Olga Valls López
Fotografia cedida
11è VOLUM. Biografies rellevants de les nostres emprenedores

Sra. Olga Valls López

Directiva, empresaria y fundadora de Marbel, S.L.

Texto del 19/11/2018

Educada en los valores del esfuerzo y la responsabilidad, esta emprendedora beligerante contra los clichés machistas mostró desde la infancia su fortaleza de carácter y determinación, cualidades que la han ayudado a sobreponerse a las contingencias vitales. Marcada por la bonhomía de su madre, por cuyo código ético se intenta guiar, ha desempeñado importantes funciones directivas en multinacionales agroalimentarias como Heineken, Gallina Blanca y Panrico. Actualmente lucha por consolidar un innovador y ambicioso proyecto de big data que optimizará la organización y la logística de los establecimientos de restauración.

 

Coherencia personal como guía vital desde la infancia

Aunque los recuerdo como años plácidos y felices, no guardo apenas imágenes precisas de mi infancia, y las que conservo están vinculadas a mis principios vitales. Uno de los primeros recuerdos, de la época de catequesis, en la que me preparaba para recibir la primera comunión, ilustra dos de los rasgos que me caracterizan: por un lado, los valores éticos y las convicciones personales como principio de todas mis actuaciones; por el otro, mi perseverancia y esfuerzo, que me han impulsado siempre a superar todos los obstáculos, y a conseguir los objetivos que me he ido trazando. Como mi hermana había recibido el sacramento en la parroquia barcelonesa de Sant Cugat, yo también empecé a asistir allí a catequesis; sin embargo, no me gustó la forma en que nos preparaban para el sacramento. Aunque yo tenía fe y deseaba tomar la comunión, consideraba que memorizar el catecismo no era la mejor manera de enseñarme el mensaje evangélico, así que me negué a aprendérmelo. Al observar mi actitud díscola, el catequista me avisó de que, si no lo memorizaba, no se me administraría el sacramento, y se entrevistó con mi madre para comunicárselo. Ella me persuadió e insistió para que cediese y lo memorizase, pero me mantuve firme en mis convicciones y finalmente acabé comulgando en la parroquia de Sant Felip Neri. La actuación desde la coherencia con mis convicciones, y el inconformismo ante la injusticia son dos rasgos que, sin duda, conforman mi personalidad.

Se aprende mucho de las equivocaciones cuando somos autocríticos

Otro recuerdo nítido en mi infancia se relaciona con la frustración. A los siete años, había empezado a practicar la natación y pronto empecé a participar en campeonatos. A los diez tuve que competir en mi primer campeonato de Catalunya, en la piscina Sant Jordi, de dimensiones olímpicas. A pesar de que solo teníamos que nadar la mitad de la longitud de la piscina, que eran cincuenta metros, me impresionaron mucho sus dimensiones, ya que yo entrenaba habitualmente en piscina de veinticinco metros, y me sentí, de repente, apocada, por lo que no escuché el pitido de inicio de la competición, me lancé tarde, y no pude quedar en buen lugar en la carrera. Tengo muy presente el sentimiento de impotencia y de frustración de aquel momento; pero, sobre todo, el hecho de haberme dado cuenta de que se aprende mucho de las equivocaciones cuando somos autocríticos. Si las percibimos, objetivamos y analizamos, podemos enmendarlas. El deporte y la competición desde muy pequeña me han acompañado toda la vida.

Honda impronta del negocio familiar hotelero

Mis padres emigraron a Francia y se instalaron en París, donde nació mi hermana Cristina. Mi padre trabajó en la capital francesa en el hotel de cinco estrellas George V, mientras mi madre trabajaba como modista de alta costura. La experiencia de meticulosidad y eficiencia en el lujoso establecimiento parisino acentuó el exigente carácter de mi padre. Al volver a la Ciudad Condal, adquirieron el Hotel Layetana, un céntrico establecimiento de una estrella al lado de la Catedral de Barcelona. Toda mi infancia y adolescencia estuvieron marcadas por el ritmo cotidiano del establecimiento hotelero, en el que residíamos. Por ello convivimos de manera muy próxima e intensa con los huéspedes.

Consecuencias de crecer en el seno de una sociedad patriarcal

En las estancias sociales del hotel experimenté los primeros episodios de abusos machistas que recuerdo. Algunos clientes masculinos, y sobre todo los asiduos del bar, se aproximaban y deseaban entablar contacto físico con nosotras de forma totalmente inapropiada. Yo me sentía incómoda y rechazaba el acercamiento, pero no me daba cuenta de las verdaderas intenciones ni de la gravedad de lo que sucedía. Gracias a esta inconsciencia, tuve la suerte de no vivir aquellos episodios de manera traumática y de que no generasen secuelas psicológicas, sociales ni afectivas.

Una rigurosa educación basada en el esfuerzo

Mis padres habían sido educados y nos educaron en la cultura del trabajo y del esfuerzo; creían que los derechos eran paralelos a las obligaciones. Por ello, y desde que éramos pequeñas, mi hermana y yo nos implicamos en las tareas cotidianas del hotel y siempre fuimos penalizadas cuando no cumplimos con nuestras obligaciones. Mi padre, además, era una persona muy tradicional, estricta y austera. Como me acompañaba a las competiciones de natación, tuve un contacto muy próximo con él, pero chocábamos porque, en aquel entonces, yo no comprendía su rigor y rechazaba sus rasgos más tradicionales y sus comportamientos machistas. Dado mi carácter fuerte, al abandonar la primera infancia, me convertí en su mayor antagonista en casa, ya que manifestaba pública y repetidamente la dureza de sus métodos y le reprochaba que actuase como un tirano. El punto culminante de nuestras tensiones tuvo lugar cuando mi hermana suspendió primero de BUP. Mi padre la forzó a abandonar los estudios y a trabajar en el negocio familiar durante un tiempo hasta que se dio cuenta de la importancia de continuar e implicarse en sus estudios. Aquí es donde mi madre decidió retomar su oficio como modista de alta costura para asumir ella el coste de los estudios de mi hermana en La Salle. Visto con perspectiva, su carácter estricto y su exigencia contribuyeron a que mi hermana Cristina –licenciada en Psicología– y yo pudiésemos acceder a una formación superior y a un bienestar que ellos no tuvieron. Nos enseñó el valor del esfuerzo y de la superación, que me han acompañado siempre, y que son especialmente necesarios en las mujeres emprendedoras.

Cris López, modelo ético y humano siempre presente

Mi madre, Cristina López, Cris para los allegados, ha sido siempre el modelo ético que he pretendido emular. La recuerdo como una mujer tranquila que inspiraba sosiego, muy trabajadora y sumamente tenaz. Su espíritu y actitud vitales eran constructivos y no le gustaban ni las habladurías ni inmiscuirse en la vida de los demás; de hecho, no le oí nunca un exabrupto ni criticar a los vecinos o amigos. En su día a día tenía que compaginar las múltiples tareas que acarreaba el negocio familiar con los encargos que recibía como modista; excelente profesional, trabajó para Santa Eulalia y modistos de renombre de Barcelona, con lo que vistió a la burguesía catalana. A pesar de tener que plegarse, por el modelo sociocultural imperante, a los designios machistas de la sociedad de la época y de mi padre, encontró el modo de conseguir los objetivos que se propuso. La relación que tuve con mi madre se enriqueció a lo largo de los años. Durante nuestra primera infancia se encargó de modo diligente de cubrir todas nuestras necesidades, pero la descubrí como persona durante la adolescencia, cuando empezamos a tener conversaciones vitalmente enriquecedoras. Como mujeres, no solo nos mostró a mi hermana y a mí la importancia de formarnos e incorporarnos de manera competitiva al mercado laboral para ser económicamente independientes, sino que nos empoderó y apoyó para que lo lográsemos. Supo acompañarnos, persuadiéndonos para que escogiésemos la opción correcta, pero siempre sin presionarnos.

La tragedia llamó a nuestra puerta en forma de una leucemia incurable

La tragedia irrumpió en nuestra familia cuando yo tenía veintitrés años. Mi madre no se encontraba bien y una analítica reveló que padecía leucemia. El mismo día en que el médico le comunicó el diagnóstico, ordenó su inmediato ingreso hospitalario. Implícitamente, todos supimos cuál iba a ser el desenlace. Durante trece meses durísimos luchó contra una enfermedad que había ganado la batalla antes de que empezase con el infierno que suponía su tratamiento. Fue un período muy difícil, pero me sirvió para reafirmar y fijar en mi memoria la imagen de sosiego y de bonhomía de mi madre, que no perdió jamás los nervios ni dedicó una mala palabra a nadie.

Crisis existencial a partir del fallecimiento de mi madre que me enseñó que lo importante era amar y ser amado

Hasta la muerte de mi madre había vivido en un entorno austero donde el esfuerzo era primordial para obtener las metas personales; pero, aun así, siempre había resultado estable y confortable. A pesar de mi fortaleza, la desaparición de mi madre supuso perder mi modelo, mi referente; su enfermedad, su agonía y su muerte me hicieron caer en una profunda depresión. Contemplar cómo se iba apagando sin que las agresivas terapias a las que se sometió diesen resultado me hundió y me hizo perder todas mis convicciones. Dejé de tener fe en Dios, en la vida y en el hombre. Pude remontar gracias a la terapia psicológica profesional, que me ayudó a superar el duelo, a diluir los horrorosos recuerdos de sus últimos meses de vida y a fijar en mi mente los buenos recuerdos anteriores. La tomé como modelo y referente vitales, guiándome por su bondad, su fortaleza, su honestidad y sus firmes valores éticos. Una experiencia tan terrible propició una profunda evolución y transformación personales, que me hicieron madurar y me humanizaron. Yo había vivido con cierta comodidad hasta entonces, y me había centrado en tener, en lo que poseía, siempre vestida con ropa de alta costura, universitaria, con coche y con mucha seguridad en mí misma, pecaba de soberbia. Su desaparición me enseñó a ser y a querer. Me di cuenta de que lo importante eran las personas, amar y ser amado, y no las posesiones. Acumular bienes materiales me daría confort, pero solo el amor me realizaría como ser humano.

Segundo episodio de abuso machista y formación en Empresariales y Económicas

De niña quería ser médico, pero enseguida me di cuenta de que sería imposible porque sentía una acusada fobia a la sangre. Después deseé ser piloto e investigué las opciones para conseguirlo, la militar y la civil. Me decanté por la segunda, y de nuevo topé con el machismo imperante. Al ir a informarme con mis padres a una escuela privada de preparación de pilotos, supe que esta aspiración profesional era inasumible económicamente para mi familia. El director y propietario de la escuela, un comandante retirado, también debió de percibirlo porque contactó conmigo para explicarme que existían maneras en especie de financiar mis estudios. Mi ingenuidad juvenil explica que tardase en entender el mensaje subliminal de aquellas desagradables palabras. Finalmente, mi espíritu emprendedor se impuso y estudié primero la diplomatura en Ciencias Empresariales y a continuación la licenciatura en Económicas. Continué compatibilizando la formación universitaria con las tareas cotidianas en el hotel familiar y con trabajos esporádicos como azafata de congresos.

Ambivalente experiencia como azafata de congresos

Ser azafata de congresos resultó ser una vía fácil y rápida de obtener ingresos complementarios esporádicos. Mis padres financiabanla matrícula de la universidad siempre y cuando aprobase las materias, pero no los gastos de mantenimiento cotidianos, de manera que para mí era imprescindible disponer de una fuente de ingresos. Aunque compatibilizar el trabajo como azafata de congresos con los estudios universitarios resultaba sencillo, experimenté el trato machista que recibía en las ferias y los congresos como vejatorio. La indumentaria –era obligatorio que fuésemos con falda– y los comentarios de los congresistas cosificaban a las azafatas; se nos consideraba un simple reclamo o elemento embellecedor. Este sentimiento de repulsa y de rabia me empujó aún más a seguir estudiando y preparándome para dejar de ser considerada un objeto y pasar a ser un sujeto.

Tres meses inolvidables en los Estados Unidos

Durante los Juegos Olímpicos de 1992 conocí a unas jóvenes de Denver que me animaron para que viajase y pasase unos meses en su país. Mi madre se ofreció a pagarme el billete de avión. El dinero ganado como asistente personal de una familia real de Oriente Medio durante las Olimpiadas me permitió cubrir mis gastos, aunque allí trabajé para pagar mi manutención. Aquellos tres meses fueron una experiencia personal espectacular; no solo permitieron que mejorase muchísimo mi nivel oral de inglés, sino que me sumergieron en una realidad sociocultural completamente diferente.

Mi primer trabajo fue como asesora bursátil

Mi primera experiencia profesional fue como asesora de instrumentos financieros de inversiones en bolsa. Dada la especificidad de esta actividad, cursé un postgrado en Gestión Financiera; sin embargo, rápidamente me di cuenta de que no deseaba que mi carrera profesional se orientase hacia este campo porque me sentía incómoda en él por motivos éticos. Mi ocupación consistía en impulsar las inversiones de una variada tipología de clientes, y no podía dejar de pensar que posiblemente estaba persuadiendo a pequeños ahorradores a invertir gran parte del fruto de su esfuerzo vital en una actividad financiera que podía ser muy lucrativa, pero que también conllevaba un cierto riesgo.

Gerente en la cooperativa Hortec

Después de experimentar el duelo y aprender a convivir con la desaparición de mi madre, trabajé durante dos años como gerente en la cooperativa de agricultura ecológica, Hortec. Una experiencia inmejorable para una recién licenciada. La experiencia afianzó mis conocimientos de gestión empresarial y de comercialización. Cuando me incorporé, la cooperativa presentaba considerables pérdidas y acumulaba deudas porque no se había optimizado su organización. Mi tarea primordial fue mentalizar a los cooperativistas de que solo se podían obtener ingresos de los productos que se vendiesen en el mercado. En consecuencia, la cooperativa había de lograr vender la máxima cantidad de artículos posible; artículos que, al ser perecederos, contaban con márgenes de tiempo de venta muy breves. Por ello, para minimizar pérdidas, fue necesario buscar vías alternativas mediante las que vender los excedentes diarios. Aquí coseché mis primeros éxitos logrando ser una de las primeras empresas en vender productos ecológicos en la gran distribución.

Especialización en el ámbito empresarial agroalimentario que me abrió las puertas de Heineken

Elreto que suponía dirigir una empresa agroalimentaria me impulsó a estudiar un MBA en Empresas Agroalimentarias en Les Heures; esta especialización me abrió las puertas para entrar en el proceso selectivo e incorporarme en una multinacional del sector como Heineken. Una vez dentro, su plan de carrera me especializó definitivamente en el sector comercial. Durante el primer año actué desde Barcelona como responsable de cuentas de las cadenas de distribución. Después me trasladaron a Madrid, ya que mi plan de carrera contemplaba el paso por varios departamentos y por la central. Fue una experiencia que no solo ha marcado mi trayectoria profesional posterior, sino que me enriqueció muchísimo personalmente. Me llevé conmigo toda la enseñanza que te ofrece una multinacional en procesos, metodología de trabajo, estructura y capacidad de trabajo en equipo, aprendí de profesionales brillantes que me he ido encontrando a lo largo de mi carrera. Sin embargo, cuando llevaba ya dos años en la capital, a mi padre le detectaron un tumor maligno en el pulmón y decidí abandonar Heineken para volver a Barcelona, a fin de ayudarlo y acompañarlo durante su enfermedad.

Gallina Blanca, un nuevo desafío laboral

En Barcelona, me fichó Gallina Blanca como responsable de cuentas clave en el Departamento de Hostelería, es decir, abarcaba toda la comercialización en aquellos establecimientos que no estaban dirigidos al consumo en el hogar, de manera que reunía a negocios tan heterogéneos como los hoteleros o los de restauración, lo que me aportó una experiencia inmejorable. Aunque seguía trabajando en una multinacional del sector agroalimentario, Gallina Blanca presentaba un perfil y una filosofía empresariales totalmente diferentes, ya que se trataba de una compañía familiar y tradicional de alcance internacional. Entrar a trabajar en Gallina Blanca representó un nuevo y mayor desafío laboral. Aprendí a intraemprender, a proponer mis propias estructuras comerciales, a especializar equipos, a definir mi propio modelo de negocio que me ha acompañado en mi carrera profesional. La heterogeneidad de la hostelería necesitaba de una especialización por canales a la hora de vender para obtener mejores resultados. Definir equipos especializados, dirigiendo una red de vendedores propios, mayoritariamente varones, me permitió obtener grandes crecimientos. Las dimensiones y la investigación e innovación constantes de la compañía me permitieron ampliar mis conocimientos sobre un sector tan importante a nivel nacional como la hostelería y tan ávido de profesionalización, y concienciarme de cómo mi actividad laboral repercutía directa e indirectamente en la sociedad, puesto que las demandas que recogen y exponen los departamentos comerciales son en parte el germen de la investigación e innovación de las empresas agroalimentarias. Abandoné Gallina Blanca por cuestiones personales. Al quedarme embarazada de mi primer hijo sin estar aún casada (una situación poco habitual entonces en la compañía), sentí que no encajaba en una organización que impulsaba tanto las estructuras familiares tradicionales, así que decidí cambiar de empresa, más afín a mis ideas e inmensamente mayor, mi foco de búsqueda se centró en compañías con mayor red de ventas.

Tras la muerte de mi padre, mi hermana y yo asumimos la dirección del hotel

Mi padre murió tan solo cinco años después que mi madre, de manera que a los treinta años me convertí en huérfana de padre y de madre. Además de la desolación personal, en aquel momento mi hermana y yo tuvimos que decidir si proseguíamos gestionando el hotel familiar. A pesar de que ambas estábamos muy involucradas en nuestras respectivas carreras profesionales, decidimos tirar adelante y asumimos de forma compartida la dirección y supervisión del hotel. Siempre he sido una mujer de acción multitarea, y para mí no fue especialmente difícil combinar trayectoria profesional y empresarial y maternidad, por supuesto trabajando mucho.

Los valores familiares determinan el código ético de los hijos

Soy madre de tres hijos: Hugo, de quince años; Álvaro, de nueve, y Paula, de cinco. Ellos son, sin duda, mi mejor creación; somos los padres quienes moldeamos a nuestros hijos según nuestras creencias, convicciones y expectativas. Por ejemplo, nadie nace con una mentalidad patriarcal. Es una visión del mundo y una actitud que el niño adquiere inconscientemente de su entorno familiar y social. La educación machista que hemos recibido nos hace creer que nuestro sexo determina nuestras aficiones y nuestra mirada hacia el mundo. Ambas están más bien condicionadas por nuestro género, lo cual es una construcción cultural, que, en el caso de las mujeres, nos constriñe. Pero, como ejemplo ilustrador, personalmente soy una amante de los coches y, en cambio, me siento muy femenina. Y ser madre no ha significado para mí nunca un parón o una reducción de la actividad profesional. En los tres embarazos he estado el tiempo mínimo imprescindible de baja –dos meses– y siempre he trabajado desde casa durante esas semanas. Al incorporarme, he seguido viajando y desarrollando mis responsabilidades con la misma intensidad de antes.

Traspaso del Hotel Layetana como consecuencia de la crisis de 2008

Tras haber asumido con beneficios durante diez años la dirección y gestión del hotel familiar, la irrupción de la crisis de 2008 redujo drásticamente el número de visitantes a la ciudad y se empezaron a acumular las pérdidas. Ante este escenario y la incertidumbre del momento, mi hermana presionó para venderlo. Yo deseaba adquirir su parte, pero no disponía del capital necesario para hacerme con ella inmediatamente, así que traspasamos el negocio en 2009. Teniendo en cuenta la reconversión en ciudad turística de Barcelona, la inmejorable ubicación del local y el carácter cíclico de las crisis, creo que fue una decisión precipitada.

Diez años en Panrico mejorando los procesos comerciales

Tras dejar Gallina Blanca, me incorporé como jefa de ventas en la División de Hostelería en Panrico, la empresa con mayor fuerza de ventas propia, vendiendo en hostelería con más de 4.000 comerciales en la calle. Han sido diez años de un profundo aprendizaje en un sector muy complejo, he tenido la suerte de intraemprender en una compañía enorme, llegando a crear mi propia estructura comercial con nuevas figuras adaptadas al mercado y acabar dirigiendo el Departamento de Hostelería. Había pertenecido a la familia Costafreda, que la había vendido a una sociedad de capital-riesgo, y sobre la empresa se ceñía la sombra de la incertidumbre, que se acabó traduciendo después en la venta a Bimbo. Era un puesto de gran responsabilidad, ya que gestionaba un equipo comercial de más de sesenta personas y una división que servía diariamente más de 20.000 puntos de venta y de nuevo me debía enfrentar a las características de la comercialización a gran escala de productos perecederos. La difícil situación de la compañía ponía a los departamentos comerciales en el punto de mira, con lo que el desarrollo de nuestra actividad comercial no siempre era fácil. Por ello estoy especialmente satisfecha de la labor que llevó a cabo mi equipo: durante aquellos diez años tuvimos la oportunidad de transformar y optimizar procesos comerciales e internos, innovar, intraemprender, especializar… de manera que aporté con mi tarea mejoras en la estructura y el funcionamiento de la empresa. Sin embargo, a pesar de nuestro esfuerzo y de que los frutos directos de nuestro trabajo eran muy positivos, las pérdidas se iban acumulando y fue necesario llevar a cabo dos Expedientes de Regulación de Empleo. Para un directivo, es muy duro prescindir de un trabajador eficaz, con el que te unen lazos de afecto y de agradecimiento establecidos a lo largo de los años de convivencia. Y es más duro aún en el caso de empleados con cargas familiares. Esta frustrante y cíclica circunstancia laboral en la empresa y las diferencias de criterio en el modelo de gestión coincidieron con mi decisión de tener un tercer hijo, así que opté por abandonar, de forma planificada, el proyecto. Aproveché los meses de baja maternal para formarme en IESE en un programa de Dirección General.

Habilidades imprescindibles para ser un buen director comercial

Para ser un director comercial competitivo es imprescindible ser creativo, ya que es necesario encontrar soluciones, no siempre sencillas, a los problemas que surgen. Además, hay que ser tenaz y luchador, para no rendirse ante los contratiempos externos y los obstáculos internos. También, indudablemente, contribuye ser proactivo y asertivo: resulta imprescindible saber trasmitir tus argumentos y puntos de vista a tus superiores, intercambiarlos de manera constructiva con tus compañeros de rango y, sobre todo, saber comunicarse con los profesionales a los que diriges. Igualmente, hay que saber escuchar a los vendedores, que trasladan las vivencias, las opiniones y los deseos de los clientes a los gestores del equipo comercial. Aunque es imprescindible que un directivo de este ámbito mantenga contactos esporádicos con los clientes para conocer y contrastar sus opiniones, una de sus tareas es recibir, sumar, expurgar, sintetizar y llegar a conclusiones sobre los hábitos y las tendencias presentes y futuras de consumo, a partir de las informaciones de los comerciales.

El comercial, pieza clave en una empresa

El comercial es una figura relevante por dos motivos. En primer lugar, es la voz y la imagen de la empresa en la calle. Por ello, los departamentos comerciales, conscientes de la trascendencia de esta realidad, han desarrollado programas de formación interna que pretenden homogeneizar las actuaciones y los discursos de los miembros de su equipo. Se trata de que los responsables de ventas conozcan, interioricen y difundan el argumentario comercial de la empresa para que todos los clientes reciban los mismos razonamientos y las mismas respuestas. De ahí que una de las funciones de las direcciones comerciales sea explicar y divulgar entre su equipo la necesidad de que asimilen y de que transmitan estos argumentos y estas respuestas estándares a los clientes, aunque ello implique menos autonomía y creatividad en su labor de representación de la firma. En segundo lugar, los comerciales ayudan a la retroalimentación empresarial, puesto que recogen las valoraciones y sugerencias de los consumidores.

Importancia de los estudios de mercado

Las compañías encargan y llevan a cabo numerosos estudios de mercado para conocer los hábitos y demandas del consumidor, para de esta forma ofrecer la mejor experiencia, de manera que cada vez disponen de más información sobre el tipo de comportamientos específicos de sus clientes. No obstante, en un mercado como la hostelería, donde hay más de 350.000 locales, es complejo. Es lógico que encarguen estos estudios de mercado porque la información siempre es poder, y conocer los gustos de los consumidores y las tendencias que los mueven les permite adaptarse a sus necesidades, demandas y preferencias.

Nueva aventura empresarial truncada

Mi exmarido recibió como herencia, juntamente con sus tres hermanos, una preciosa masía del siglo xvii con treinta hectáreas de terreno anexo. Enseguida me di cuenta de que era un lugar ideal para reconvertir en un complejo de alquiler vacacional. El proyecto me entusiasmó y decidí dejar Panrico para planificarlo y ponerlo en marcha. Para ello, elaboré un plan de negocio, ideé la reforma y reconversión del espacio, busqué financiación e invertí todos mis ahorros personales, además de dedicar más de un año de intenso trabajo al proyecto. Yo sentía que mi contribución había sido sustancial para el negocio y aspiraba a ser reconocida como socia, pero no fue así, por lo que me aparté del proyecto. Fue una experiencia traumática, puesto que toda mi implicación, esfuerzo e inversión no fueron correspondidos, como tampoco recibí apoyo de alguien en quien yo confiaba plenamente.

Parejas celosas de los éxitos profesionales o empresariales de sus compañeras

A pesar de los grandes avances legales y sociales que hemos logrado en igualdad, nuestra sociedad sigue siendo tácitamente sexista. Nos movemos y actuamos en función de unos roles aprendidos implícitamente y que reproducimos también de forma inconsciente. Los hombres de mi generación crecieron con el estereotipo social de que el trabajo de las mujeres era complementario económica y profesionalmente. Aunque en mi caso no ha sido así y he sido durante años el sustento económico de la familia, puertas afuera eso no se podía mostrar. De forma implícita se silencia y minimiza a las mujeres; se les ofrece la oportunidad de incorporarse al mercado laboral pero en un segundo plano, otorgando siempre al hombre el protagonismo. No hay que generalizar, por supuesto, se va evolucionando, no obstante, por desgracia, es común que, cuando sus parejas destacan profesionalmente y logran mayor reconocimiento o salario, la relación a menudo se tambalee. Se sienten íntimamente menoscabados y, a no ser que sean capaces de superar el prejuicio y darse cuenta del sentimiento de inferioridad que los domina, el vínculo se rompe.

Discriminación de las mujeres en el ámbito empresarial

Sin duda, las mujeres estamos discriminadas en el ámbito de la empresa. El número de graduadas es cada vez mayor, pero todavía existe un déficit de mujeres con titulaciones superiores vinculadas con la tecnología. Esto explica que el número de directivas o emprendedoras de este sector sea muy escaso. Las mujeres todavía se topan con un techo de cristal que les impide alcanzar la cúspide de la pirámide directiva, en gran parte porque, por desgracia, no se ha erradicado el extendido prejuicio social de que la maternidad trastoca las prioridades vitales femeninas y provoca en las mujeres la pérdida de interés e implicación por su trabajo. No obstante, como gestora de equipos humanos, mi experiencia es que la responsabilidad, el entusiasmo y la implicación laborales son características individuales independientes del sexo y de las responsabilidades familiares. Muchos trabajadores son mucho más absentistas y convidados de piedra en sus puestos de trabajo que sus compañeras madres de familia.

He cobrado siempre un treinta por ciento menos en mis cargos directivos por el mero hecho de ser mujer

Yo misma soy un ejemplo de las dificultades y discriminaciones de las mujeres en el ámbito de la dirección empresarial. He cobrado siempre un treinta por ciento menos en todos mis cargos directivos por el mero hecho de ser mujer, y he tenido que esforzarme el doble que mis colegas varones para recibir el mismo reconocimiento que ellos. Por ende, cuando comuniqué mi primer embarazo, se me sugirió que abandonase las responsabilidades directivas y me dedicase a emprender un proyecto empresarial más compatible, desde su discriminatorio punto de vista, con las responsabilidades femeninas asociadas erróneamente con la maternidad.

Empatía y cooperación femeninas

Los difíciles momentos vividos tras mi separación reafirmaron mi convicción de que nos rodea una gran cantidad de gente bondadosa y altruista, pero sobre todo deseo destacar la ayuda desinteresada que me han prestado las mujeres. Siempre me he movido, y me he sentido cómoda y respetada, en un ambiente muy masculino, ya que, jefes, compañeros o, desde pequeña, mis mejores amigos y en los equipos comerciales que he dirigido predominaban masivamente los hombres, a los que he de decir que debo mis avances en mi carrera, ya que no he trabajado a las órdenes de una mujer, ni compañeras. Al compatibilizar una intensa actividad profesional con la maternidad, no he tenido ocasión de participar en las actividades y red de relaciones (escuela, actividades extraescolares…) en las que predominan las mujeres. Desde mi separación, empero, he podido experimentar la solidaridad femenina y beneficiarme de su altruista entramado de relaciones. Me he sentido muy arropada por mujeres a las que apenas conocía y que me han ayudado por iniciativa propia de forma totalmente desinteresada. Este generoso apoyo es un comportamiento femenino ligado a nuestra capacidad de empatía. Ayudamos porque nos sabemos poner en la piel del otro y porque desearíamos ser ayudadas también en un momento de apuro. En una palabra, sororidad. Desde entonces he participado activamente en grupos femeninos para apoyar el liderazgo femenino, también soy socia fundadora de la asociación WA4STEAM, un grupo de inversoras para invertir en empresas dirigidas por mujeres emprendedoras en el ámbito STEAM, donde no solo se ofrece dinero, sino apoyo y acompañamiento en el difícil mundo del emprendimiento.

Marbel, S.L., apuesta por las nuevas tecnologías y el análisis de datos de consumo

Tras mi separación, mi situación económica era crítica, pero afortunadamente conté con la ayuda y el respaldo de los contactos establecidos durante mis años de ejecutiva. Esta confianza ha posibilitado que entrase a formar parte de Connociam Consulting, consultoría donde he liderado la parte de estrategia comercial y shopper marketing, ampliando mi experiencia en proyectos en multinacionales del sector consumo, siempre en su división de hostelería. A raíz de un estudio elaborado con las Top 100 empresas nacionales y de mi dilatada trayectoria relacionada con el sector de la restauración y la hostelería, surgió mi proyecto Marbel. Por otro lado, la digitalización de nuestra sociedad ha facilitado aún más la recopilación de datos. Nuestro planteamiento empresarial responde directamente a la necesidad del sector de dar luz a un ámbito opaco para optimizar los procesos. Un proyecto tecnológico necesita de mucha inversión. Gracias a profesionales que han confiado en mí, inversores que han invertido en mí, un compañero de IESE que me ayudó a hipotecar mi casa sin contar con una fuente de ingresos fija, mis compañeras de WA4STEAM.

Optimizar los servicios de hostelería a través del big data

El servicio fundamental que Marbel ofrece es conocer información del consumidor y compartirla a través del big data. Marbel es una empresa que nace con la visión de profesionalizar la toma de decisiones en el mercado de hostelería, haciendo uso de la información que los locales del sector tienen y generan. La misión del proyecto Marbel es la de crear una interacción winwin entre marcas y locales. Para ello, se recoge información del local, a través de diferentes tecnologías (wifi, sensores,…) relativa a los consumidores y se genera un espacio de información descriptiva y prescriptiva para que marcas y locales puedan interactuar y tomar acciones en el ámbito de la activación del punto de venta, con el objetivo de atraer y generar más consumo de las marcas y más consumo en los locales. Marbel, a su vez, los pone a disposición de las corporaciones agroalimentarias para que mejoren e innoven en los servicios que prestan a los establecimientos de restauración. Gracias a ello, he recibido el reconocimiento de mis colegas directivas y emprendedoras con el Premio a la Trayectoria y el Premio a la Innovación de la Asociación Talent Femení. Debo agradecer a todas las grandes compañías que me han abierto sus puertas, compañías de todo tipo como Google, Telefónica, San Miguel, Pernod Ricard, y tantas grandes corporaciones que confían en mí.