Text del 2004
“Los pacientes de reparadora y los de estética son diferentes, como lo son también sus expectativas”
Muchas de las grandes cosas que pasan en la vida son fruto del azar, y esto es precisamente lo que le sucedió a la Dra. Montserrat Salvador López, una zaragozana que quería estudiar biología en su tierra natal y que, por caprichos del destino, se convirtió en cirujana plástica en la ciudad condal. “La gente no tiene claros los conceptos de cirugía plástica reparadora y cirugía estética y tenemos que decir que son dos cosas totalmente distintas. Los pacientes de reparadora y los de estética son diferentes, como lo son también sus expectativas. El paciente de reparadora acude a la consulta con una patología que afecta a su salud, y nosotros le ayudamos a mejorar su aspecto. En cambio, la persona que viene a estética, lo hace voluntariamente, porque quiere mejorar su físico, ya sea para sentirse mejor personalmente o debido a las presiones de la sociedad, que demanda belleza y juventud eternas.”
La pasión que la Dra. Salvador sentía por la biología en la etapa estudiantil cambió su trayectoria inicial, debido a que en Zaragoza no se hacía esta carrera. Esta circunstancia hizo que le rondara por la cabeza la idea de ir a otro lugar a estudiarla. “Mis padres no entendían por qué motivo tenía que irme de Zaragoza, cuando en esta ciudad podía estudiar otras muchas carreras. Entonces, para quedarme, escogí medicina, porque era la ciencia que más se parecía a la biología. Después, cuando empecé a estudiar medicina, me di cuenta de que lo había hecho bien y que mis padres tenían toda la razón, porque esto era verdaderamente lo que me gustaba.”
A medida que estudiaba medicina, tuvo claro que escogería cirugía, porque sentía una gran atracción por los quirófanos, pero de nuevo el destino entró en acción. Hizo el MIR dos veces. La primera, a causa de una serie de problemas personales, no pudo obtener la calificación necesaria para escoger lo que quería y se decantó por la especialidad de médico de familia. Mientras hacía la especialidad en el Hospital Clínico de Zaragoza, el director del Hospital pidió la colaboración de algún residente para ayudar en el quirófano. “En aquel momento pensé que bajar al quirófano a ayudar era para mí una gran oportunidad. En la sala de operaciones me encontré con el Dr. Santiago Fuertes Lanzuela y, a partir de este hecho, la relación fue tan buena que empezó a llamarme sistemáticamente. El Dr. Fuertes, además de ser un cirujano plástico maravilloso, es la persona a la que le debo el hecho de ser cirujana plástica actualmente.”
A la Dra. Salvador le empezó a entrar de nuevo el gusanillo de la cirugía y preparó el MIR con el firme propósito de superarlo. “Cuando vuelvo la vista atrás pienso que todo lo que me sucedió tenía que pasarme para ser cirujana plástica, porque de lo contrario, no habría hecho esta especialidad que tanto me gusta.»
Puesto que en el MIR había obtenido buena calificación y podía escoger, optó por hacer la especialidad de cirugía plástica en Cataluña, siguiendo los consejos del Dr. Fuertes. Dentro de esta comunidad autónoma, se decantó por el Hospital Vall d’Hebron de Barcelona. “Recuerdo la residencia en el Hospital de la Vall d’Hebron con mucho cariño, el hecho de trabajar con tanta gente diferente era muy enriquecedor. Mi profesión como cirujana plástica comienza con la residencia en este Hospital, donde también encontré referentes de primera línea, como el Dr. Albert Guinot, una persona que ha sabido potenciar mis capacidades y con la que he trabajado muy a gusto. Sin olvidarme de otros compañeros, como el Dr. Tito Collado o el Dr. Gómez.”
Cuando acabó la residencia en el Hospital Vall d’Hebron, la Dra. Salvador trabajó con dos médicos que habían sido compañeros suyos en el Hospital, el Dr. Daniel Vázquez, en su consulta de cirugía estética, y el Dr. Beltrán, en la Clínica Esthetic Integral. Mientras trabajaba con ellos, realizó un master de microcirugía en el Hospital Parc Taulí de Sabadell. “Estaba haciendo un master en el laboratorio experimental de la Mutua SAT, cuando un compañero me comentó que en el Hospital Sagrat Cor necesitaban un médico que hiciera microcirugía. Me presenté, y allí fue donde tuve la primera oportunidad de trabajar como cirujana plástica. Estuve un año trabajando con el Dr. Roig y el Dr. Ballesta, médicos que recuerdo con gratitud porque, de alguna forma, fueron ellos quienes me rescataron para devolverme a la vida hospitalaria.”
Desde el Hospital Sagrat Cor, se trasladó a la Clínica Platón, centro donde desarrolla su trabajo en la actualidad y que combina con su labor en la Clínica Mir i Mir y la colaboración como consultora en el Hospital Parc Taulí. “En la Clínica Platón hago microcirugía, en el Servicio de Cirugía Plática. A grandes rasgos, podemos decir que la microcirugía consiste en tapar grandes defectos mediante injertos. Se denomina microcirugía porque se trasplanta piel, fascia, músculos y tejido blando, desde una parte del cuerpo a otra, y para conseguir que esta parte de piel que se trasplanta se mantenga viva, hay que hacer suturas muy pequeñas en las arterias, venas y nervios. Hacemos reconstrucción de tumor de cabeza y cuello, tumores de lengua, de boca, tenemos pacientes mastectomizadas por cáncer de mama, traumáticos, pacientes con carcinoma de la piel, etc. También tenemos otros pacientes que nos derivan otros compañeros de diferentes especialidades. Una de las ventajas de la microcirugía es que el paciente reduce el tiempo de hospitalización y gana calidad funcional.”
Llegar a entender lo que el paciente quiere y por qué lo quiere es uno de los retos más difíciles de lograr en la especialidad de cirugía estética que la Dra. Salvador desarrolla junto al Dr. Mir. “Cuando un paciente sabe lo que quiere y sabe lo que puede conseguir, todo es más fácil, pero hay pacientes que tienen un doble objetivo y, entonces, como dice un compañero, si alcanzamos el segundo objetivo, que nunca nos revelará el paciente, habremos sido buenos cirujanos.” Trabajar bien y que la gente esté contenta es uno de sus principales anhelos. No obstante, de la experiencia ha aprendido que no siempre se debe hacer lo que el paciente pide, sino lo que sea más adecuado, según el criterio ético profesional.
Tiene muy claro el concepto de belleza. “Una persona bella es alguien que se acepta a sí misma y está a gusto con su físico. Las personas son como son, podemos mejorar lo que hay, pero hay cosas que no son mejorables.”
La obsesión por ocultar todos los signos del envejecimiento, de una forma casi beligerante, le parece artificiosa. “Debemos buscar un equilibrio, no se trata de ir a favor del envejecimiento, sino de hacer todo lo necesario para suavizarlo, que no suponga un conflicto estético dentro del conjunto de la persona. Hay que entender el envejecimiento y acompañarlo para que sea más dulce.”
La ilusión por hacer cosas nuevas y por mejorar impulsa a la Dra. Salvador a ampliar sus conocimientos en otros horizontes. “La formación continuada es muy importante en el ámbito de la microcirugía. He ido recientemente al Chang Gung Memorial Hospital de Taipei (Taiwan), un centro hospitalario que es un referente mundial y que cuenta con un servicio de cirugía plástica gigantesco, donde hacen básicamente reconstrucciones, mediante las técnicas de microcirugía.”
Es una persona inquieta, sin duda, pero cuando deja el Hospital se olvida de que es cirujana. “En cuanto abro la puerta de casa soy feliz, me lo paso muy bien junto a mi marido y mi hijo. No me cuesta nada desconectar.”