Volumen 16. Biografías relevantes, empresarios de cosmética y belleza

Lucyanna Barbosa-Barros – Bicosome

Fortaleza (Brasil)

1977

CEO y cofundadora de Bicosome, S.L.

 

21-9-2023

 

Científica y empresaria, la Dra. Barbosa-Barros canalizó su conocimiento en tecnología farmacéutica hacia la dermocosmética para ofrecer a esta industria soluciones más efectivas y menos agresivas. Pone en valor la investigación como la base para la prosperidad de un país y reclama mayor inversión en este capítulo. Asimismo, advierte de la necesidad de prestar atención a la cosmética, no solo por los beneficios físicos que aporta sino, también, por su contribución a la autoestima y la salud mental.

 

 

En la escalera de casa, junto a mis hermanos, jugábamos a desafiar la gravedad

Nací en un humilde hogar de Fortaleza, la capital del Estado brasileño de Ceará, donde disfrutamos de una infancia feliz junto a mis hermanos, Marcello y David. Era en el entorno doméstico donde solían transcurrir nuestros juegos; una casa de dos plantas, con una escalera, que nos invitaba a desafiar la gravedad, saltando desde el piso superior sobre un cojín que situábamos en el inferior para desesperación y espanto de nuestra madre, Neide, maestra de profesión. Tanto ella como nuestro padre, Paulo, eran personas que mostraban inquietud por la cultura, especialmente la lectura, intercambiando los libros que solían devorar. Él, ingeniero electrónico, también cultivaba junto a mi madre la música como afición. Hábil con la guitarra, amenizaba las frecuentes reuniones que celebrábamos en casa con la familia y los amigos, en un ambiente distendido de tertulias que culminaba con las interpretaciones de mi padre tocando y mi madre cantando. Cualquier excusa era válida para reunirnos, lo cual se veía favorecido por la proximidad de otros familiares, como mis tíos Tontoin y Fabio, mis tías Neta y Lucia, hermanas de mi madre, mis primos André, Fefé y Bibi y mi hermana adoptiva Zeneide. También estrecha fue la relación con mis tías paternas, Bena y Glaucia, que residían dos casas más allá y con quienes compartí muchas y entrañables experiencias, hasta el punto de convertirse en personas muy influyentes en mi vida. Mi madre todavía me recuerda que, de pequeñita, cuando me enfadaba, cogía mi mochila y me mudaba a su casa.

 

Con su ejemplo, nuestros padres estimularon nuestro espíritu de superación, pues sus orígenes precarios no les impidieron labrarse un porvenir

Mis padres me enseñaron que con trabajo y esfuerzo puedes lograr realizar tus sueños. Con su ejemplo, estimularon nuestro espíritu de superación, pues sus orígenes habían sido mucho más precarios y, en cambio, habían exhibido gran capacidad para progresar y labrarse un porvenir. En el caso de nuestra madre, es destacable su carácter autodidacta, al aprender a leer por sí sola, impartiendo clases particulares para ayudar a la economía familiar desde los trece años. Desarrolló toda una carrera pedagógica, especializándose en educación especial. En cuanto a nuestro progenitor, tuvo la suerte de que uno de sus profesores detectó en él una inteligencia extraordinaria, brindándose a ayudarle para que pudiera cursar carrera. Formado en el Instituto Tecnológico Aeronáutico, su pátina militar supongo que influyó en su carácter, dado que se revelaba como una persona muy firme y estricta, mostrando gran sentido de la ética y reclamándonos a sus hijos un comportamiento correcto. Mis padres tenían estilos muy diferentes: mi madre era más relajada y sensible, y mi padre, más dinámico y disciplinado, así que desarrollé desde muy temprano una actitud conciliadora para crear un clima más ameno, especialmente a través del humor. Aprendí que, si con las personas adoptas una postura agresiva, solo logras estimular sus defensas, aumentar su nerviosismo y que las posibilidades de alcanzar un acuerdo sean remotas. Para obtener soluciones creativas es preferible estar relajado. Pese a que algunos profesionales exhiben capacidad para trabajar bajo presión, ese no suele ser mi estilo.

 

Tener libertad para poder implementar los avances como yo juzgara necesario fue lo que me acabó de decidir para poner en marcha mi propio negocio

No heredé ningún espíritu emprendedor, pues en nuestra familia no se prodigaba esa condición, excepto por mi tío Fabio, que empezó de pequeñito vendiendo dulces en el semáforo para ayudar a la familia. Tenía tanto arte y don de gentes que alguien le vio y le dio una oportunidad, muy bien aprovechada por él. Aprendió mucho y luego construyó junto a mis primos André y Fefé la mayor correduría de seguros de Nordeste de Brasil. Es de las personas que más me han apoyado, a quien admiro inmensamente por su integridad y bondad. Pero yo no atribuyo mi trayectoria profesional a una habilidad comercial familiar, sino a circunstancias e inclinaciones personales y espontáneas. Sí tuve claro, una vez empecé a sumergirme en el campo de la investigación, que tener libertad para poder implementar los avances como yo juzgara discrecional fue lo que me acabó de decidir para poner en marcha mi propio negocio. Mi escolaridad transcurrió en Brasil, al igual que la carrera de Farmacia, que realicé en la Universidade Federal do Ceará. Compatibilicé esos estudios superiores con mis primeras incursiones laborales. Mayoritariamente, ejercí como azafata en algunos congresos, asistiendo a los participantes, incluso como intérprete. Priorizaba los certámenes médicos, para acceder a sus conocimientos de manera gratuita y obtener el certificado correspondiente. También tuve becas de investigación, trabajando sobre todo con plantas medicinales en el Proyecto Farmacias Vivas, del memorable profesor Matos, y bajo la orientación de la profesora Mary Anne Medeiros, toda una leyenda de aquella facultad: una mujer fuerte e inteligente, a quien admiro mucho. Esos primeros contactos con la esfera laboral fueron experiencias enriquecedoras, por lo que aconsejo a cualquier joven que combine su etapa universitaria con el trabajo; entre otras razones, porque en la facultad proliferan profesores sumergidos estrictamente en el ambiente académico que ignoran la realidad laboral, impartiendo excesiva teoría, lo cual provoca la sensación de que, una vez obtenido el título, has aprendido mucho pero no sabes hacer nada. Sería deseable una mayor interacción entre empresa y universidad, fomentando las prácticas, un hecho que redundaría positivamente en tres ejes: el desarrollo de las habilidades de los estudiantes, tanto las profesionales como las interpersonales, ya que trabajar te obliga a aprender a relacionarte con los demás y a solucionar problemas; el apoyo a las compañías, que se nutren de ciencia e innovación y el conocimiento que se genera en las facultades, y, en última instancia, el fortalecimiento del propio sistema universitario, al poder adecuar mejor sus programas formativos a las necesidades de la sociedad.

 

La juventud exhibe mayor motivación cuando constata fehacientemente cuál es el propósito de lo que está haciendo

Discrepo de las personas que consideran que la gente joven está poco involucrada con las empresas. Obviamente, las nuevas generaciones exhiben otras inquietudes y una perspectiva vital distinta. Su compromiso con el trabajo es diferente, dado que valoran mucho su espacio personal y poder realizarse en el tiempo libre. Se trata de un cambio social, posiblemente resultado de muchas décadas de tener unos padres ausentes porque han destinado demasiadas horas al trabajo, y no quieren replicar este mismo modelo. Deberíamos aprender de ellos, pues formación no les falta. La juventud exhibe mayor motivación cuando constata fehacientemente el propósito de lo que está haciendo, ya que su estímulo no es estrictamente económico; de ahí que resulte deseable darles alas y dejarles volar: si les cedemos protagonismo, aflorarán mil ideas. En mi caso, tuve la suerte de aún muy joven hallar a un buen mentor, el Dr. José María López, una persona a quien conocí casualmente, al haber acudido a una farmacia de manipulación, donde se preparaban fórmulas magistrales prescritas por los médicos, lo que me despertó el deseo de sumarme a ese laboratorio. Le pregunté a una joven cómo podía postularme para trabajar ahí y, mientras me proponía enviar mi currículum, apareció el doctor López, dueño del establecimiento. Tras saber que estaba cursando estudios universitarios, me ofreció incorporarme como becaria. Aprendí mucho de ese gran hombre, todo un ejemplo de superación porque había nacido con algunos problemas físicos y, sin embargo, había acabado abriendo una extensa red de farmacias de manipulación en Fortaleza, además de impartir formación a dermatólogos y de haberse erigido en una figura muy querida por su trato humano, capaz de revertir el ánimo de cualquiera a partir del diálogo sosegado y conciliador. Hasta hoy, cuando me encuentro en una situación tensa con personas difíciles me pregunto: ¿qué haría el doctor López en este caso?

 

Cuando adquieres responsabilidades tomas conciencia de los riesgos de incurrir en errores, lo cual revierte positivamente en tu evolución personal

Después de graduada permanecí todavía durante tres años en esa empresa, en la que gocé de gran libertad de actuación en el desarrollo de proyectos. Es de agradecer la confianza depositada por el doctor López en mí, que me permitió seguir creciendo, porque, cuando adquieres responsabilidades, tomas conciencia de los riesgos de incurrir en errores, lo cual revierte positivamente en tu evolución personal. Esa etapa finalizó cuando decidí viajar a España con mi gran amiga Tamara, para realizar un curso en la Universidad de Sevilla, en el transcurso del cual tuve la oportunidad de visitar el Consejo Superior de Investigaciones Científicas, en La Cartuja, lo que alimentó aún más mi pasión por la investigación y me llevó a decidirme por llevar a cabo aquí el doctorado (y no en Brasil, como era el plan original). Apliqué entonces para sendas becas doctorales, una en la capital andaluza y otra, en Barcelona, y finalmente opté por esta última, al tratarse de un grupo de investigación centrado en el estudio de la piel y los sistemas de encapsulación basados en los lípidos. Fue el principio de todo. Allí conocí a la Dra. Olga López, una de las personas más importantes en mi carrera y una gran amiga. Olga, investigadora científica en el IQAC-CSIC y directora de mi tesis doctoral, me dio la oportunidad de unirme a su grupo investigación. Hay muchos estilos de investigación científica y de investigadores: personas más cartesianas y personas más intuitivas. Para mí, Olga es un gran ejemplo de este segundo grupo. Me enamoré inmediatamente de su pasión y su conocimiento profundo del mundo de los tensioactivos, lípidos y la piel, y quise aprender de ella. Grandes avances en el campo científico tienen a menudo que ver con investigadores que, alentados por la más pura inquietud y curiosidad científica, se sumergen en el análisis de diferentes ámbitos sin saber qué aplicación tendrán sus descubrimientos. Contrasta ese espíritu creador, casi artístico, de la investigación básica, con el que albergan las empresas, donde se persigue la innovación con un objetivo definido, como puede ser el de dar con un producto que mejore la eficiencia de otro o resuelva una determinada necesidad. Siempre me apasionó el poder unir esos dos mundos y transformar el conocimiento científico en productos tangibles que aportaran valor.

 

El desafío era hallar alternativas para que los productos cosméticos pudieran penetrar en la piel, evitando cualquier agresión

En 2008 entré a trabajar en Alcon, una empresa de productos oftalmológicos que posteriormente compraría Novartis, donde mi cometido residía en implementar la vigilancia farmacológica de problemas detectados en medicamentos, algo vinculado a un máster de Farmacovigilancia que cursé en Brasil. Aunque esa etapa me proporcionó un gran aprendizaje en torno al funcionamiento de una entidad de gran envergadura, la labor me provocaba un profundo aburrimiento. Esa circunstancia, unida a unos importantes problemas renales que sufrí y que me obligaron a pasar por un trasplante de riñón, me llevaron a cerrar ese episodio en 2010. Aun así, antes de someterme a esas intervenciones quirúrgicas en mi país, el Dr. Joan Esterilch, profesor de la Universitat de Barcelona con quien trabajé en mi tesis doctoral, me ofreció una colaboración en investigación que acepté y así volví al trabajo en laboratorio, desarrollando otros sistemas de encapsulación y dando clases como profesora asistente en la Facultad de Farmacia durante unos años. Pero fue después de mi estancia en Brasil cuando determiné poner en marcha la idea de una empresa junto a Olga. Durante la etapa predoctoral habíamos establecido contactos y hecho proyectos con empresas del área dermocosmética que deseaban mejorar la eficacia de sus productos y habíamos advertido que, en la industria, para lograr que las formulaciones penetrasen la piel, recurrían a distintas estrategias. Algunas de ellas suelen resultar en la ruptura de las primeras capas de la piel, utilizando moléculas agresivas en las fórmulas, como los alcoholes, tensioactivos o enhancers químicos, para abrir paso a que el principio activo pueda alcanzar capas más profundas de la piel y ser eficaz, lo que suele producir irritación y sensibilización de la piel. Sabiendo que esta ejerce una importante función barrera para el organismo, entre otras cosas, al impedir la entrada o la salida de cualquier elemento, el desafío era hallar alternativas para que los principios activos pudieran penetrar en la piel y tener eficacia, sin el uso de moléculas agresivas que alteraran su función barrera. Esta idea le encantó al Dr. Santiago Alonso, que, al estar jubilándose de su carrera en el mundo de la industria farmacéutica, me miró y dijo: «Aquí me tenéis para lo que queráis», empezando así una relación de mucho crecimiento personal y profesional con este consultor-ángel que se ha vuelto uno de los pilares en nuestros procesos de decisión.

 

Interaccionando de manera natural con los lípidos de la piel, los bicosomas son capaces de penetrarla y actuar en sus distintas capas, en función de la condición cutánea a mejorar

La empresa la impulsamos Olga López, Gelen Rodríguez, Mercedes Cócera y yo, sobre la base de una patente desarrollada a partir de décadas de investigación del grupo liderado por Olga y las tesis doctorales de Gelen y mía. La idea era crear productos para la piel que tuvieran una eficacia superior, basada en llegar a capas adecuadas de la piel sin dañarla. Así, hemos creado unas nanoestructuras, que bautizamos como bicosomas, que interaccionan de manera natural con la piel, el mayor órgano del cuerpo humano, de tal modo que son capaces de transportar y liberar moléculas de interés a las distintas capas, posibilitando diferentes funcionalidades. Por ejemplo, liberamos moléculas en la primera de ellas, el estrato córneo, si la funcionalidad que buscamos es fortalecer la función barrera o brindar protección solar; en la segunda, la epidermis, si buscamos un efecto antioxidante o antiinflamatorio; la tercera, la dermis, si perseguimos otorgar firmeza; o la cuarta, la hipodermis, si deseamos trabajar la capa grasa para combatir la celulitis. Se trata, en definitiva, de dirigir la molécula activa al nivel adecuado de profundidad de la piel, en función del efecto que se busque. La compañía nació en 2012. Hay varias instituciones que fueron clave para su fundación y sus principios. Destaco en primer lugar Barcelona Activa, donde hicimos varios cursos en torno a temas relacionados con el ámbito empresarial, que era nuestro principal talón de Aquiles, y el Bioemprendedor XXI, que nos ayudó a elaborar nuestro primer business plan. También fueron de gran apoyo en nuestros inicios las subvenciones y los préstamos de Enisa, Neotec y otros proyectos financiados por el ministerio o el CDTI, como los contratos Torres Quevedo e Inncorpora. El optimismo y la ilusión nos invadían, y ni la negativa puntual de algunos profesionales a prestarnos apoyo nos disuadió de la idea. Aunque el contexto económico seguía arrastrando la crisis, no nos desanimamos. Los primeros años resultaron complicados, porque no sabíamos ser empresarias. Nuestros proyectos superaban las primeras cribas porque nuestra redacción científica era impecable. El problema surgía cuando se trataba de ejercer nuestra parte comercial y convencer a las empresas, dado que resulta muy complejo comunicar algo tan innovador si no dispones de un elemento de comparación y si tu interlocutor no muestra una mentalidad innovadora para entenderlo.

 

Decidimos renunciar a contratos de exclusividad para evitar estar cautivas de las decisiones que podían adoptar nuestros clientes

Pese a todo, paulatinamente fuimos estableciendo acuerdos con empresas dermofarmacéuticas que confiaron en nuestras soluciones para incorporarlas a sus productos. No resulta fácil trabajar con ellas, ya que las decisiones dependen de una infinidad de factores, no solo del éxito del proyecto científico, también de las fluctuaciones del mercado o de que no haya modificaciones en su organigrama, pues en ocasiones el cambio de un directivo comporta la suspensión de un proyecto al que hemos estado dedicándole años. Eso nos llevó a renunciar a contratos de exclusividad, para no estar sujetas a decisiones ajenas que no podíamos controlar, conviniendo que era preferible poner nuestros patentes al alcance de cualquier firma a través de nuestra línea propia de productos. Aun así, mantenemos alguna excepción con ciertas compañías si constatamos que el contrato exclusivo supone una buena oportunidad. La etapa de la pandemia también se reveló adversa, ya que la falta de materia prima detuvo nuestra actividad durante seis meses, lo cual nos llevó a cuestionar la viabilidad de la empresa. Reaccionamos solicitando ayudas oficiales, negociando con las entidades financieras y aplicando algún ERTE parcial. Eso nos permitió superar el trance y, ya en 2021, pudimos respirar, viendo mejorados los resultados y volviendo a crecer en estos tres últimos ejercicios.

 

Nuestros productos se acompañan de estudios de eficacia y seguridad, así como de guías acerca de cómo incorporarlos en las formulaciones de las empresas clientes

En Bicosome nos dedicamos al desarrollo de ingredientes cosméticos de alto nivel para las empresas de este sector. Disponemos de una decena de productos en nuestro catálogo, que comercializamos en el canal B2B. Como ejemplo, uno de los más innovadores es BicoteneÒ, a base de bicosomas a los que incorporamos carotenos, moléculas que la naturaleza usa para la protección solar. Cuando una persona se expone al sol, genera radicales libres. Los radicales que contienen oxígeno son los más dañinos, especialmente el oxígeno singlete, que causa mutaciones en las células y pueden dar lugar al desarrollo de un cáncer en la piel. El betacaroteno es la molécula más eficiente para neutralizar el oxígeno singlete y la que utilizan las plantas para protegerse de la acción solar. Los seres humanos no producimos betacaroteno, pero sí podemos incorporarlo a través de la alimentación (vegetales, especialmente las zanahorias). Es una molécula muy antioxidante, por lo que, expuesta al aire, puede oxidarse, de ahí que no resulte recomendable incorporarla directamente a las cremas, para evitar su oxidación y consecuente inactivación. Nuestra tecnología nos permite incorporar el betacaroteno en esas nanoestructuras de los bicosomas y así protegerlo del entorno y de la degradación, direccionando su transporte a la segunda capa de la piel, la epidermis, para actuar neutralizando los radicales libres generados por las radiaciones UVA, UVB, Vis y IR, lo que proporciona una protección solar biológica. No se trata solamente de prevenir una patología concreta, como un cáncer, sino de evitar daños dermatológicos en cascada, como el fotoenvejecimiento, la aparición de manchas solares, arrugas o flacidez. Al igual que el BicoteneÒ, todos nuestros productos se acompañan de los correspondientes estudios de eficacia y seguridad, así como también de las guías acerca de cómo incorporarlos en las cremas y en otros artículos. Nuestra compañía trabaja con diferentes moléculas activas de plantas, de microalgas, con vitaminas diversas, péptidos y otros componentes que aportan distintos beneficios a la salud de piel. Igualmente, estamos a disposición de nuestros clientes para atender cualquier consulta técnica.

 

Buscamos en nuestros empleados que sean buenas personas, capaces de exhibir creatividad y flexibilidad para cooperar con el resto del equipo

Hasta ahora la fabricación se realiza en Catalunya por parte de fabricantes externos. Nuestro equipo humano está formado por una veintena de profesionales, entre las que estamos tres de las fundadoras. La mitad de la plantilla se integra en el área técnica, mientras que la otra mitad asume las funciones administrativas, de logísticas y comerciales. Es una suerte contar con empleados que atesoran un gran corazón. Ese es el principal aspecto que valoro en una entrevista de selección, pues, más allá de la experiencia académica y profesional que pueda tener un candidato, buscamos que sea buena persona y que sepa exhibir creatividad y flexibilidad para cooperar con el resto del equipo, donde cada cual aporta su específico valor individual para conseguir un resultado conjunto óptimo. En el área técnica contamos con farmacéuticos, químicos, biólogos, biotecnólogos… Nos beneficiamos, por otro lado, del respaldo que siempre nos ha brindado el IQAC-CSIC. Desde nuestros principios, los diferentes dirigentes que pasaron por este instituto apoyaron nuestro proyecto, y hoy siguen haciéndolo. Actualmente, todavía mantenemos proyectos conjuntos de colaboración científica y uso de instalaciones para realizar nuestro trabajo de I+D+i. La colaboración con el CSIC es una de las claves de nuestra innovación y pretendemos conservarla por siempre. Contamos también con las instalaciones científicotécnicas del Parc Científic de Barcelona, donde se hallan ubicadas nuestras oficinas. Aun así, los últimos años han sido buenos con Bicosome y, debido al crecimiento que estamos experimentando, nos estamos preparando para trasladar nuestra sede a un nuevo espacio en el distrito @22, en Poblenou. Estamos construyendo estas nuevas instalaciones con mucho cuidado y mucha ilusión; albergarán, además de oficinas, laboratorios de I+D y logística, un área propia de producción que prestará apoyo a la expansión que planeamos para los próximos años.

 

Una empresa debe existir para aportar valor a la sociedad sin menoscabo del medioambiente y sin perjudicar la salud de la población

La investigación es muy importante para las empresas, en especial para las que tienen por objeto la mejora de la salud y el bienestar. Una empresa debe existir para aportar valor a la sociedad sin menoscabo del medioambiente y sin perjudicar la salud de la población. La investigación debe permitir hallar formas más eficientes de producir, reduciendo el uso de la energía y las materias primas, así como minimizando las emisiones tóxicas. Si el componente ético es irrenunciable en el entorno corporativo, también lo es observar unas prácticas sostenibles, pues si los humanos hemos provocado el cambio climático, estamos obligados a buscar fórmulas para no empeorar el entorno e intentar mejorarlo. La sociedad debería priorizar la inversión en investigación; y todo aquello que pueda resolver problemas de la humanidad, como prevenir enfermedades, debería anteponerse a otros desarrollos tecnológicos menos apremiantes. Pero en ocasiones no somos suficientemente conscientes de la importancia de nuestro cuerpo, y menos de la piel. No se trata simplemente de la estética, ya que estamos hablando de un órgano que ejerce de interfaz con el exterior, esto es, que nos permite interactuar con otras personas, tanto porque percibimos sensorialmente a través de ella como porque forma parte de nuestra identidad ante nuestros semejantes. Nos afecta claramente a nivel biológico; por ejemplo, es el sensor que nos advierte de que podemos estar quemándonos por la acción del calor, evitándonos incluso la muerte, pero también afecta la autoestima, puesto que una mala salud de la piel (manchas, psoriasis, acné…) tiene un impacto psicológico, al generar inseguridad. Es obvio que, si a través de productos dermocosméticos podemos mejorar la autoestima de las personas, estamos contribuyendo a su bienestar, salud mental y felicidad.

 

Lo más importante en el terreno del cuidado de la piel es que esté hidratada, limpia y protegida del sol

Las culturas asiáticas suelen prestar mayor atención a la piel y, en algunos casos, las rutinas de cuidado contemplan la aplicación de hasta once productos antes de ir a dormir, mientras los europeos y americanos son más pragmáticos. Hay muchos estilos y prácticas que están siempre siendo cuestionadas, pero existen algunos consensos. Ducharse varias veces con jabón, por ejemplo, puede resultar perjudicial para la piel, dado que afecta el manto hidrolipídico generado por las glándulas sebáceas que la protegen. Ciertos jabones también son agresivos para la misma, ya que alteran los lípidos superficiales, ocasionando que el tejido cutáneo se reseque y envíe un mensaje al organismo para que segregue más lípidos, lo que provoca un desequilibrio en la producción de sebo y la aparición de acné, de modo que se entra en un círculo vicioso. Algo similar ocurre con el cabello, cuyo exceso de lavados también se revela contraproducente. El equilibrio acostumbra a ser la fórmula deseable en todas las facetas de la vida, pero lo más importante y básico en el terreno del cuidado de la piel es que esté limpia, hidratada y protegida del sol. De hecho, la exposición solar es beneficiosa en su justa medida, porque, al permitir el aumento de nuestros niveles de vitamina D, incluso contribuye a regular nuestro estado anímico. Un exceso de sol, empero, provoca quemaduras, daño del tejido cutáneo y envejecimiento. Diversos estudios afirman que el cuerpo sigue generando radicales libres incluso horas después de haber tomado el sol. Usar protector solar es la mejor manera de combatir el envejecimiento, ya que solo un 10% es cronológico, mientras que el 90% restante es fotoenvejecimiento, fruto de la exposición solar.