Sr. Tres Casas
2 Tomo (empresarios) biografías relevantes

Sr. Daniel Tres Casas – Tres Grifería

 

DANIEL TRES CASAS

Ordal (Barcelona)

1948

Cofundador de Tres Grifería

 

 

31-5-2022

 

Dispuesto a entregar su vida a la empresa y con la misión de generar riqueza y transmitir seguridad a su equipo humano: así se confiesa este emprendedor que, en seis décadas, ha generado un sinfín de compañías con sus propios recursos y que ha apostado por la producción local. A través de firmas auxiliares, controla todo el proceso de fabricación de la grifería, donde la entidad familiar se ha labrado un nombre y un prestigio. Todo empezó con un grifo para vino. Hoy sus soluciones se abren paso en toda Europa.

 

 

 

Un invento de mi padre desestimado por su superior se convertiría en el embrión de una empresa competidora

Soy el segundo de cinco hijos de una familia que vivía en una masía de Ordal. Ese origen marcó nuestras vidas, ya que, desde la infancia, contribuíamos a las labores propias de la economía doméstica, de tal modo que, al salir de la escuela, invertíamos tiempo en ayudar con las tareas que se podían realizar. Nuestra educación correspondió mayoritariamente a los abuelos maternos, Pau y Matilde, dado que los compromisos laborales de nuestros padres, Jaume y Asunción, les mantenían demasiado ocupados. Aun así, Asunción compaginaba las funciones de ama de casa con una tienda que regentaba en el pueblo, donde comercializaba tanto ropa como calzado o perfumes. Conocida como «El Corte Inglés de Ordal» por su amplia disponibilidad de producto, había sido fundada por los abuelos, quienes acudían a Barcelona a proveerse. A nuestro padre le veíamos menos, pues trabajaba en Metalúrgica Carnisser, en Sant Feliu de Llobregat, y la escasa frecuencia de autobuses de línea le mantenía en esa localidad de lunes a viernes. Mecánico de profesión y hombre de gran inventiva, era el jefe de taller de esa compañía dedicada a la fabricación de grifería y que abarcaba todo el proceso productivo. Un día le presentó al dueño un grifo para vino que había desarrollado. El directivo desestimó esa innovación, y, años más tarde, ese prototipo sería el embrión para el despegue de una firma competidora.

 

Afán de superación constante inculcado por la familia

De mi padre heredé el espíritu trabajador, la inquietud por buscar nuevas soluciones y la honradez. Era una persona exigente, meticulosa y perfeccionista. El talante trabajador creo que se lleva en los genes, independientemente que nuestros progenitores pudieran haber inculcado en nosotros los valores del sacrificio y el afán de superación constante. Desde niño alimenté el deseo de que mi vida no quedara en el anonimato, pues mi ilusión era dejar huella de mi paso por este mundo y contribuir a mejorarlo. Aparentemente, ese objetivo se revelaba difícil de alcanzar en un pueblo tan pequeño, cuya escuela únicamente lograba darnos una educación un poco mejor comparada con la que tuvieron nuestros abuelos. Mi carácter pragmático, que me llevaba a interesarme por sumar y multiplicar pero despreocuparme de restar y dividir, me hizo abandonar la escuela. Al día siguiente había hallado trabajo en una pequeña empresa del pueblo que fabricaba cajas de cartón a razón de tres pesetas la hora. Bajo ningún concepto deseaba que mis padres me mantuvieran o que me entregaran una determinada asignación. Para mí era una satisfacción conseguir mis propios ingresos. Fui ahorrando esa modesta retribución recibida en la fábrica de cajas y, cuando había acumulado mil quinientas pesetas, acudí a Ciclos Sants, en la Rambla de Vilafranca del Penedès, para comprarme una bicicleta. Montar en bici era una de las actividades que más me gustaba. Sobre ella me sentía como un rey.

 

El dueño profetizó: «Se marcha para ir a más; y nosotros iremos a menos»

A ese primer empleo en Ordal le siguió el de ayudante de albañil, antes de aterrizar, a propuesta de mi padre, en Metalúrgica Carnisser, en calidad de aprendiz, donde sustituí a mi hermano Santi, el primogénito. De mi paso por esa empresa guardo en la memoria dos anécdotas en especial. La primera tuvo lugar un sábado, cuando, realizando el mantenimiento de un gasómetro, éste explotó. Mi padre y yo sufrimos quemaduras de consideración de las que, afortunadamente, logramos recuperarnos. La segunda ocurrió el día en que decidí poner fin a mi etapa en la compañía. Mientras aguardaba a que el dueño me entregara el finiquito, éste me señaló y le dijo a su sobrino: «Se marcha para ir a más; y nosotros iremos a menos».

 

A nuestro padre le correspondió la custodia del barco Uruguay donde permanecía encarcelado el Govern de la Generalitat

La Guerra Civil constituía un tema recurrente de conversación en nuestro hogar. No resultaba extraño, toda vez que ese capítulo bélico lo sufrieron de manera directa. En la contienda no solo falleció uno de los hermanos de mi madre sino que a nuestro propio padre le correspondió combatir. Él había sido alistado en la Marina y, cuando el Govern de la Generalitat fue detenido y encarcelado en el barco Uruguay a causa de la insurrección de octubre de 1934, le asignaron las labores de custodia. A menudo nuestro progenitor nos explicaba todos aquellos sucesos, cómo se había procedido a armar a la población civil, lo cual había provocado una situación incontrolable, con el asesinato de monjas y sacerdotes en lo que constituyó una escalada de violencia que desembocó en el estallido del conflicto. En los pueblos el ambiente resultaba todavía más enrarecido, dado que todo el mundo conocía con qué bando se identificaba cada cual, generando episodios muy incómodos. Muchos recurrían a ocultarse en los más extravagantes escondrijos con el objetivo de evitar represalias. Es el caso de algunos religiosos que proliferaban en Ordal, muchos de los cuales fueron víctimas de aquella espiral de violencia. Algunos de ellos fueron declarados mártires hace unos años por el Papa Juan Pablo II.

 

La capacidad de crear y fabricar es nuestro mayor orgullo

Los tres años invertidos en Metalúrgica Carnisser me sirvieron para aprender el oficio, a lo cual añadí unos estudios de delineación que realicé por correspondencia. Durante ese tiempo, en una parte de la masía habíamos habilitado un pequeño taller en el que, con Santi, nos propusimos llevar a cabo nuestros propios desarrollos. Disfrutaba enormemente con el trabajo y no me importaba dedicar horas diurnas y nocturnas con todo el aprendizaje acumulado, confeccionando planos y trazando perspectivas de manera incansable, como corresponde a alguien que se encuentra joven y con plena vitalidad. Mi mayor divertimiento lo encontraba en aquella actividad. Aprovechando el prototipo de nuestro padre, diseñé un grifo de vino atractivo y, tras conseguir un molde, y con la ayuda de un fundidor, obtuvimos las primeras piezas que nosotros mecanizábamos. Las limábamos, pulíamos y cromábamos en otra empresa externa y, finalmente, las montábamos en casa. Testamos los grifos con toneles de vinagre y de moscatel, para contrastar si reaccionaban ante el ácido o el azúcar. El resultado fue óptimo, pues, a diferencia de los grifos convencionales, el chorro era tan homogéneo como el del aceite, sin generar espuma. A ello se le añadía la incorporación de un filtro que evitaba la entrada de mosquitos y se completaba con un diseño cromado muy estético. Otorgamos la representación a un enólogo zaragozano y la distribución a la ferretería Ustrell de Vilafranca del Penedès, lo cual nos permitió expandir ese innovador grifo entre un gran número de bodegas y negocios vitivinícolas. Hay que decir que en nuestro ADN se halla la virtud creativa; es un orgullo tener la capacidad de crear y fabricar. De ahí que me sulfure comprobar que la globalización ha dinamitado todo el tejido industrial del Baix Llobregat, al haber trasladado la producción a Asia, regalándoles la tecnología y el know how sin haber calculado que, transcurridos unos años, esos países tendrían trabajo y nosotros, paro.

 

Sería deseable que Europa recuperara su industria y emergieran empresas familiares con espíritu industrial

Al haberse destruido ese tejido industrial, nos hemos visto obligados a crear toda una serie de empresas auxiliares independientes para asegurarnos la capacidad de llevar a cabo todo el proceso de fabricación: fundición, mecanización, limado, pulido, cromado, montado… Incluso disponemos de un Departamento Técnico de Ingeniería que diseña y fabrica los moldes, los utillajes y algunas de las máquinas que utilizamos en Tres Grifería. Asimismo, algunas de esas compañías las creamos sobredimensionadas, con el objetivo de que, además de cubrir las necesidades de nuestras propias empresas, pudiesen prestar servicio a otras firmas. En cualquier caso, estos recursos propios nos proporcionaron una gran independencia y nos permitieron ganar cuota durante etapas de crisis, pues tenemos una gran capacidad para innovar, reaccionar y adaptarnos a las necesidades del mercado. Sería deseable que Europa recuperara su industria y emergieran empresas familiares, con alma industrial y reticentes a vender sus compañías, hecho que al final despoja de sentido y de riqueza a esas organizaciones. Como también sería justo que los fondos Next Generation fueran más accesibles a empresas familiares y pymes. Son justamente estas las que constituyen el principal motor económico del país.

 

Llegamos a fabricar una cifra enorme de grifos de vino

Poco después de haber arrancado Tres Grifería, invitamos a nuestro padre a abandonar Metalúrgica Carnisser y sumarse a nuestro proyecto. Se involucró de lleno en él y aportó nuevos desarrollos, como un grifo de cocina con base de acero inoxidable que conseguía mayor durabilidad y eficiencia. Ni que decir tiene que su grifo de vino logró un éxito enorme, expandiéndose por toda España, especialmente en La Rioja y Andalucía. En Jerez de la Frontera los incorporaban a pequeños barriles de licor para la exportación a Rusia, hecho que contribuyó a que llegáramos a fabricar una cifra estratosférica. Aunque no tengo alma comercial, durante año y medio me dediqué a viajar con una maleta por toda Catalunya para promover nuestros productos, en una etapa en la que ya habíamos incorporado la grifería sanitaria.  Hubo un momento en el que nos dimos cuenta de que debíamos contratar a alguien que realizara el trabajo comercial. No solo para que pudiera dedicarme a mi pasión ¾innovar¾ sino porque estábamos creciendo y necesitábamos a un profesional. Es por ello que decidimos contratar al primer vendedor, como representante. Esta decisión supuso un antes y un después, pues las ventas de multiplicaron. En esas fechas se incorporó al negocio el menor de los hermanos, Joan Josep.

 

Contamos con unas instalaciones de treinta mil metros en las que trabajan más de trescientos profesionales

A nuestro lado, Joan Josep aprendió el oficio y se hizo responsable de la fabricación. De este modo, a su cargo quedó la mecanización y la producción, mientras Santi asumía la administración y el apartado comercial y, bajo mi responsabilidad, recaían los departamentos de compras, recursos humanos, diseño y producto. Aquella empresa nacida en nuestra masía había asistido ya a distintas ampliaciones. La primera de ellas en el propio pueblo de Ordal, pues el espacio inicial se nos había quedado pequeño. En un segundo lugar, decidimos expandimos a Vallirana, donde seguimos actualmente. Adquirimos un edificio de ocho mil metros cuadrados al que trasladamos la producción una vez rehabilitado. En ese momento éramos conscientes de la capacidad de crecimiento que podríamos llegar a tener y Vallirana suponía un punto clave, pues se encuentra cerca de Ordal, pero con una mayor accesibilidad para el transporte y atracción de empleados. Las progresivas ampliaciones nos han llevado a reunir, en la actualidad, unas instalaciones de treinta mil metros, en las que trabajan más de trescientos profesionales. A ese equipo humano hay que añadir todas las personas que operan en nuestras filiales en Francia, Italia, Portugal, Alemania, Reino Unido y Polonia, donde contamos con una nave de dos mil quinientos metros sobre un terreno de diez mil, y que actúa como central de distribución a distintos países de la Europa del Este. Para mí es un orgullo poder ver lo que hemos construido y saber que generamos un impacto positivo.

 

La internalización de la empresa la llevamos a cabo desde Polonia

El desembarque en Polonia lo propició el Copca, el Consorci de Promoció Comercial de Catalunya, una iniciativa impulsada en 1987 por el Govern de la Generalitat y que se reveló como un instrumento muy útil para la internacionalización de las empresas. Empezamos a exportar gracias al apoyo de esta institución que tenía su sede en la calle Tuset, junto a la avenida Diagonal, en un edificio que también albergaba la Escuela de Altos Estudios de Comercio y que nutría de jóvenes profesionales al Copca, que los distribuía por sus delegaciones en prácticamente todas las principales ciudades del mundo. De este modo, si deseabas introducirte en un determinado mercado, te ponías en contacto con la oficina correspondiente y les solicitabas que te facilitaran clientes y te concertaran visitas en ese país. A partir de esa primera prospección resultaba mucho más sencillo abrir mercados. He viajado mucho a China, lo cual me ha permitido constatar el gran error que ha supuesto la globalización, paradójicamente alentada desde ciertas escuelas de negocio, a las que me he brindado a ofrecer mi particular visión sobre este fenómeno. La globalización posiblemente ha permitido despertar conciencias, pero a través de ella sus principales impulsores, los americanos, han contribuido a generar un temible contrincante en sectores industriales en las que antes eran los dominadores absolutos. Si todos los países hubieran observado las mismas reglas este proceso habría sido distinto, pero a la globalización cada civilización ha concurrido con su propia baraja de cartas, por lo que el resultado solo puede calificarse como tramposo. Los americanos, aunque sea tarde, también se han dado cuenta del error cometido en su día y ahora intentan dar marcha atrás y recuperar la producción local.

 

Una organización como la nuestra necesita a personas que entendieran las distintas facetas del negocio

La profesionalización e internacionalización resultan claves en cualquier empresa para su correcto desarrollo. En nuestro caso, este proceso lo iniciamos a finales de la década de los 90. Duró aproximadamente cinco años, y nos permitió constatar que una organización como la nuestra necesitaba a personas que entendieran las distintas facetas del negocio; algo nada fácil porque, a lo largo de todo el proceso productivo, intervienen empresas de distinta índole. Tras pensarlo detenidamente, reuní a mis hermanos y decidimos que Joan Josep, el más joven, debía ostentar la dirección general. La compañía cuenta con capacidad tanto para producciones masivas y básicas, que se realizan de manera robotizada, como para fabricar artículos con diseños de alta gama, incluidos los que cuentan con acabados en oro. Creemos en esta filosofía industrial orientada a fabricar lo que necesita el mercado y deseamos que siga emergiendo juventud con vocación empresarial de futuro y no solo con el propósito de fundar startups orientadas a generar necesidades. Europa necesita reindustrializarse y nutrirse de jóvenes emprendedores con mentalidad de largo plazo.

 

Queremos devolver a la sociedad parte de lo recibido de ella contribuyendo a mejorar la calidad de vida de las personas con síndrome de Down  

Tres Grifería actúa como un grupo industrial de empresas que aplican el just in time, pues fabricamos según pedido, con un plazo inferior a los cuatro días desde que recibimos el encargo hasta que formalizamos el servicio. En el mismo intervienen Tres Comercial, con el cometido que su nombre indica; Grifería Tres, S.A., orientada a la mecanización y a la fabricación; Alta Cruz, centrada en la fundición; Tres y Mas de Enginyeria, S.L., que engloba el Departamento Técnico, donde se diseñan los productos, los moldes, el utillaje, etc., y que cuenta con una quincena de ingenieros; González y Manzano, S.L., empresa fundada por unos antiguos socios, dedicada al limado y al pulido, y que acabamos adquiriendo; Copey Park, S.L., que asume las labores de cromado, pintado, galvanizado y acabados especiales; Faucet Parts Manufacturers, S.A., dedicada al montaje; y Ruñer, S.A., que aglutina la logística, incluyendo expediciones y almacenaje. Por otra parte, en 2016 adquirimos la startup Bnstar, que asume los proyectos orientados a las nuevas tecnologías. Junto a estas entidades, también disponemos de las filiales europeas y de la Fundació Privada Jordi Tres Casas, que incorpora el nombre del benjamín de la familia, quien falleció el año pasado. Sensibilizados con la patología que sufría nuestro hermano, impulsamos una entidad sin ánimo de lucro que, en colaboración con Univers Penedès, emplea a personas con síndrome de Down y con riesgo de exclusión social en la antigua fábrica de Ordal, orientada al montaje y el empaquetado de los grifos económicos. Queremos devolver a la sociedad parte de lo recibido de ella contribuyendo a mejorar la calidad de vida de estas personas. Creo que esta iniciativa halla su origen en los valores heredados en nuestro hogar, donde se respiraba una cultura de solidaridad que resultaba especialmente común en las pequeñas poblaciones, donde todavía se sigue respirando ese espíritu. Cuando existen unas necesidades a cubrir, no es necesario realizar una colecta específica o un llamamiento porque los vecinos acuden espontáneamente a ayudar como convenga.

 

Vivo en la insatisfacción permanente

Al margen de las empresas reseñadas, dispongo de otras compañías que he impulsado personalmente o con la contribución de mi esposa, al igual que mis hermanos también han fundado negocios propios. Siempre he albergado una gran inquietud emprendedora y, a mis setenta y tres años, tengo aún muchos proyectos en mente que me gustaría poner en marcha. Llevo seis décadas trabajando, levantando empresas a través de hipotecas, pólizas, créditos de banco y recursos propios, pero rechazando cualquier propuesta de compra, cuya primera decisión sería despedir el máximo número de empleados para obtener la máxima rentabilidad a fin de revender cuanto antes la compañía. Advertí de mi carácter a mi esposa Teresa, a quien aprecio por el apoyo incondicional recibido, poco antes de contraer matrimonio. Vivo en la insatisfacción permanente y en el epitafio de mi lápida quiero que así quede reflejado, porque lo volvería a hacer. Aunque los resultados sean positivos, siempre pienso en que se pueden mejorar. A pesar de todo, la ilusión que me embarga nunca se ha visto menguada.

 

Dispuesto a entregar la vida por la empresa

En estos momentos nos hallamos en pleno relevo de la generación fundadora para dar paso a la segunda. Afortunadamente, contamos con unos continuadores muy válidos. El protocolo establece que en la compañía tiene que haber un representante de cada rama familiar, pero que la esencia de la empresa debe respetarse. Ya trabaja con nosotros Sílvia, la segunda de nuestras dos hijas, y que, como Mònica, la primogénita, estudió Económicas. Sílvia estuvo trabajando en un banco en Andorra, y, posteriormente, en una empresa holandesa de servicios corporativos internacionales en Barcelona. También se ha incorporado a nuestra firma Eloi, hijo de Joan Josep y centrado en el departamento de marketing, donde está desarrollando una muy buena labor. En la empresa, nuestra hermana Maria Rosa ostenta una participación menor y su hijo, Pau, que tiempo atrás formó parte de la compañía y cuenta con un alto conocimiento sobre el proceso de producción, tiene previsto su reingreso en un futuro. En un primer momento, tanto Joan Josep como yo supervisaremos la labor de esta segunda generación. Mientras mi mente se mantenga clara, tengo previsto acudir a la fábrica a diario; en silla de ruedas si es menester. Conservo intactas, o incluso renovadas, mis ilusiones profesionales, y he sido capaz de entregar mi vida por la empresa.

 

Me mueve generar riqueza y seguridad entre los trabajadores

Cuando se declaró la pandemia, decidí dirigir una carta al equipo humano de la compañía. Con la ayuda del jefe de recursos humanos, redacté un mensaje en el que quise transmitir a todo el equipo que estuvieran tranquilos, que descansaran, que se centraran en cuidar a sus familias y no se preocuparan, porque Tres Grifería garantizaría que las nóminas se abonaran cada mes. Pese a las limitaciones reglamentarias, fuimos capaces de mantener la actividad observando determinados protocolos para evitar los contagios, como reducir el número de profesionales en las plantas, flexibilizando los turnos para evitar la coincidencia en las entradas y salidas y permitiendo que, periódicamente, y aprovechando las ausencias de profesionales en las instalaciones, una empresa especializada procediera al desinfectado total. En las dos primeras semanas nuestro almacén quedó vacío, pues partieron un sinfín de expediciones hacia nuestra central en Polonia, donde todavía no se habían adoptado medidas y continuaban operando con la más absoluta normalidad. Aquella carta que remitimos a la plantilla fue acogida con gran satisfacción, pues logró transmitir la tranquilidad que deseábamos en ese crítico momento. Me siento honrado de decir que muchos de esos empleados han acudido posteriormente a mí para expresarme su agradecimiento. Ese apego a la compañía, conseguido a través de detalles como este, ilustra el trato que deseamos dispensar a nuestro personal. Mi trabajo me apasiona y es lo que me mueve: generar riqueza y seguridad entre los trabajadores. Solo le pido a Dios salud para continuar con esa misión y seguir generando puestos de trabajo. Mi deseo es morir caminando por la fábrica.