Sr. Guillén
2 Tomo (empresarios) biografías relevantes

Sr. Joan Guillén Guillén – Servidel Global Business

 

JOAN GUILLÉN GUILLÉN

Deltebre (Tarragona) 1957

Gerente y administrador de Servidel Global Business

 

 

 

25-10-2022

 

Este profesional encarna a un genuino self-made man: el empresario que supo labrar su futuro a base de inquietud, curiosidad y experiencia, extrayendo lecciones incluso de aquellos capítulos que resultaron fallidos. Pudo haber recalado en México o en Uzbekistán, en el sector de la charcutería o en el textil; sin embargo, finalmente, acabó estableciéndose en la zona que le vio crecer en el ámbito de la obra pública, aprovechando toda la sabiduría acumulada desde los más variopintos sectores que ha llegado a transitar.

 

 

Puedo adivinar que mi padre, que era ganadero, tenía alma empresaria pues acudía con frecuencia a ferias sectoriales

La mía no resultó una infancia sencilla. La tristeza embargó nuestro hogar cuando yo, el menor de cinco hermanos, contaba con apenas cuatro años. Recuerdo aquella tarde en la que mi progenitor, Pelegrín, tras dejarme en casa, cogió la moto y ya no lo volvería a ver. Un accidente de tráfico truncó su vida a temprana edad y nos dejó huérfanos de padre. Pese a todo, el recuerdo de su rostro quedó grabado en mi memoria, como también tengo presente a nuestra madre, Leonides, una mujer tan excepcional que no hay palabras que puedan definirla. Ella y mi padre habían emigrado desde Teruel hasta La Cava, una pedanía de Tortosa que, el 20 de mayo de 1977, pasaría a integrar, junto a Jesús i Maria, el municipio de Deltebre. Él era ganadero y puedo adivinar que tenía alma empresaria, pues acudía con frecuencia a ferias sectoriales para negociar la compra de reses. Aunque le conocí muy poco, sí pude saber que, durante la Guerra Civil, permaneció en prisión, y que nuestra madre, mujer de gran determinación, fortaleza y valentía, recorría en pleno invierno unos 30 kilómetros a pie desde su pueblo natal en Cedrillas hasta la capital turolense para llevarle comida: un descomunal ejemplo de amor.

 

Valores de compromiso, dedicación y confianza que he aplicado a mi empresa, inculcados por mi madre

La vitalidad de nuestra madre queda patente con esa hoja de servicios que dejó, al criar a dos hijas mayores y tres pequeños varones y simultanear las tareas domésticas con la gerencia de una carnicería. Su sacrificio permitió a nuestra familia salir adelante. Al ADN empresario de mi padre se le añadía la capacidad de gestión de mi madre, quien exhibió las virtudes necesarias para regentar el negocio. Nos educó con su ejemplo, al tiempo que nos inculcó los valores necesarios para que el día de mañana supiéramos abrirnos camino con la máxima honestidad. Tres de esos valores —compromiso, dedicación y confianza— los cultivó a lo largo de su trayectoria y me quedaron tan grabados que, en la actualidad, aparecen reflejados como señas de identidad en mi empresa. No fui el único de los hijos que se nutrió de ese espíritu emprendedor de nuestros progenitores, a la vez que mi hermana María también gestionó una carnicería, y mi hermano Álvaro fundó varias compañías de envergadura, entre ellas el Gran Buffet Cambrils, restaurante que llegaba a atender a mil clientes al día.

 

La condición de empresario no se adquiere en la universidad

Mi escolaridad transcurrió en La Cava, pero mi etapa estudiantil se truncó cuando tenía trece años. En junio, tras haber finalizado tercero de Bachillerato, mi madre me despertó de buena mañana y me espetó: «Levántate de la cama, que te vas al mercado». En ese momento, disponíamos de una carnicería en el casco urbano del pueblo y de dos paradas en el mercado. Fue así como, casi sin darme cuenta, me introduje en el entorno laboral, aprendiendo a cortar carne al lado de mi hermana. Siempre he sido de la opinión que la condición de empresario no se adquiere en la universidad, sino que viene condicionada por la genética y se consolida a partir de las experiencias con que la vida te va sorprendiendo, entre las que se cuentan no solo las laborales, sino el afán de innovar, la curiosidad, el amor por formarse a través de la lectura o la capacidad de implicarse en la sociedad mediante asociaciones, acciones políticas, etc. En mi caso, me vi forzado por las circunstancias a abandonar los estudios cuando aún era muy joven; porque, una vez concluido el verano, ya no me reincorporé a la escuela, sino que proseguí en el negocio familiar. Mi madre, que invertía largas jornadas de trabajo, tanto en la tienda como en casa, poco tiempo disponía para relajarse con sus hijos; pero, aun así, recuerdo vívidamente una de las frases que solía repetirme cuando nos sentábamos a la mesa: «Hijo mío, júntate con gente que tenga más que tú y que sea más inteligente que tú».

 

Con dieciséis años, asumí la regencia de una carnicería

En esa vida de continuo aprendizaje y asunción de nuevos retos, di un paso adelante al cumplir los dieciséis. Mi hermano Álvaro había decidido ampliar el negocio familiar con la apertura de una carnicería en Miami Platja, junto a L’Hospitalet de l’Infant, donde alquiló unos bajos que rotuló con el nombre de Carnicería Los Maños. Y ya desde el mismo día de la inauguración, me puso al frente en solitario de la tienda. Recuerdo perfectamente esa primera jornada, en la que, temprano en la mañana, había una veintena de personas haciendo cola aguardando a que levantara la persiana, todas ellas extranjeras: franceses, alemanes, ingleses… Álvaro se encargaba de suministrar la materia prima y de otros asuntos relativos al negocio de nuestras tiendas, pero la atención al público en este nuevo local me correspondería exclusivamente a mí, lo cual no resultó sencillo, teniendo en cuenta que la clientela era foránea. Pero supe afrontar esa situación con esfuerzo y, también, con formación. Para ello, había contado con el concurso de un carnicero de París, ciudad donde se concentran los mejores profesionales en el oficio, quien además de enseñarme a tratar de forma óptima la carne, asimismo me transmitió otros muchos conocimientos indispensables para la correcta atención al público. Esta experiencia laboral me ayudaría a consolidar el francés, cuyo primer contacto había sido en la escuela, además de darme nociones de alemán y, al mismo tiempo, de introducirme en la psicología de los clientes, a fin de poder brindarles un óptimo servicio y conseguir su plena satisfacción.

 

Unas elecciones presidenciales en México cambiarían mi rumbo profesional

El afán de progresar en ese negocio me llevó a perfeccionar, asimismo, el oficio charcutero. A ello también contribuyó la instalación, en un local cercano, de un competidor que había logrado arrebatarme buena parte de nuestra clientela alemana. Dado que en esa faceta los maestros eran los germanos, decidí acudir a Alemania para profundizar en esa disciplina. Tenía apenas veintidós años, llevaba menos de un año de matrimonio con mi esposa, Margarita, y acababa de nacer nuestra primogénita, Jéssica. Todavía estaban ambas en la clínica cuando partí hacia Östringen. Invertí mes y medio en una empresa familiar charcutera, donde adquirí un gran conocimiento sobre la elaboración de sus productos. Una vez finalizado ese valioso aprendizaje, compré una máquina específica para fabricar nuestros propios embutidos bajo esa fórmula. Dos años después, recibí una propuesta de trasladarme a México para abrir una fábrica de charcutería alemana en el Distrito Federal. Como en esa ciudad residía una importante colonia germana, se presagiaba una nutrida clientela. Mantuve una reunión de alto nivel con representantes del Gobierno mexicano, impulsor de este proyecto empresarial. La iniciativa estaba supeditada al resultado de las elecciones presidenciales, a finales de 1982. Si José López Portillo revalidaba el cargo en las urnas, el proyecto saldría adelante. Sin embargo, los comicios arrojaron una victoria para el opositor, Miguel de la Madrid, y la planta charcutera quedó definitivamente en suspenso. En ese momento lo ignoraba, pero esas elecciones presidenciales cambiaron definitivamente mi rumbo profesional.

 

He aprendido muchísimo de los episodios fallidos, incluso más que de los exitosos

La inesperada resolución del proyecto en México me dejó desconcertado. Ya me había desvinculado del negocio carnicero familiar en el que había invertido doce años de mi vida y, de vuelta a casa, decidí dar un giro rotundo a mi trayectoria profesional. Mi suegro, junto con mi esposa, habían puesto en marcha un pequeño taller de confección en Deltebre. Él había ejercido su profesión de sastre en Barcelona y, tras regresar a su pueblo natal, había abierto una sastrería que funcionaba con las limitaciones propias de un entorno con una clientela exigua. Les planteé impulsar un negocio textil, aprovechando sus conocimientos del sector y la presencia de varios talleres en Amposta y Tortosa que estaban adquiriendo cierto desarrollo. Les advertí, no obstante, que la gestión económica quedaría bajo mi tutela. Accedieron a ello y fue así como fundé mi primera empresa, Eurodel, dedicada a la confección de prendas para firmas de Barcelona y Mataró con las que negocié contratos de suministro. En poco tiempo, pasamos de una producción de ciento cincuenta unidades semanales a dos mil. Pese a que muy pronto asistimos a una crisis en el sector textil, la compañía estaba saneada y pudimos superar ese serio bache. En aquella época, muchas empresas, buscando precios más competitivos, acudían a Marruecos para fabricar. Yo fui mucho más osado y, atendiendo a la propuesta de una firma familiar del Maresme que se ofreció a aliarse con nosotros, me trasladé a Rusia y, posteriormente, a Taskent (Uzbekistán) para cerrar un acuerdo con el que producir prendas de algodón en una planta de ese país. A priori, los cultivos de algodón próximos a la fábrica tenían que obrar positivamente en la rentabilidad del negocio, pero no tardamos en descubrir el alto grado de contaminación de la materia prima por pesticidas y herbicidas, lo que nos hizo abandonar el proyecto. De aquel capítulo extraje una importante lección: y es que la ignorancia es muy atrevida. Me enorgullece decir que de los episodios fallidos he aprendido muchísimo; incluso más que de los exitosos.

 

La cría de la anguila, una actividad altamente adictiva

Con el negocio textil en Deltebre aún funcionando, si bien ya bajo mínimos, impulsé nuevos proyectos empresariales. Así, primero fundé junto a dos socios Deltaparc, una compañía en el entorno de la construcción, a través de la cual levantamos un par de edificios. Asimismo, también abrí un restaurante, Buda Park, justo en la desembocadura del río Ebro. Pero la aventura que recuerdo con más cariño fue Productos Biotecnológicos del Delta, una piscifactoría que creé a instancias de Michael Hutch, inicialmente dedicada al cultivo intensivo del langostino. Sin embargo, poco después nos orientamos a la anguila, actividad que resultaba altamente adictiva, pues a medida que me iba introduciendo en la cría de este pescado, iba alimentando el deseo de saber más en torno a él. Se trata de una especie que procede del mar de los Sargazos, cuyas crías son diminutas y con forma de hoja de árbol lanceolada. Protegidas por bolsas de grasa, las corrientes marinas las arrastran hasta las desembocaduras de los ríos de todo el planeta. En la zona del Ebro resulta muy popular la pesca y el consumo de anguila. Adquiríamos anguilones salvajes a una empresa francesa, los adiestrábamos para comer en cautividad y conseguíamos engordarlos. Planificábamos la producción para aprovechar las épocas punta de consumo, como la campaña de Navidad, y obtener la máxima rentabilidad. Pero el gobierno francés acabó prohibiendo la pesca de anguilón de pequeño calibre, decisión que en ese momento nos causó una profunda desazón pero que, con el paso del tiempo, me parece muy acertada. Aquello comportaba cambiar nuestro proceso, realizando el «destete» de la angula para que esta evolucionara a anguilón y, tras su correspondiente engorde, alcanzara la condición de anguila. La complejidad del nuevo procedimiento, unido al considerable aumento de los costes que ponía en riesgo el capital circulante a comprometer, nos empujó a abandonar definitivamente esa actividad.

 

Hay que fundar una empresa, no pensando en el presente, sino en el futuro

El 3 de septiembre de 1993 puse en pie Servidel, tras haber detectado las carencias existentes en nuestro entorno inmediato de empresas que prestaran servicios de obra pública. En la fundación de la empresa me acompañaron un ingeniero de caminos y un industrial local. El arranque resultó fallido, pues la primera obra quedó en suspenso y las deudas acumuladas con los proveedores alcanzaban los ocho millones de pesetas. Mis dos socios se esfumaron y tuve que hacer frente a la delicada situación, que logré solventar negociando con las empresas afectadas. Pese a todo, a partir de ahí, Servidel empezó a experimentar un fuerte crecimiento. A ello posiblemente contribuyó el hecho de que, por fin, decidí concentrar todos mis esfuerzos en la compañía y no probar suerte en otros sectores, pues ahora ya era padre de tres hijos y resultaba perentorio velar por su porvenir. Aunque todas las filosofías empresariales resultan respetables, desde mi punto de vista una compañía la debes fundar, no pensando en el presente, sino en el futuro. No casa conmigo el poner en marcha un negocio para amasar beneficios a corto plazo y desaparecer. En mi espíritu albergué el deseo de poder legar un día este proyecto a mis descendientes. Y es que, a medida que fui madurando, las decisiones que iba adoptando estaban cada vez más condicionadas a sus circunstancias. Eso no significa que haya querido forzarles a dar continuidad a la compañía. Ellos deben decidir libremente si quieren tomar el testigo o no.

 

Nuestra compañía goza de un notable reconocimiento en nuestro entorno inmediato

El crecimiento experimentado por la empresa ha dado lugar a Servidel Global Business, un grupo con una actividad diversificada pero que, básicamente, se centra en la obra pública de edificación civil, la vivienda y el mantenimiento de carreteras, sobre todo en la zona de Tarragona, pero también en el resto de Catalunya, además de haber llevado a cabo intervenciones esporádicas en otros puntos del Estado. Bajo Servidel Global Business se hallan tres compañías: Servidel, Brickser Promocat, centrada en la promoción de vivienda, y Servidel Tourist Rental, una división orientada al sector del turismo que brinda alquiler de apartamentos e, incluso, viajes en globo sobre el Delta de l’Ebre. El parque de viviendas del que disponemos para arrendar ha sido construido por nosotros mismos y, de algún modo, Servidel Tourist Rental ejerce como patrimonial. Nuestro grupo reúne un equipo de cuarenta y cinco profesionales, a quienes constantemente proveemos de formación, potenciando sus talentos y promocionándolos internamente, cifra a la que hay que añadir medio centenar de colaboradores indirectos. En el grupo también están presentes mis tres hijos: Jéssica, quien cursó un grado superior de Formación Profesional y asume las responsabilidades administrativas; Joan, ingeniero civil por la UPC, y que se encarga de la producción; y Sergi, graduado en Negocios y Marketing Internacionales, y que gestiona las actividades promocionales y el área de turismo. Pese a su relativa modestia, somos una compañía que goza de un notable reconocimiento en nuestro entorno inmediato.

 

Es inmensa la contribución de las pymes a su contexto socioeconómico

Me siento muy orgulloso de liderar una pyme, pues el tejido empresarial de Catalunya está constituido en un 98% por este tipo de organizaciones. En general, brindamos mejor servicio que las compañías de gran envergadura. Resulta lógico, ya que las negociaciones pueden realizarse de manera directa con los propietarios o jefes inmediatos, lo cual no ocurre con esos gigantes, donde los interlocutores habituales suelen ser delegados de zona. Y no olvidemos la importancia que las empresas pequeñas damos a nuestros equipos humanos, cuya implicación y profesionalidad son las responsables directas del éxito de nuestro proyecto. De hecho, cuidamos tanto de nuestro personal como lo hacemos de nuestros clientes y proveedores, pues no habríamos llegado a donde estamos sin el concurso de todos ellos. Lo que, por supuesto, no significa que las empresas de mayor dimensión no gocen de virtudes alternativas, pero la contribución de las pymes a su entorno económico y social es inmensa. En nuestro caso, al darle servicio a la Administración, nos reconforta satisfacer las necesidades de la población. El pasado sábado, por ejemplo, resultó muy gratificante poder inaugurar un skatepark que hemos construido para el Ayuntamiento de Reus, el mayor de toda la provincia de Tarragona. Se trata de una obra muy compleja, donde no existen líneas rectas y que reclama un diseño muy cuidado para adecuarse a los requerimientos de sus practicantes. Fue un orgullo recibir felicitaciones por el resultado obtenido, y no solo de las autoridades presentes en el acto sino, también, de particulares e, incluso, de otros empresarios.

 

La gran complejidad de gestionar los trámites de obra pública nos obliga a disponer de una estructura muy bien organizada

Los tiempos con los que la Administración trabaja se hallan muy alejados de los que nos gustaría para llevar a cabo nuestra tarea de forma adecuada. Gestionar los trámites de obra pública entraña una gran complejidad, lo cual nos obliga a disponer de una estructura muy bien organizada para poder optar a concursos públicos. Es un aspecto que a menudo debatimos en algunos organismos en los que participo, como, por ejemplo, el Comité Ejecutivo de la Cambra de Comerç de Tortosa, l’Associació de Promotors de Catalunya (APCE) o la Cambra de Contractistes d’Obres de Catalunya, de la que también formamos parte. Todos coincidimos en la necesidad de dotarnos de una ingente cantidad de recursos para tener opciones de acceder a esas licitaciones. De ahí que dispongamos de prácticamente todas las normativas ISO de nuestro sector y que nos hallemos certificados por el Ministerio de Hacienda y por la Generalitat de Catalunya para operar en sus correspondientes ámbitos. En Tarragona, asumimos el mantenimiento de un millar de kilómetros de carreteras de la Diputació, lo cual nos permite derivar personal hacia esa actividad más estable en momentos en que se reduce la demanda en otras parcelas.

 

Es necesario potenciar la colaboración entre el mundo universitario y el empresarial

Hay dificultades para hallar mano de obra cualificada. Ello es debido a que, en la década de los 70, se propagó la idea de que nuestros hijos tenían que acudir sí o sí a la universidad. Eso condujo al abandono de figuras como el instalador o el carpintero, profesionales que se ganan muy bien la vida debido a su escasez en el mercado laboral. Durante mucho tiempo, la FP se asoció a quienes no tenían capacidades para estudiar, lo que fue un error. Como también se echa en falta la figura del aprendiz, tan común en mi época juvenil y tan interesante a la hora de adquirir conocimiento en determinados oficios. Los titulados universitarios exhiben asimismo carencias, pues al salir de la facultad presentan una nula experiencia a nivel de empresa. Por motivos como este acostumbro a decir que huyo de los extremos, ya que desequilibran el necesario abanico de opciones que tiene que haber en una economía globalizada como la nuestra. De ahí que sea igual de importante mantener pujante, pongamos por caso, el turismo o la agricultura que el sector industrial, diversificando así las fuentes de ingreso de un territorio y haciéndolo más resistente a cualquier crisis. Sin duda, es menester potenciar la colaboración entre el mundo universitario y el empresarial, una inquietud que nos llevó a crear una escuela de FP de albañilería y encargado de obra, en coordinación con el Departament d’Educació de les Terres de l’Ebre.

 

Apostamos por las viviendas sostenibles

La sociedad se confiesa afín a las prácticas sostenibles; es algo que hemos podido comprobar ya que la repercusión en el precio que acarrea la introducción de determinados materiales respetuosos con el medio ambiente, solamente disuade a un pequeño porcentaje de personas. En todo caso, es obvio que tanto la inmensa mayoría de nuestros clientes como nosotros mismos sabemos que el futuro pasa por la sostenibilidad y, en la medida de lo posible, hemos incorporado tal filosofía en nuestra práctica empresarial, apostando por viviendas integradas, esto es, adecuadas a la topografía de los terrenos de su entorno: un concepto de urbanización más abierto, basado en proyectos residenciales comunitarios en vez de en casas individuales cerradas. La idea es que debemos entender una casa como un espacio donde no solo se responde a las necesidades de sus habitantes, sino tambien a sus valores. Cabe destacar, que la vida no sólo sucede en el interior de las viviendas, abarca el entorno natural como parte intrínseca de la casa. A nuestra apuesta por la sostenibilidad, hemos de añadir que en nuestras viviendas incorporamos electrodomésticos clase A, sistemas de recogida y aprovechamiento de aguas pluviales o instalaciones de energía renovable, además de que potenciamos la economía circular, con proveedores cuyos materiales cuentan con los sellos de sostenibilidad y proximidad.

 

«Cualquier cosa que hagas, la harás bien»

Aparte de mi madre, mi esposa Margarita es la persona que más me ha influido en la vida. Su carácter tolerante y paciente ha resultado clave en los más de cuarenta años de armónico matrimonio. Siempre me ha infundido confianza, repitiéndome a menudo: «Cualquier cosa que hagas, la harás bien». También es responsable de que compartamos tres hijos magníficos, con quienes mantenemos un vínculo muy especial, gracias a que siempre ha existido una excelente comunicación, casi de amigos. A ellos se le suma Julen, nuestro nieto, que cuenta con ocho años y apunta maneras en el motocross, una afición que empezó a practicar a los tres. Ignoro si él llegará un día a convertirse en la tercera generación de esta empresa, de la que me siento tan orgulloso como de mi familia. Aunque en la compañía voy delegando paulatinamente, porque conviene la entrada de aire fresco, estoy convencido de que siempre la tendré en mis pensamientos. Pero corresponde a mis hijos decidir los próximos pasos a abordar, incluido su tamaño, porque dar un salto resulta arriesgado, pero un planteamiento conservador tampoco está exento de peligros. Seguro que, como hemos hecho siempre, procurarán innovar y estar atentos a cualquier oportunidad que resulte viable e interesante.