25 de la calle Sant Pere Més Alt. Tres años después, estallaba la Guerra Civil y nuestro progenitor, con la ayuda de algunos familiares que trabajaban como pastores y conocían perfectamente la montaña, cruzó los Pirineos y se trasladó a San Sebastián, pues iban a llamar a su reemplazo para ir al frente. Posteriormente, se trasladó a la localidad riojana de Haro, donde se dedicó a la fabricación de chaquetas de piel. Mientras, el señor Ribes logró mantener la tienda abierta, aunque fuera a medio gas, dado el contexto bélico. El negocio que arrojaba la actividad le permitía invertir en bienes, que siempre compraba por duplicado, con el deseo de que ambos socios pudieran repartirse el beneficio de manera equitativa. Aquel gesto, que nuestro padre descubrió con satisfacción a su regreso, constituye el mejor ejemplo del respeto mutuo que se profesaban y que, a lo largo de toda su vida, se dispensaron. Aunque observaban la fórmula de «usted» en el trato, la relación recíproca era exquisita, propia de una profunda amistad. Y sobre esa base se edificó el éxito de Ribes & Casals.

 

Me atraía la actividad comercial, ya fuera de tejidos o de cualquiera otro sector
En nuestra infancia habíamos llegado a acompañar a nuestro padre a la tienda los domingos, y mientras él revisaba algunos asuntos aprovechando que estaba cerrada, nosotros jugábamos en el local montándonos en las carretillas o convirtiendo los metros de medir las telas en improvisadas espadas. Así como mis hermanos José María y Carlos acudieron a la universidad, para estudiar Ingeniería y Arquitectura respectivamente, yo preferí iniciarme en el comercio a los dieciséis años. Creo que con mi padre había una conexión especial, y él debió ver en mí una inclinación hacia el negocio. Debo admitir que, ya en la adolescencia, la actividad comercial me atraía. La trayectoria la he trazado en el sector de los tejidos, pero creo que en cualquier ámbito me hubiera desenvuelto de manera satisfactoria siempre y cuando el cometido hubiera sido comprar y vender. Pese a todo, me inicié como aprendiz en una tienda similar a la nuestra, en Marimon, junto al Cine Coliseum, donde permanecí hasta que me presenté para realizar el servicio militar de manera voluntaria, con el propósito de poder elegir destino y, de este modo, tener la opción de prestar apoyo al negocio familiar. Tras el mes y medio de campamento en Mas Enric, empleaba las mañanas en la caja de reclutas de la calle Comerç y por la tarde, acudía a Ribes & Casals, tomándome con mucha pasión, aquel cometido. Siempre he sido muy meticuloso, perfeccionista y constante. Me integré en la empresa como un dependiente más, atendiendo a las clientas que venían a nuestra tienda donde podían adquirir las telas para confeccionar sus propios modelos. Cada una era atendida de manera personalizada, dedicándole el tiempo que fuera menester a mostrarle los tejidos que deseaba, a cortárselos en función del destino que tenía previsto darles y a prestarle el máximo y más cuidado asesoramiento sobre el género. Más tarde, en la última etapa del Sr. Ribes, le solía acompañar a Sabadell y Terrassa para formalizar las compras con los proveedores. Inicialmente nuestro padre, permanecía más en la tienda y el Sr. Ribes salía a comprar los tejidos.

 

Probablemente, las tiendas más frecuentadas de Barcelona fueron las nuestras
Ribes & Casals vendía tejidos a metros para que las particulares pudieran realizar sus prendas en casa, en una época en la que no se conocían las tiendas de moda. Entre los años cuarenta y setenta, ante la ausencia de la confección, en Barcelona proliferaban los puntos de venta similares al nuestro; tal vez había medio centenar. Pero Ribes & Casals se convirtió en el establecimiento de referencia, hasta tal punto que a un taxista no era necesario mencionarle nuestra ubicación: bastaba con nombrarnos para que te trajera sin dudar hasta la puerta. Aun a riesgo de ser atrevidos, podríamos asegurar que las nuestras han sido las tiendas más frecuentadas de Barcelona en aquellas décadas de los cincuenta, sesenta y setenta. Y en la actualidad, cerca de tres mil personas visitan a diario nuestros puntos de venta.

 

Todo empresario tiene que ser humanista
Carlos declinó incorporarse al negocio familiar, mientras que José María se sumó más tarde a Ribes & Casals, una vez concluidos los estudios de Ingeniería Industrial, con veintitrés años. Él controla los aspectos administrativos y financieros. Ambos mantenemos un nivel idéntico de responsabilidad. También el señor Ribes y nuestro padre se habían repartido los roles y, mientras el primero solía tratar con los fabricantes y realizaba las compras, el segundo permanecía en la tienda vendiendo. La distribución de cometidos en los inicios era tal que, si nuestro progenitor abría el local, el encargado de cerrarlo era su socio y viceversa. Creo que nuestro padre también logró inculcarme un alto sentido de la responsabilidad, hasta tal punto que no puedo evitar cierta preocupación cuando sé que la tienda está abierta y no estoy en ella. Y permanentemente pienso que los más difícil de nuestro negocio es el estar presente pues no te permite disfrutar de mucho tiempo libre. El empresario está obligado a la reflexión constante y siempre he defendido la tesis que es muy importante tener conocimiento de humanidades. Hay muchas profesiones en las que se reclaman habilidades técnicas y en las que se percibe una remuneración por una labor bien ejecutada. Existen buenos arquitectos, buenos ingenieros, buenos contables, . . . Son profesionales necesarios en una organización, pero creo que por encima de esas competencias, y con el máximo respeto hacia esos perfiles, se encuentra el cometido del empresario.

 

La «moda pronta» transformó el sector de la confección
Hasta entonces la confección se realizaba principalmente de manera doméstica, a partir de los tejidos que las clientas adquirían en puntos de venta como el nuestro. Apenas había unas pocas cadenas de confección clásicas que fabricaban durante una temporada para la siguiente. A partir de los setenta surgió el concepto de la «moda pronta», con profesionales confeccionistas que compraban las telas, fabricaban las prendas y las vendían al día siguiente. Empresarios del mundo de la moda se concentraron en el entorno de las calles Trafalgar y Ronda Sant Pere, donde vendían a los comerciantes de provincias que acudían ahí para proveer sus tiendas de prendas confeccionadas. El sector adquirió un gran dinamismo y se forjaron grandes fortunas en esos años, pues el trabajo era continuo. Producciones realizadas por la noche y puestas a la venta por la mañana veían doblar su precio en el transcurso del día, mientras los confeccionistas seguían elaborando nuevas prendas. Dado que la mayoría de éstos eran clientes nuestros, aquella etapa nos permitió experimentar un considerable crecimiento.

 

Nos convertimos en la principal tienda de tejidos en la capital española
En el Madrid de los años ochenta, la «moda pronta» se concentraba en torno a la calle Conde de Romanones. Los dos grandes almacenes de aquella época constituían un gran motor de la actividad textil y daban mucho trabajo a los confeccionistas de la zona. Fue así que, en un determinado momento, un fabricante de tejido a quien comprábamos mucho y que gozaba de una posición cómoda de venta en Europa pero débil en España, nos propuso abrir una tienda en Madrid y nos dijo que en caso de no hacerlo sería él quién lo haría. De este modo, en 1980 abrimos un céntrico punto de venta en la calle Atocha que gozaba de la confianza de los principales confeccionistas, pues sabían que Ribes & Casals disponía de los mejores tejidos. Desde el primer momento, nos convertimos en la principal tienda de tejidos de la capital. Fue con mi hermano José Maria con quien acudimos a la capital a seleccionar el local, toda vez que nuestro padre había fallecido en 1978 y que el señor Ribes se había apartado del negocio. Sin sucesión interesada por esa actividad, la familia Ribes se mantendría como accionista en la compañía, aunque sin intervenir en la misma. La familia Ribes depositaba absoluta confianza en nosotros, pues sabía que la empresa continuaba prosperando. De algún modo, queríamos preservar el consejo que nuestro progenitor nos había trasladado en su momento: «Aunque no trabajen en Ribes & Casals, procurad observar con ellos el mismo trato respetuoso y cordial que hemos venido manteniendo con el señor Ribes». Durante un tiempo, un familiar de la parte Ribes trabajó en el negocio. En el año 2000, finalmente, alcanzamos un acuerdo compensatorio por el que la compañía quedaba en propiedad de la familia Casals.

 

Decidimos abrir un almacén en Montigalà destinado al comercio al por mayor
En la década de los noventa asistimos a una nueva transformación en el sector textil, cuando las producciones locales fueron cediendo ante la fuerte competencia asiática. La industria textil se fue desmantelando y tuvimos que acudir a Oriente para abastecernos. Como el negocio de la “moda pronta” fue aumentando nos vimos obligados, para poderles dar servicio, a comprar miles de metros. Nos subimos al tren del negocio mayorista y fuimos pioneros en recurrir a las compras en Oriente. Muchas veces nos habían propuesto introducirnos en la confección de prendas, pues contábamos entre nuestra clientela con una gran cifra de confeccionistas a quienes hubiéramos podido proponerles que produjeran para nosotros. Sin embargo, siempre tuvimos la convicción de que debíamos centrarnos en los tejidos y desestimar esa otra faceta. Decidimos abrir un almacén en Montigalà (Badalona) con un producto diferenciado, destinado al comercio al por mayor. Allí llegaban grandes contenedores, con miles de metros de tela. Al mismo tiempo, fuimos testigos de la reconversión de antiguas factorías de Sabadell y Terrassa, que habían abandonado la producción para reorientarse hacia la transformación de tejidos, cuyos productos adquiríamos para nuestro negocio detallista. Algunas firmas lograron de este modo subsistir durante un par de décadas, aunque finalmente también claudicaron ante la irrupción de operadores internacionales más competitivos. Nosotros permanecimos fieles solamente a la venta de tejidos.

 

La tercera generación ha digitalizado la compañía
En 1998 se incorporaron a la compañía mi hijo Ramon y mi sobrino Alex. Esa tercera generación también presenta una perfecta sintonía, al tiempo que mantiene muy definidas las parcelas. Ramón y Alex, antes de incorporarse a la tienda, se formaron en estudios empresariales y una vez terminados, se incorporaron al negocio siguiendo los pasos de sus progenitores. Mi hijo Ramón, siguiendo el rastro de su padre, ha asumido la faceta comercial, llevando las compras de los tejidos. Mi sobrino Álex ha asumido la parte administrativa. Amante de la innovación, a él le debemos la digitalización de la compañía, incluido el punto de venta on-line www.tiendatelas.com. Sé que, con ese tándem, el negocio está en buenas manos y me siento tranquilo. Nuestro padre y el señor Ribes sentaron unos buenos cimientos que la segunda generación hemos tenido la capacidad de consolidar, y que Ramon y Àlex han sabido aprovechar para adaptar la compañía a las nuevas necesidades del mercado. Así, si en las primeras décadas de Ribes & Casals, la actividad estaba orientada a la venta al detalle para la mujer, en la actualidad este segmento apenas supone un 30 %. Un 40 % lo concentra ahora el sector del ocio y de las puestas en escena, ofreciendo tejidos para vestidos de fiesta o para flamenco, uniformes y disfraces para carnaval: un acontecimiento que genera un negocio enorme, pues las comparsas empiezan a acudir a nuestra tienda en abril para preparar el vestuario de sus integrantes para la cita del año siguiente. Los tejidos para decoración significan otra interesante vía de negocio y representan en torno al 30 % de la facturación.

 

Nos estamos expandiendo desde el año 2007
La actividad mayorista nos llevó a incorporar a algunos representantes territoriales. Al comprobar que en Andalucía se vendía mucho textil para la moda flamenca, le propuse a mi hermano abrir un punto de venta en Sevilla. Fue así como, en el año 2007, inauguramos un local en un polígono industrial de la capital hispalense que ha conseguido arrastrar a todas las tiendas textiles a establecerse en el mismo. La expansión continuó en Palma de Mallorca, en el año 2013, al valorar el tráfico de turistas que genera la isla y cómo podíamos aprovechar el tirón del textil para decoración que despierta el interés del consumidor extranjero. En el año 2015 ante la buena acogida que teníamos en Andalucía decidimos abrir una tienda en el centro de Málaga. En las aperturas siempre contemplamos superficies en torno a los setecientos metros cuadrados y apoyándonos en algún profesional local. En la actualidad, los clientes nos pueden visitar, además de en Barcelona y Madrid, en las tres ciudades citadas y en nuestra web. Los puntos de venta de Ribes & Casals se distinguen por su servicio, porque a diferencia de las grandes cadenas de moda en la que no suele haber más personal que el de caja y el que se dedica a plegar prendas para su exposición, en nuestros establecimientos seguimos contando con profesionales que reciben y aconsejan a los clientes hasta el final de la venta. Ese constituye nuestro gran valor diferencial respecto de la oferta de las tiendas de moda.

 

La gran mayoría de nuestro personal tiene algún familiar en la compañía
Siempre apostamos por personal formado en casa, con mentalidad Ribes & Casals, para garantizar el servicio que se ofrece y nos distingue, y que tan buenos resultados nos ha proporcionado históricamente. El crecimiento es necesario, porque el estancamiento acarrea el riesgo de quedar apartado por la competencia. Al carácter familiar de nuestra organización se le une el hecho de que el equipo humano se nutre de personas del entorno de la plantilla. De los ciento cincuenta efectivos, todos tienen algún familiar en la compañía. Todo eso también forja un determinado carácter y contribuye a la adquisición de un compromiso, ya que, en caso de aflorar dificultades, saben que es necesario arrimar solidariamente el hombro. La mayoría se han formado en nuestra empresa, ingresando en su juventud y aprendiendo y creciendo en ella. Existe una gran identificación por parte del equipo con la compañía; y Ribes & Casals siempre ha mostrado también una gran correspondencia con sus colaboradores, como lo muestra que siempre les ha invitado a participar de los principales episodios de su trayectoria. Con motivo del 25º aniversario, se organizó un viaje al monasterio de Poblet, una cita en la que no participé porque todavía me encontraba estudiando, pero a la que sí acudió mi hermano José María. Al alcanzar el medio siglo de vida, todos los integrantes de la compañía viajamos a París, mientras que en 2008, coincidiendo con las «Bodas de Diamante», fletamos un avión para doscientas personas a la ciudad italiana de Florencia. Esos momentos quedan grabados en la memoria de todos y contribuyen a favorecer la cohesión interna.

 

Llegar a los ochenta y siete años para celebrar el centenario de la empresa
Me siento muy querido por el personal, como también por mi esposa, María Antonia a quien tengo que agradecer su apoyo y comprensión; porque, si el oficio de comerciante es sacrificado, las renuncias a viajes y experiencias por parte de la mujer son enormes. Y ella me ha empujado a tomar muchas decisiones sin las cuales Ribes & Casals no sería lo mismo. Tanto mi hermano José Maria como yo nos hemos sentido muy arropados por nuestras familias que han sabido entender el sacrificio necesario que hay que hacer para poder cumplir con nuestras obligaciones con la tienda. Ambos disfrutamos de la satisfacción de contar con nietos que confiamos puedan convertirse en la cuarta generación de la compañía, cuyo centenario está a la vuelta de la esquina. Me gustaría poder llegar a dicha fiesta junto a mi hermano y a todo el grupo de colaboradores que nos han acompañado durante estos 47 años de trabajo sin los cuales no seríamos los que somos. Actualmente, debido a las circunstancias históricas que estamos viviendo, observamos un cambio de tendencia en los hábitos de comportamiento en general y asistimos a un acercamiento de la industria textil hacia lugares más próximos. Todo ello favorecerá el empleo, la rapidez de servicio y el ahorro energético que supone, en beneficio del planeta. Deseo al nuevo relevo generacional que sepan continuar con el legado recibido y no le pongan nunca un punto y final.