Volumen 16. Biografías relevantes, empresarios de cosmética y belleza

Nicolas Zombré – Pierre Fabre

Pau (Francia)

1981

Director general de Pierre Fabre en España

 

20-12-2023

 

Nacido para la ciencia y cultivado para la cosmética, el señor Zombré ha desarrollado una exitosa carrera profesional que le ha llevado a ocupar distintas posiciones en uno de los más prestigiosos laboratorios del mundo. Ganándose la confianza de sus superiores por la propia exigencia exhibida, su ambición y su espíritu startup le han conducido a liderar distintos proyectos en una compañía que investiga y satisface las necesidades del público en los entornos de la dermocosmética, la oncología y el medicamento.

 

Siempre me he caracterizado por no dar por válidos los postulados de nadie, por mucha autoridad que pueda arrogarse en una determinada materia

Mi más lejano recuerdo de infancia me traslada a Le Lot-et-Garonne, en el sudoeste de Francia, donde compartía unas muy agradables estancias en casa de mis abuelos maternos, unos campesinos que vivían en un espacio sumamente tranquilo, solo interrumpido por el cacarear de las gallinas o el graznido de los patos que merodeaban en una absoluta libertad, en la que yo mismo me sentía sumido. Pese a la intensidad de esa memoria, fue en mi madre en quien hallé la figura de referencia en mi desarrollo personal. Crecí junto a ella, toda vez que con mi padre mantuve un contacto lejano, aunque frecuente. Ambos se habían conocido durante la etapa universitaria, cuando mi progenitor viajó a Francia desde su país de origen, Burkina Faso, para cursar estudios superiores. Si algo provocó un fuerte impacto en mi personalidad fue la conjunción de una doble influencia. Por una parte, la de mi madre, quien siempre me inculcó la necesidad de observar un absoluto respeto por todo el mundo, pero sin temer a nadie, no dejándome impresionar por la apariencia intimidante de ciertas personas. Esos valores se combinaron con los transmitidos por una profesora de lengua en el instituto, que estimulaba nuestro espíritu crítico, animándonos a poner en cuestión cualquier teoría. La confluencia de esas dos visiones resultó clave en mi manera de pensar en el futuro, de modo que, a la postre, siempre me he caracterizado por no dar por válidos los postulados de nadie, por mucha autoridad que pueda arrogarse en una determinada materia.

 

El contacto estrecho con el entorno de la investigación me permitió descubrir la ausencia de comunicación entre los centros públicos y los laboratorios privados.

Ese talante que alimenté en mi juventud perfiló una personalidad orientada a la actividad científica, inclinándome inicialmente hacia la Medicina. Ya desde niño había acariciado el deseo de convertirme en galeno y, más concretamente, en formarme como cirujano. Sin embargo, ese sueño se esfumó tras haber completado el Bachillerato, pues no superé el examen de ingreso, lo cual me empujó a valorar una carrera alternativa. Hallé en la Biología Celular una materia próxima a los estudios que hubiera querido cursar y, alcanzada la licenciatura, decidí complementar mis conocimientos con un máster en Neurociencia. Fue aquella una experiencia muy interesante, en especial porque en los últimos seis meses tuve la oportunidad de realizar prácticas en un laboratorio, estudiando con ratones acerca de cómo incide la epilepsia en el lóbulo temporal del cerebro de esos roedores. Incluso publicamos un artículo, de lo que admito me sentí enormemente orgulloso. En cualquier caso, ese contacto estrecho con el entorno de la investigación me permitió descubrir una triste realidad: la ausencia de comunicación entre los centros públicos y los laboratorios privados. Si bien esa labor científica me resultaba estimulante, encontraba decepcionante que no se pudieran aprovechar adecuadamente los recursos de los que disponía para otros ámbitos. Fue entonces cuando algunas personas allegadas me sugirieron complementar ese know how científico con formación especializada en business. Siguiendo ese consejo, me matriculé en un MBA en la École Supérieure de Commerce de Toulouse, formación que me proporcionó un interesante bagaje en torno a la gestión empresarial y me asomó a un mundo totalmente desconocido para mí: el de la dermocosmética.

 

Al descubrir la dermocosmética, que dispone de eficaces soluciones para la salud de las personas, tomé conciencia de cómo cosmética y medicina pueden ir de la mano

Ese centro de estudios superiores de Toulouse mantenía una estrecha relación con Pierre Fabre, unos prestigiosos laboratorios fundados en 1962 por un farmacéutico de idéntico nombre. A consecuencia de esa colaboración, los alumnos de esa escuela tenían la oportunidad de realizar prácticas en esa compañía, que desarrollaba tanto productos de farmacia como cosméticos. Fue así como, con veintitrés años, ingresé en esa organización en calidad de becario, descubriendo que existía una disciplina llamada dermocosmética, de la que no había oído hablar nunca. Hasta entonces, toda mi relación con el entorno cosmético se reducía a acudir a un supermercado para adquirir un champú para el cabello, seleccionando en el lineal de venta aquel que, por la imagen de su etiquetado, me proporcionaba mayor confianza. Pero nunca se me había ocurrido prestar atención ni tan siquiera a la composición de esos productos. De esta manera, en Pierre Fabre, establecí contacto con una actividad de alto valor añadido y tomé conciencia de cómo la cosmética y la medicina pueden ir de la mano, ya que la dermocosmética dispone de potentes y eficaces soluciones para favorecer la salud de las personas. De repente, me di cuenta de lo feliz que me sentía, pues de algún modo había logrado trazar el camino deseado. Aunque no se correspondía exactamente con el inicialmente soñado, el de convertirme en cirujano, mi carrera profesional había acabado desembocando en el entorno de la salud y en el desarrollo científico; y el destino quiso que aterrizara en una organización en donde la investigación tenía suma importancia.

 

La sociedad asiste a una revolución tecnológica y científica que propicia descubrimientos constantes, hasta el punto de convertir en obsoletas innovaciones relativamente recientes

Resulta excitante trabajar en una compañía como Pierre Fabre, especialmente en la actualidad, cuando la sociedad asiste a una revolución tecnológica y científica que propicia descubrimientos constantes y acumulativos, hasta el extremo de convertir en obsoletas innovaciones relativamente recientes. Recuerdo que, en el año 2003, cuando estudiaba Neurociencia, un profesor nos advertía que el nivel de conocimiento sobre el cerebro humano se correspondía con el que existía sobre el corazón a finales de la Edad Media, una indicación que hacía con el propósito de sensibilizarnos sobre la ignorancia que todavía pesa en torno a nuestro órgano rector. Aquella observación me impactó y, a la vez, me colmó de ilusión ante la posibilidad de participar, desde la máxima humildad, en el desarrollo científico que, colectivamente, podemos llevar a cabo en el futuro inmediato. Mi afinidad con la firma de la que formo parte, por tanto, está fuera de cualquier duda, pues me crie en la misma y, sobre todo, tengo integrado su mismo ADN innovador.

 

Nunca ha hecho falta que me establezcan unos determinados objetivos, pues las metas que me planteo superan las que la empresa podría fijarme

Durante siete años estuve desarrollando mi carrera en la casa matriz de Pierre Fabre, en Francia. Tras una etapa como product manager, pasé a asumir responsabilidades en trade marketing. A instancias de Laurent Coupé, director general de la filial de la entidad en Brasil, me trasladé a ese país sudamericano. A pesar de no saber portugués y no haber gestionado nunca un equipo comercial, me propuso hacerme cargo de la red de representantes en ese mercado. Todo obedecía a la confianza que ese ejecutivo depositó en mí, tras haber tenido ocasión de colaborar con él en Francia. En mi haber, creo modestamente que mis superiores siempre han valorado tanto mi autoexigencia como mi compromiso con la compañía. Tanto es así que nunca ha hecho falta que me establezcan unos determinados objetivos, pues las metas que me planteo superan las que la empresa podría fijarme. Quien me conoce sabe de mi honestidad y es consciente de que no tomo las decisiones pensando en percibir un determinado bonus, sino que atesoro una gran ambición y velo por que la organización pueda desarrollarse al máximo. Eso obliga a observar una gran transparencia y una comunicación eficaz con el equipo, a fin de que entiendan las razones por las que se les pide un esfuerzo concreto para alcanzar determinados objetivos. Se trata de combinar generosidad y exigencia, lo cual nos ha llevado a crear la metodología FPE (Forecasting Performance Execution). para que cada proyecto disponga de unos indicadores de contexto que justifiquen las medidas adoptadas. De este modo, definimos los objetivos a través de los Key Forecast Indicators: informaciones relevantes, como pueden ser la cuota de mercado en línea, que una empresa líder de la cosmética espera alcanzar el próximo año o la evolución que un gigante del comercio electrónico ha logrado en el ejercicio vigente. Proporcionando esos elementos, y recurriendo constantemente a ellos, el equipo asimila mejor dicha exigencia. Esa generosidad constituye el paso previo a la adopción de los proyectos que nos conducirá al éxito colectivo deseado.

 

En Pierre Fabre siempre han valorado que trate de implementar la inquietud de una startup: de cambio, de espíritu crítico, de implementar una visión disruptiva…

Mi siguiente etapa profesional me llevó a Chile, tras cuatro años como director comercial en Brasil. Aunque se trataba de una filial de menor envergadura, a nivel profesional se reveló como una promoción, al asumir la dirección general de Pierre Fabre en ese país. En cierto modo, el desembarque en Chile se convirtió en un episodio de aprendizaje de cara a pilotar el mercado español, una responsabilidad que asumiría tres años después, en 2020. Ya durante mi estancia en ese país sudamericano se rumoreaba esa posibilidad, y creo que, tanto por mi bagaje académico como, sobre todo, por mi espíritu ambicioso, se consideró que podía ser la figura idónea para impulsar la filial en España, cuya cifra de negocio multiplica por diez la de Chile y que, tras Francia, China e Italia, se erige en la que reúne mayor facturación. En Pierre Fabre siempre han valorado que trate de implementar la inquietud de una startup: de cambio, de espíritu crítico, de dotarla de una visión disruptiva… A la filial española tradicionalmente se la consideraba una empresa madura, de la que podía esperarse una evolución anual que oscilara entre el tres por ciento de crecimiento o ese mismo porcentaje de declive. Pero he querido revertir ese planteamiento y demostrar que podemos romper esa concepción, superando esos límites y comprometiendo al equipo para ese reto. Al llegar a España, detecté que había mucho camino por recorrer, ya que nuestra marca Avène se situaba como el número cuatro en dermocosmética, mientras que el resto no figuraba entre las veinte principales. Y disponemos de capacidad para ganar posiciones en el ranking y ganar cuota de mercado.

 

A Pierre Fabre debe atribuírsele la paternidad de la dermocosmética

El carácter proactivo aplicado a la filial española nos ha convertido, en cierto modo, en un laboratorio para el grupo empresarial. Ejercemos de prueba piloto en muchos proyectos de Pierre Fabre, cuya historia es increíble, empezando por una farmacia que su fundador pudo comprar tras solicitar un préstamo y desarrollando poco a poco un imperio. A él debe atribuírsele la paternidad de la dermocosmética, un concepto que ha sido adoptado por otras grandes firmas del sector cosmético, y que constituye una gran contribución para la salud, al situarnos en un triángulo en el que confluyen laboratorios, médicos y farmacéuticos a fin de obtener soluciones beneficiosas para las personas. Es muy importante trabajar conjuntamente y realizar labores divulgativas con las que concienciar a la población de la necesidad de preservar la piel. En Europa no existe la misma sensibilidad que en Brasil, por ejemplo, respecto a la relevancia de la protección solar. En São Paulo resulta impensable que una mujer salga a la calle sin haberse aplicado una crema protectora, incluso en invierno y aun estando nublado. Es cierto que, en nuestras latitudes, el clima es algo más frío que en Brasil, pero no es razonable que en España solo se recurra a la protección solar cuando se acude a la playa… donde tampoco todo el mundo toma esa precaución. La prevención es vital para evitar problemas dermatológicos, pero la población no está suficientemente concienciada y acude exclusivamente al especialista cuando esas afecciones son graves. Cualquier persona no debería esperar a que se desarrolle una patología en la piel y tendría que consultar al dermatólogo cuando aflora el primer síntoma. De esta manera, evitaría posibles secuelas en forma de señales de envejecimiento.

 

Nos proponemos un abordaje holístico de la terapia, asociando los beneficios del medicamento con los complementarios de la dermocosmética

Nuestra dinámica de empresa contempla tres ejes de trabajo: prevención, tratamiento y acompañamiento. La prevención es sumamente importante en medicina y nosotros contamos con soluciones que ayudan a evitar el desarrollo de patologías importantes. La protección solar, pongamos por caso, puede frenar la aparición de un melanoma, aunque nuestra firma dispone, asimismo, de soluciones que los oncólogos pueden prescribir y que permiten tratar un cáncer. Finalmente, conscientes de que algunos protocolos para hacer frente a esa enfermedad entrañan toxicidad cutánea, como por ejemplo los efectos adversos provocados por la radioterapia, ponemos al alcance de la comunidad sanitaria fórmulas dermocosméticas para que puedan prescribirlas a los pacientes y contribuir a la mejora de su bienestar y de su calidad de vida, anticipándose, incluso, a las secuelas que esa patología les pueda provocar. Hay que tener en cuenta que son muchos los efectos secundarios que un tratamiento es susceptible de generar, lo cual puede conducir al paciente a abandonarlo; de ahí la importancia de proporcionarle el máximo acompañamiento. Nos proponemos un abordaje holístico de la terapia, asociando los beneficios del medicamento con los complementarios de la dermocosmética. No se trata de aplicar esa filosofía solo en oncología, sino en cualquier problema de la piel, como puede ser incluso el acné. Si el dermatólogo detecta que una persona sufre un episodio severo de esa patología, debe tener en cuenta que, para resolverlo, lo más adecuado sería la recomendación del medicamento y del cuidado dermocosmético asociado.

La dermocosmética se ha convertido en una categoría imprescindible en el punto de venta farmacéutico

El equipo humano de la filial española está formado por cuatrocientos cincuenta y dos profesionales, distribuidos en distintas divisiones. Un 60% de esas personas trabajan sobre el terreno, visitando a farmacéuticos, médicos y consejeros personales. La práctica totalidad de nuestras marcas son fabricadas en nuestras propias plantas, contando con ochofirmas de dermocosmética (Avène, A-Derma, Ducray, Klorane, René Furterer, Dexeryl, Darrow y Glytone) y con cuatro soluciones para tratamiento oncológico. A ellas se unen las fórmulas orientadas al cuidado del cabello, que comercializamos bajo las marcas Klorane, René Furterer y Ducray. En España hemos conseguido una fuerte implantación, puesto que estamos presentes en siete mil farmacias, lo cual supone una relevante cuota si tenemos en cuenta que en este mercado existen unas veintidós mil oficinas farmacéuticas, mientras que nueve mil de ellas incorporan la dermocosmética a su oferta. Se trata de una categoría de producto muy interesante para las farmacias, la segunda más importante después de los medicamentos y la que está experimentando mayor crecimiento; de hecho, ya es tan imprescindible, en la actualidad, como la de botiquín. A ello se añaden otros interesantes beneficios para el profesional farmacéutico, léase el margen obtenido con los productos dermocosméticos, que es más alto que la del resto de artículos.

 

Contar con una debida formación sobre dermocosmética permite satisfacer plenamente al cliente de una farmacia

Por otro lado, disponer de esa oferta consigue generar tráfico regular de visitantes al punto de venta, con la posibilidad de que esos consumidores adquieran otros artículos: leches infantiles, productos de botiquín, etc. Otro capítulo importante para quien dispone de este tipo de soluciones reside en la posibilidad de reforzar su carácter prescriptor, pues las personas que acuden a una farmacia valoran muy positivamente el asesoramiento que les puede prestar un profesional, aconsejándoles una determinada fórmula para hacer frente a cualquier problema de salud. Bien es verdad que, a fin de poder ofrecer un servicio óptimo, se necesita contar con un equipo formado para brindar el consejo adecuado, así como cierto espacio, en torno a unos tres metros de exposición, para dar cabida a una representación de un mínimo de tres marcas. Pensemos que ofrecer una única firma al cliente puede restar credibilidad al farmacéutico. Opino que la dermocosmética debería incluirse en el temario de la carrera de Farmacia; tanto por la propia entidad de esa disciplina y de las repercusiones que tiene en la salud de las personas como para proporcionar a los futuros licenciados interesantes recursos para optimizar su labor al frente de las oficinas de atención al usuario. Contar con una debida formación sobre dermocosmética permite satisfacer plenamente al cliente, ante la posibilidad de recomendarle productos complementarios que favorezcan el tratamiento prescrito por el especialista.

 

Soluciones dermocosméticas que pueden ser sistematizadas desde el punto de vista tecnológico

Al igual que cuando alguien acude a la tienda electrónica de Decathlon y decide comprar un balón de fútbol y el sistema, automáticamente y gracias a un algoritmo, le propone añadir a su cesta de la compra unas botas, un chándal o una camiseta para practicar ese mismo deporte, el farmacéutico, si dispone de los correspondientes conocimientos y las herramientas asociadas a ellos, cuando una persona acude a él con una receta en la que el dermatólogo le ha prescrito isotretinoína, podrá proponerle un dermocosmético que disminuya los efectos que ese medicamento molecular puede provocar en la piel, como por ejemplo, una crema hidratante que mitigue la sequedad. De esta manera, el consumidor abandonará el punto de venta satisfecho por el trato profesional recibido, lo cual redundará positivamente en el farmacéutico, que habrá incrementado su ticket de venta y, al mismo tiempo, se habrá ganado la confianza de ese cliente, quien, en el momento que tenga otra necesidad de salud, muy probablemente volverá a acudir a él. Obviamente, esas soluciones se pueden sistematizar tecnológicamente, de modo que, en cuanto el lector del código de barras detecte el producto prescrito, automáticamente emerja un mensaje para recordar a ese profesional la posibilidad de complementar ese tratamiento con artículos adicionales.

 

Mostrarse atractivas, para las personas que sufren cáncer, es altamente relevante, ya que su autoestima logra salir reforzada

La voluntad de Pierre Fabre de brindar soluciones completas de salud nos ha llevado a adquirir este mismo año una nueva marca, MÊME una marca de cuidados específicos para personas con cánce. No es una firma cualquiera, toda vez que fue creada en 2017 por dos jóvenes (Judith Levy Keller y Juliette Couturier). Sensibilizadas por esta circunstancia, y tras detectar que las personas que estaban en tratamiento carecían de soluciones dermocosméticas adecuadas, decidieron desarrollar una línea de productos orientados, tanto al cuidado de la piel como del cabello y de las uñas. Son cuidados elaborados en colaboración con oncólogos y dermatólogos para dar respuesta a los efectos no deseables de los tratamientos contra el cáncer. Bajo la marca MÊME, han creado el primer esmalte de uñas compatible con quienes reciben tratamiento oncológico, algo que no constituye un tema menor. Para quien sufre una enfermedad tan grave es altamente relevante sentirse bella, ya que su autoestima logra salir reforzada. Es una marca que, además de compartir los valores de Pierre Fabre, al desarrollo de sus productos le añade una conexión muy estrecha con las personas afectadas por esa dolencia y con sus familias, de tal modo que han conseguido crear una comunidad en torno a un blog en el que se habla sin complejos del cáncer. Con un enfoque holístico, MÊME cuenta asimismo con un podcast que ha logrado una muy satisfactoria acogida y programa talleres de formación para abordar las circunstancias que rodean esos delicados capítulos. Por otra parte, la marca está comprometida en la lucha contra el cáncer y destina el uno por ciento de su volumen de negocio a la investigación sobre esa patología.

 

Existen enfermedades crónicas de la piel que son ignoradas pese a que, al mismo tiempo, pueden tener consecuencias psicológicas derivadas de la propia patología

La dermocosmética concentra aproximadamente la mitad de nuestra cifra de negocio, mientras que la oncología constituye la segunda actividad más importante, reuniendo en torno a una sexta parte de nuestra facturación. A ellas hay que añadir la medicina general, la dermatología médica, la salud familiar o la atención bucodental, que son otras de nuestras ramas de actuación. Contamos con un centro de I+D+i en Francia, al que dedicamos casi doscientos millones de euros anualmente, dos terceras partes de las cuales se orientan al desarrollo de medicamentos, donde nuestra familia de patentes supera el centenar. En dermocosmética, esa cifra es un 10% superior. El grupo reúne a casi diez mil colaboradores repartidos por cuarenta y tres países al que dedicamos más de 171 millones de euros. 115 millones de euros en las actividades y Medicamento y 56 millones de euros en dermocosmética.. Por tercer año consecutivo, nuestros laboratorios se sitúan entre los mejores empleadores del planeta, según el ranking efectuado por la revista Forbes y el instituto independiente Statista, ocupando el sexto lugar de las empresas cosméticas y el séptimo de los laboratorios farmacéuticos. Igualmente, atendiendo a ese mismo concepto, nos encontramos entre las veinte mejores compañías francesas y la número 111 a escala global. Esos datos nos enorgullecen, pero lo que nos satisface a diario son esos pequeños logros que alcanzamos a través de nuestra labor investigadora. Nada nos complace tanto como saber que, por ejemplo, un niño que sufría atopia severa y no podía dormir por la noche ha podido resolver su problema gracias a una de nuestras fórmulas, de tal modo que ya concilia el sueño, aliviando a sus padres —que tenían que velar permanentemente por su salud— y facilitando la integración del pequeño en su entorno escolar y de amigos. Porque existen enfermedades crónicas de la piel que son ignoradas pese a que, al mismo tiempo, acarrean consecuencias psicológicas derivadas de la propia patología.

 

Le estoy muy agradecido a mi esposa por la comprensión mostrada ante mis frecuentes mudanzas internacionales

La felicidad por mi pertenencia a Pierre Fabre se ve complementada con la de tener a Marion como esposa, una mujer que ha demostrado una gran comprensión con mi carrera profesional, pues las frecuentes mudanzas internacionales reclaman concesiones. Ella, que cuenta con un nivel de estudios similar al mío y con idéntica ambición laboral, podría haber alegado no estar dispuesta a cambiar su rumbo inicial. Nos conocimos en Brasil, donde formaba parte del Departamento de Marketing de Pierre Fabre. Le estoy muy agradecido y, del mismo modo, me siento muy orgulloso al comprobar que Marion ha visto reconocida su valía profesional y goza de una posición estratégica en una empresa multinacional. La satisfacción de ambos se ha visto complementada con la llegada, hace un par de años, de nuestra hija Alba. Ella se ha convertido en nuestro principal centro de atención, lo cual me empuja a esforzarme para no llegar tarde a casa y poder compartir el máximo tiempo con ella, porque esos momentos son irrenunciables.