ORIOL XALABARDER CONSEJERO DELEGADO DE «NEXUS» BARCELONA 19 NOVIEMBRE 2021 FOTO ELENA RAMON
1r Tomo (empresarios). Biografias relevantes de nuestros empresarios

Oriol Xalabarder Anglí – Electra Caldense Holding

ORIOL XALABARDER ANGLÍ

Caldes de Montbui (Barcelona)

6 de julio de 1972

Electra Caldense Holding

 

De formación, ingeniero industrial, también le hubiera gustado cursar de Caminos y Puentes. Es la cuarta generación familiar dedicada al sector de la electricidad y la energía. Desde su sede vallesana, y a través de una quincena de empresas, actualmente desarrolla varios proyectos internacionales. Un hombre inquieto y ávido de conocimiento, que compagina su vocación científica y técnica con la pasión por la historia.

 

Nacido en la comarca del Vallés

La gama de Euler me abrió la mente

Veinticinco años vertiginosos

Primera experiencia profesional en Electra Caldense

Empecé trabajando en catenarias de líneas eléctricas

Crecer sobre seguro

Grupo de quince empresas

Cubrimos servicios donde las grandes compañías no llegan

El pez chico siempre amenazado

Un sistema de dibujo complejo

Poner la lavadora a las tres de la madrugada

Alza en el precio de los suministros y la electricidad

El factor disruptivo de la energía fotovoltaica

Más de quinientos veinte kilómetros de red de media y baja tensión

Cambio climático

Reto de almacenar las energías renovables

Desaparecerán los interruptores

Revolución energética

 

 

 

Nacido en la comarca del Vallés

Llegué al mundo en Caldes de Montbui, población del Vallés situada entre Granollers y Sabadell. De allí son mis primeros recuerdos, jugando y corriendo durante el recreo en el patio de la escuela. Nos divertíamos con una cosa muy tonta: llevar un papel en la frente que se sostenía con la presión del viento, corriendo para impedir que la ley de la gravedad lo hiciera caer. Teníamos cuatro o cinco años, y estudiábamos en las Escuelas Pías antiguas, en el centro de la población, antes de trasladarse en 1977 o 1978. Yo era un niño deportista, aunque no llegué a competir, y tanto podía jugar a fútbol como a baloncesto. También me atraía el conocimiento basado en la memoria. Recuerdo que leía fichas de animales o enciclopedias, sobre todo de ciencia. Por el contrario, aún no me atraían la literatura o la historia, que después me interesaron más.

 

La gama de Euler me abrió la mente

No fue hasta empezar Ingeniería Industrial en la Universidad Politécnica de Catalunya (UPC) cuando me vi obligado a aplicarme y adoptar un método de estudio. Ya no solo se trataba de memorizar, sino de interpretar y razonar. Recuerdo un examen de cálculo y álgebra en forma de test. Incluía diez preguntas, una de ellas sobre la gama de Euler, y ninguna se había explicado en clase. Entonces, entendí que se trataba de comprender cómo funcionaba todo para poder responder incluso lo que no me habían explicado. Ahí empezó lo que realmente fue mi descubrimiento del conocimiento. La verdad es que me planté en la carrera siendo mentalmente un adolescente, poco maduro. Hasta el segundo semestre no me puse las pilas, como se suele decir. Estudié Ingeniería influido por mi padre, aunque a mí también me gustaba.

 

Veinticinco años vertiginosos

Cuando empecé los estudios universitarios, ni siquiera existía Windows, y en la sala de ingenieros de la UPC había una veintena de ordenadores para miles de estudiantes.  Fueron años de cambios tecnológicos galopantes, porque tan solo unos años después, cuando hice el proyecto final de carrera, surgió internet. Eso sí, un internet muy primario que hoy nos parecería risible. Aun así, recuerdo que ya podía acceder a la prensa de aquí a distancia, para estar al tanto de lo que pasaba. Estaba por llegar la revolución de los teléfonos móviles, que han comportado, si cabe, un cambio tecnológico aún mayor.

 

Primera experiencia profesional en Electra Caldense

Mi promoción fue la primera que agotó las plazas de Erasmus. Sorprendentemente, las promociones anteriores no creyeron que fuera una experiencia interesante. Estuve medio año en Trondheim, al norte de Noruega, hasta que mi madre me convenció de que volviera para ayudar en la empresa familiar, donde algunos veranos ya había hecho prácticas a nivel técnico. De regreso, estudié un posgrado de Dirección de Empresas en EADA. Estamos hablando de 1997 o 1998. Así fue como empecé a trabajar en Electra Caldense, una compañía distribuidora de electricidad fundada en 1917 por mi bisabuelo, Avel·lí Xalabarder, gracias a la colaboración de varios empresarios de Caldes de Montbui y una subscripción popular ―a la sazón, una especie de crowdfunding. La empresa se creó a fin de presentarse a un concurso convocado para traer electricidad desde Sabadell hasta el alumbrado público de la población, una iniciativa que también sirvió para electrificar la industria local. Mi bisabuelo Avel·lí fue su gerente hasta 1934, le sucedió un tal señor Serra, y posteriormente ocupó el cargo mi abuelo Eduard hasta que, en 1967, llegó mi padre, Albert, también ingeniero, y le dio el gran espaldarazo. Con mi madre, María Rosa, además de los años dedicados a criar de mis hermanos Albert, Anna, María Rosa y yo mismo, trabajamos varios años en la empresa. Mis dos hermanos mayores ejercieron la profesión de veterinario y farmacéutica, y los dos menores nos vinculamos a Electra Caldense.

 

Empecé trabajando en catenarias de líneas eléctricas

Desde el punto de vista técnico, los cálculos que se hicieron de la estructura de las columnas de la Sagrada Familia de Barcelona creo que son prodigiosos, por ejemplo. En aquella época no tenían ordenadores y es evidente que no improvisaron piedra sobre piedra. Obviamente, Gaudí puso la intuición y la creatividad, pero nada hubiera sido posible sin un calculista de primer nivel en su equipo. Con los puentes pasa lo mismo. ¿Por qué suelen asentarse sobre arcos de formas redondas? En principio, parecería más fácil hacerlos sobre bases cuadradas, pero desde el punto de vista estructural sería nefasto. Estas cuestiones siempre me han fascinado y, una vez licenciado, estuve a punto de cursar Ingeniería de Puentes y Caminos. Sin embargo, empecé a trabajar en otros campos, diseño de líneas eléctricas y catenarias, y la vorágine del día a día disipó aquella idea. En 2004 quise estudiar Historia en la UNED, por placer, pero no encontré tiempo para dedicarle. Eso sí, leo muchos libros de historia, porque me apasionan y me desconectan de la técnica.

 

Crecer sobre seguro

Mis aportaciones a Electra Caldense sobre todo han consistido en actualizar el método de instalación y desarrollar nuevas empresas y modelos de negocio. En los últimos diez años, hemos dado continuidad a la producción de renovables a partir de energía hidráulica, construyendo una central en el año 2010 y ahora con otra en proyecto porque, aunque parezca mentira, en Catalunya aún no se han agotado los emplazamientos donde explotar este tipo de energía. También nos hemos internacionalizado y hemos desarrollado proyectos en Portugal y en Chile. Podríamos haber trabajado más en el extranjero, pero somos conservadores y partidarios de crecer a un ritmo que seamos capaces de soportar. En todo caso, preferimos crecer incorporando socios cuando actuamos fuera de nuestra zona habitual.

 

Grupo de quince empresas

Durante décadas fuimos distribuidores eléctricos, hasta que un buen día decidí que también debíamos operar como distribuidores energéticos en general, empezando con el gas y la energía térmica. Actualmente, también somos operadores de infraestructuras energéticas básicas. Como grupo de empresas, cerca ya de la quincena, estamos en el ámbito de las telecomunicaciones y el autoconsumo. En la empresa madre de Caldes, Electra Caldense Holding, nuestra plantilla cuenta con setenta y seis personas, entre la parte propiamente del holding y la instaladora. En 2016 nos reorganizamos. Por un lado, tenemos empresas en las que conservamos más del 50 % de las acciones, y de las que llevamos la contabilidad, y otras empresas, que podríamos llamar del subholding, en las que participamos con otros socios, generalmente con un 25 % o 30 % de las acciones. Algunos ejemplos son Nexus, una empresa de comercialización de Barcelona, con ciento cincuenta personas en plantilla, de la cual soy consejero delegado. Desde 2004, también estamos presentes en Lleida con una veintena de personas en plantilla. Aquaventus es la empresa con la que operamos a nivel internacional. En total, hablamos de 200 personas en nómina.

 

Cubrimos servicios donde las grandes compañías no llegan

Como Electra Caldense, tenemos doce mil setecientos clientes, el doble de los que teníamos cuando tomé las riendas, de los cuales el 90 % son domésticos y el resto, industriales. Ofrecemos un plus de atención personalizada a las industrias, un servicio que las grandes compañías no pueden proporcionar. Cada una de nuestras ramas de actividad tiene sus propios clientes. Hasta el año 2009, cuando creamos nuestro departamento comercial, exactamente no teníamos clientes porque vendíamos a tarifa. En cuanto a generación de energía, nuestro cliente es el sistema eléctrico. Producimos y vendemos, y el sistema eléctrico, a través de un intermediario, que también puede ser una de nuestras empresas, hace llegar la energía al cliente final. En cuanto a instalaciones, nuestros clientes son pequeñas y medianas industrias, ayuntamientos y centros deportivos que también suelen contratar el mantenimiento con nosotros. Nos encargamos de la acometida y las instalaciones exteriores e interiores. Como distribuidores de energía (gas y electricidad), formalmente no tenemos clientes. Los tienen las comercializadoras. Todo este volumen de trabajo lo asume nuestro personal, pero cuando tenemos picos de trabajo solemos subcontratar alguna empresa, siempre externalizando lo mínimo posible.

 

El pez chico siempre amenazado

Nosotros tenemos un problema que Endesa no tiene. Nuestra dimensión como empresa nos permite una interlocución directa con el director general de Industria y Energía de la Generalitat, que es la máxima autoridad energética del país, lo que es muy positivo. Él nos otorga las autorizaciones para realizar una actuación, y si considerase que no hacemos bien nuestro trabajo, si dejamos un pueblo sin electricidad durante tres días, podría asumir nuestra distribución y derivarla a otra empresa, muy probablemente una de las grandes que controlan el 95 % del mercado español. Por lo tanto, constantemente tenemos el riesgo de no fallar nunca. Por su parte, Endesa tiene tanto poder que no está sometida a esta presión.

 

Un sistema de dibujo complejo

El sector está articulado del siguiente modo: los productores como Endesa son un ente mercantil que, a la vez, tienen una filial dedicada a la generación y que, en teoría, tienen «murallas chinas» con otras filiales. Los generadores son los que ofertan energía al sistema. Luego, hay diversas redes. Por un lado, la red de transporte, con un operador único que es Red Eléctrica; y por otro, la red de distribución, normalmente a cargo de las mismas empresas generadoras, entre ellas, Electra Caldense. Finalmente, está el cliente. Todo esto, en lo que respecta a la parte física por la que circula la energía. Después, está la parte financiera del negocio, la de los comercializadores. Estos se encargan de comprar energía que los generadores han vendido antes al sistema eléctrico, así como pagan dinero por usar la red de transporte y distribución, recaudado por los distribuidores. Según estos dos costes, venden al cliente final. Con ese dinero, los comercializadores pagan a los generadores y distribuidores. De lo que pagan a estos últimos, hay dos partes: los peajes, que son para pagar la red, y los cargos, para costear la política energética del Gobierno. Cuando los distribuidores cobramos, ingresamos el dinero en una bolsa común donde se recauda el dinero de todos los actores del sector (distribuidores, transportistas, Ministerio, generadores de régimen especial, etc.).

 

Poner la lavadora a las tres de la madrugada

El precio de la electricidad ha aumentado desde enero. No es un aumento de verano para aprovechar el calor y el gasto en aire acondicionado; es una tendencia al alza que parece que continuará. Estamos viviendo un momento histórico que va a cambiar el sistema eléctrico de los últimos cien años. El Gobierno, a instancias de la Unión Europea, y a través de los peajes, quiere que el usuario final sea parte activa del sistema, dentro de lo que se denomina transición energética. Para ello, se han habilitado unas herramientas con el fin de ofrecer una variedad de precios según las horas del día en las que exista más o menos consumo. Generalmente, las dinámicas vitales colectivas generan horas punta de consumo eléctrico (al levantarnos, a la hora de comer, a la hora de cenar) que fuerzan la red, para entendernos «los cables», obligando a dimensionarlos para esta punta de consumo. Para desactivar estas horas punta y distribuirlas a lo largo del día, se incentivan otras horas económicamente. Otra cosa es si la justificación de estos cambios y su explicación al consumidor se ha hecho de la mejor manera, que yo creo que no, porque el consumidor solo percibe que la vida se complica sin entender exactamente por qué. No se ha entendido que poner la lavadora a las tres de la madrugada significa asumir ser parte activa del sistema. Estos peajes provocan que algunos usuarios paguen más que antes y otros menos, aunque en global todos pagaremos algo menos, porque el coste de las redes no se ha encarecido, más bien se ha reducido.

 

Alza en el precio de los suministros y la electricidad

El encarecimiento de la electricidad se debe a otras razones. Básicamente, porque la Comisión Europea, para incentivar la producción de energías renovables, ha establecido un mecanismo denominado «bono del CO2» que penaliza a las empresas que contaminan, como cementeras o compañías aéreas, por poner dos ejemplos. En medio año, estos bonos han duplicado su valor, pasando de veinticuatro a cincuenta y seis. Obviamente, esto repercute en el precio de la electricidad. En lo que respecta al gas, ha sucedido algo parecido, y todavía peor, porque el precio casi se ha triplicado, pasando de 1,5 a 3,70 euros. Pero no se acaba aquí: el petróleo es dos veces más caro. No se sabe exactamente qué ha provocado todo esto. Quizá sea el efecto euforia post-covid (si es que podemos utilizar post), o quizá es que los especuladores financieros especulan en el mercado. Sea como sea, el alza en el precio de los suministros y la electricidad en concreto no se debe a los peajes, sino a coyunturas geopolíticas internacionales que no siempre son evidentes.

 

El factor disruptivo de la energía fotovoltaica

La transición energética que pretende que el usuario tome parte activa en el sistema tiene el objetivo final de que cada uno produzca su energía, al menos en lo que a energía fotovoltaica se refiere. El factor disruptivo de la energía fotovoltaica es que, sin apenas mecanismos, y de una manera muy sencilla y doméstica, puede producir electricidad. El sistema basado en grandes centrales (hidroeléctrica, nuclear, térmica) que producen electricidad y la distribuyen a distancia, pronto se verá superado por la energía solar, porque el sol no está localizado en un lugar concreto, como las centrales, sino en todas partes. Instalar una placa carente de todo mecanismo de movimiento, cuyo coste operativo es muy bajo y no tiene apenas mantenimiento, es una manera muy sencilla de empoderar al usuario para que no tenga que depender de terceros. Además, esto generará grandes cambios en el transporte. Si el usuario produce a pequeña escala, no habrá tanta demanda a gran escala y ya no se necesitarán las líneas de tan alta tensión que tanto impacto tienen en el paisaje. La lógica de los nuevos tiempos consiste en aprovechar la energía presente donde uno está, sin necesidad de transportarla a distancia. No todo el mundo lo ve así. Las altas instancias políticas apuntan en esta dirección, pero las grandes compañías energéticas no necesariamente comparten esta estrategia, ya que no son eficientes con centrales pequeñas y operando a pequeña escala.

 

Más de quinientos veinte kilómetros de red de media y baja tensión

Con nuestra red, controlamos aproximadamente doscientos cincuenta transformadores en las tramas urbanas. Desde 2012, tenemos acceso al transporte y a una red de doscientos kilómetros de veinticinco kilovoltios de media tensión que transformamos en cuatrocientos o doscientos treinta kilovoltios para llegar a las casas. Además, contamos con una red de trescientos veinte kilómetros de baja tensión. Nuestro ámbito abarca Caldes de Montbui, Sant Feliu de Codines, Gallifa, Palau-solità i Plegamans, Sentmenat y Sabadell. En Sabadell nos dijeron que no había lugar para la corriente de 110 y que debíamos optar por 220, lo cual creó un conflicto en el que tuvo que mediar la Generalitat, que finalmente nos dio la razón.

 

Cambio climático

Si hablamos de generación, no existe ninguna energía 100 % limpia. Todas, también las renovables, tienen un coste ecológico. Si se consideran más limpias es porque minimizan la emisión de CO2 a la atmósfera. Por supuesto, creo en el cambio climático, pero no lo atribuyo exclusivamente a la actividad humana. Acontece de manera natural. En la historia de la humanidad y de nuestro planeta periódicamente se han sucedido ciclos de calentamiento y enfriamiento. Por lo tanto, no podemos detenerlo, pero sí evitar que se acelere a través del CO2. El problema de las renovables es que solo generan energía cuando hace sol o viento, que no es siempre, y el consumo no se detiene nunca. Por eso creo que es un error acostumbrar a la gente a poner la lavadora a medianoche, porque al final la lavadora la pondremos cuando haga sol o viento o cuando tengamos la necesidad de hacerlo, lo cual nos lleva a la cuestión del almacenamiento.

 

Reto de almacenar las energías renovables

A diferencia de la energía obtenida de combustibles fósiles, las energías renovables no se generan constantemente, solo cuando se dan los fenómenos naturales que las producen. Así pues, el principal reto al que nos enfrentamos es su almacenaje. Se habla del coche eléctrico como una gran innovación. Sin embargo, ya existía a principios del siglo XX. El coche de motor de combustión le ganó la partida, porque almacena energía mucho mejor. Lo comento para que se entienda la importancia del almacenaje cuando hablamos de energía. En la energía hidráulica, se encontró la solución bombeando hacia arriba el agua ya utilizada. Probablemente, una de las soluciones será la batería de litio, pero aún no podemos afirmar que haya suficiente materia prima para fabricarlas durante un largo período de tiempo y que tenga una repercusión en el precio de producción de baterías. También está el hidrógeno, pero tiene sus riesgos, como vimos en tiempos de los dirigibles o zepelines, pasto fácil de las llamas, aunque la tecnología está avanzando mucho. Más allá de las baterías de litio y el hidrógeno, llegarán los ordenadores cuánticos, que facilitarán la interacción económica entre dos vecinos productores, de manera que uno venderá la energía sobrante al de al lado: sin duda, la culminación, el último estadio, de la transición energética.

 

Desaparecerán los interruptores

Mi padre se jubiló en 2007, y desde entonces no ha parado. La verdad es que no interfiere en mis decisiones y siempre está ahí para lo que necesite. Uno de nuestros debates eternos es cómo competir con los electricistas en lo que respecta al cliente doméstico y las casas particulares, porque el electricista, que trabaja solo, tiene la ventaja de que toma las decisiones al instante. En cambio, nuestros técnicos, que forman parte de una cadena de mando, no toman decisiones, principalmente ejecutan. Por eso nos hemos especializado en empresas más que en clientes domésticos, y especialmente en empresas medianas, ya que es difícil trabajar con las grandes. El mundo de las instalaciones es muy cambiante. En un futuro no muy lejano, no habrá interruptores en las paredes y las luces se encenderán a través del móvil, y espero verlo.

 

Revolución energética

Me gusta la tecnología en general. En lo que respecta a la energía, me gusta más la hidráulica que la aerodinámica. Sin la energía hidráulica no hubiera existido la revolución eléctrica a principios del siglo XX. Sin centrales hidroeléctricas, el mundo no sería tal y como lo conocemos hoy. La electricidad ha llegado para quedarse porque, aunque nos parezca que no, el mundo tiene un límite, los recursos tienen un límite y vivir de los combustibles fósiles es un error. Hoy se está demostrando otro paradigma que yo mismo anticipé hace años: la energía renovable será más barata que la energía fósil. Falta resolver sus problemas de almacenaje y distribución, con unos costes aún por cuantificar, pero no se puede competir con el coste cero en combustible de la energía eólica o fotovoltaica, una vez amortizada la inversión de las instalaciones. Hasta ahora, el coste energético siempre iba en alza. A partir de ahora, solo disminuye. La actual revolución energética sobre todo es medioambiental, pero también, y mucho, económica. Ha llegado la hora de dejar de llenar las arcas de países cuyo único mérito es tener petróleo en su subsuelo. En buena medida, la sostenibilidad económica de Europa y el mundo occidental depende del éxito de esta revolución.