Sr. Roca
2 Tomo (empresarios) biografías relevantes

Sr. Josep Maria Roca Carrera – Carbónicas Basilio

 

JOSEP MARIA ROCA CARRERA

Castellnou de Seana (Lleida)

1962

Director general de Carbónicas Basilio

JORDI ROCA JOVÉ

Seròs (Lleida)

1987

Responsable de ventas

JOSEP MARIA ROCA JOVÉ

Seròs (Lleida)

1990

Responsable de compras

NÚRIA ROCA JOVÉ

Seròs (Lleida)

1998

Administración y dirección general

 

 

 

27-10-2022

 

La efervescencia de este negocio se explica por la visión que demostró su actual gerente, quien supo dar el impulso a la compañía para, no solo garantizar su continuidad, sino proyectarla hacia el futuro. En el servicio y la proximidad ha edificado el valor diferencial de esta firma. Ha contribuido decisivamente la nueva orientación de la actividad, que ha evolucionado del reparto a domicilio a la distribución a la hostelería.

 

Yo había nacido para trabajar y no para estudiar

Mi infancia transcurrió en las tranquilas calles de Castellnou de Seana, una localidad leridana que reunía un millar de almas cuando llegué al mundo y donde la principal aspiración de los chiquillos residía en que las clases escolares llegaran a su fin para salir a jugar. Montar en bicicleta, chutar el balón, corretear… Esas constituían nuestras máximas ambiciones y ahí radicaba nuestra insospechada felicidad, convirtiendo las calles en nuestro hábitat natural y participando de cualquier iniciativa lúdica que pudieran proponer los amigos. La dimensión del municipio propiciaba ese clima, que todavía hoy, cuando la cifra de residentes ha acusado nuevos descensos, se respira en los rincones de ese pueblo en el que crecí, en el seno de una humilde familia forjada en el trabajo y en el sacrificio. La relación establecida con mis padres la recuerdo como muy especial, pues a mi condición de hijo único se le añadió la de haber sido muy deseado. Mis progenitores casi habían renunciado a la descendencia cuando completé un hogar en el que vivíamos sin lujos pero donde nunca nos faltó de nada. Ella, Assumpció, posiblemente a causa de las dificultades para acceder a la maternidad, invertía mayor atención en mi crecimiento. Por ello puedo afirmar que se convirtió en la persona que más influencia ejerció sobre mí. Me insistía constantemente para que me aplicara en los estudios, a pesar de que la faceta académica me despertaba un nulo interés, pues me aburría en las aulas. Aun así, fui superando sin dificultad la escolaridad, que rubriqué con el Bachillerato. Pero yo había nacido para trabajar y no para estudiar.

 

Al lado de mi padre adquirí ese alma empresaria que más tarde acabaría desarrollando en mi trayectoria profesional

Desde muy joven descubrí la virtud del trabajo, prestando apoyo a mi padre, Urbino, que era albañil. Empecé a los catorce, coincidiendo con la llegada de las vacaciones estivales. Me unía al grupo de operarios que tenía a su cargo, en una actividad que, a partir de los dieciséis años, halló continuidad a lo largo de todo el año. Al lado de mi progenitor aprendí no solo el oficio sino que también adquirí ese alma empresaria que más tarde acabaría desarrollando en mi trayectoria profesional. Al mismo tiempo, consolidaba ese valor del sacrificio que me había inculcado en mi infancia. Él siempre se reveló como un profesional muy inquieto. «En el trabajo nunca debes detenerte –me decía cuando observaba que me hallaba inactivo–. Siempre hay algo por hacer». Unas frases que quedaron grabadas en mi memoria y que suelo aplicar hoy en día si detecto que alguno de mis colaboradores podría aprovechar mejor el tiempo. No obstante, mi futuro laboral empezaría a cambiar hacia los dieciocho años, justo antes de acudir a cumplir el servicio militar, al conocer a Mari Carmen. Cuando iniciamos el noviazgo ignoraba que mi rumbo experimentaría una gran transformación apenas media docena de años después. Aun así, la vida me deparaba otros decisivos episodios vitales inmediatos; y no precisamente agradables. A mi madre le diagnosticaron un cáncer. De poco sirvieron las atenciones y los cuidados que le dispensamos, incluidos los de Mari Carmen, quien pese a no haber todavía contraído matrimonio conmigo mostró un trato exquisito con ella. Yo apenas contaba veinte años cuando quedé huérfano de madre. Un capítulo que se vería agravado un lustro después cuando, casi coincidiendo con el aniversario de nuestra boda, sería mi progenitor quien fallecería. Haber perdido a los padres de manera tan prematura, unido a la condición de ser hijo único, creo que forjó en mí un espíritu fuerte que me ayudaría a afrontar con mayor determinación cualquier adversidad futura.

 

Lo que, a priori, se perfilaba como un recurso temporal acabaría confirmándose como la carrera de mi vida

Yo había abandonado la actividad de albañil junto a mi padre dos años antes de su fallecimiento. Una circunstancia casual e inesperada me condujo a dedicarme al sector de la distribución. Mari Carmen trabajaba en una empresa familiar fundada en 1948 en Seròs por su abuelo paterno, Basilio Jové. Al causar baja el único empleado con el que contaban, ella me planteó la posibilidad de suplirle. Lo que, a priori, se perfilaba como un recurso temporal acabaría confirmándose como la carrera de mi vida, pues descubrí que ese negocio me gustaba y detecté en él interesantes oportunidades de futuro. Inicialmente, esa modesta compañía había nacido como una fábrica de hielo, satisfaciendo la demanda de una población carente de frigoríficos y que, para poder conservar los alimentos o refrescar las bebidas, acudían a las bodegas a comprar las barras de hielo que, en bloques, producían en la planta de Seròs. La instalación sufriría una explosión que sorprendió a mi suegro, quien quedó atrapado en el interior. Fue su madre quien, finalmente, consiguió forzar la puerta y rescatarle, aunque a resultas de ese lance acusaría secuelas renales y pulmonares. En 1956, coincidiendo con la inauguración de la planta cervecera de San Miguel en Lleida, mi suegro se postuló para distribuir sus bebidas y adquirió un pequeño camión para iniciar esa actividad.

 

Con un par de bocinazos avisábamos a los vecinos que había llegado el servicio de aprovisionamiento

Cuando me sumé a la compañía familiar, nos dedicábamos básicamente al reparto entre particulares. Cubríamos una zona modesta, de apenas cinco pueblos de los alrededores, sirviendo cajas de cervezas, vino, agua mineral… La irrupción de los centros comerciales y de las grandes superficies consiguió cambiar algunos hábitos de los consumidores, que preferían acudir al Pryca los sábados para realizar el abastecimiento semanal. Aquello nos llevó a variar nuestra estrategia y a ampliar tanto nuestro radio de acción como, sobre todo, nuestro surtido de productos. Habíamos incorporado comestibles a la oferta y cubríamos, en especial, Les Garrigues, una comarca con poblaciones en las que, a duras penas, existían tiendas. Llegábamos con el camión y, tras propinar un par de bocinazos que servían de aviso a los vecinos para saber que el servicio de aprovisionamiento había llegado, la gente acudía a nosotros para realizar la compra correspondiente. Habíamos programado unas rutas fijas, con unos días establecidos de visita a cada municipio para favorecer la organización doméstica de unos clientes con quienes trabamos una relación que trascendía la pura relación comercial, forjándose un vínculo de sana amistad. Conocer a la persona que compra resulta vital en la actividad de la venta. Guardo un grato recuerdo de aquella época, en la que el aterrizaje en cada localidad suponía un feliz reencuentro con nombres propios; porque conocía a todos y cada uno de los vecinos. Unas amistades que todavía perduran, lo cual ha comportado que me haya reservado esa ruta de servicio a bares para, en la actualidad, continuar acudiendo a esas poblaciones en las que hacen que me sienta como en casa.

 

Hay ciertas ocasiones en las que un empresario tiene que arriesgar

Durante una decena de años estuvimos manteniendo esa actividad con base en Seròs, recibiendo género en nuestro almacén y distribuyéndolo. Mari Carmen había quedado al margen, concentrándose en un pequeño supermercado que teníamos en la población, mientras mi suegro y yo, con la colaboración de algún empleado, íbamos cubriendo las necesidades que iban surgiendo. No obstante, en un determinado momento constaté que acusábamos serios problemas organizativos y que, si no actuábamos, corríamos el riesgo de desaparecer. El mercado evolucionaba y necesitábamos crecer. No podíamos quedarnos anclados en ese mismo modelo que llevábamos tiempo desarrollando. Mi suegro, que ya había acumulado una edad y había alimentado una actitud más conservadora, se mostraba reticente a los cambios. Pero, fruto de una profunda reflexión, convine que no nos quedaba más remedio que acometer una profunda transformación; con su concurso o sin él. Hay ciertas ocasiones en las que un empresario tiene que arriesgar, y en ese momento vi claro que no podíamos postergar esa decisión. Me sentía joven, valiente y con el ánimo necesario para afrontar ese desafío, cuya ejecución se revelaba como la única oportunidad para apalancar el futuro de la compañía. Se lo expuse a mi esposa, quien respaldó mi proyecto. De este modo, en 2005 adquirí un terreno en el polígono Polinasa de Alcarràs, donde levantamos un almacén de mil quinientos metros cuadrados al que se le sumaban ochocientos metros adicionales de patio.

 

Al ver que la mercancía solo ocupaba una cuarta parte del almacén pensé que nunca llegaríamos a llenarlo

Mediante los cuatro camiones que reuníamos por aquel entonces, realizamos el traslado a la nueva nave. La mercancía apenas ocupaba una cuarta parte del flamante almacén, cuando en el otro casi ni conseguíamos cerrar la puerta. Al ver el inmenso espacio vacío que se abría en las nuevas instalaciones me asaltaron las dudas. Por unos momentos pensé que me había precipitado; que me había excedido en la extensión de la nave y que nunca lograríamos extraerle el máximo aprovechamiento. Y a las dudas se le añadían las deudas, contraídas con el banco al que acudí para recabar financiación. A ello se le sumó, también, la sensación de indefensión cuando constaté que había sido engañado, pues lo que se suponía que era un crédito hipotecario acabó convirtiéndose en un swap. Un capítulo que resultaría todavía más decepcionante cuando en la supuesta vista judicial acabaron negándome cualquier derecho a reclamación, y tras haber sido testigo de una indisimulada connivencia del interventor con la otra parte. Pese a todo, nuestra compañía consiguió experimentar un extraordinario desarrollo. A ello habían contribuido múltiples factores. Uno de ellos había sido la incorporación a la actividad de la empresa de mi primogénito, Jordi. Con él habíamos convenido que teníamos que orientar nuestro servicio hacia la hostelería, una decisión que el tiempo se encargaría de confirmar que fue todo un acierto. La ayuda de algunos de los proveedores con los que trabajábamos, como la propia San Miguel, también resultó clave. Si se volcaron con nosotros fue, en parte, por la idoneidad en la elección de nuestro nuevo enclave logístico. La elección de Alcarràs no había sido aleatoria, sino que buscamos un punto céntrico que nos permitiera cubrir de manera óptima un área territorial con cierto potencial. De este modo, en un par o tres de años conseguimos ampliar nuestro equipo humano hasta los diez empleados. En la actualidad, Carbónicas Basilio, cuyo nombre quise respetar en el momento de acometer la transformación de la compañía, está integrado por un total de veintitrés profesionales.

 

Tanto proveedores como clientes valoran en especial la calidad de nuestro servicio

Las firmas fabricantes enseguida vieron en nosotros unos distribuidores de confianza. A nuestra seriedad y eficiencia se le unía la calidad del servicio. Ése es un aspecto que nos diferencia, en especial frente a grandes operadores, ya que nuestra condición de empresa familiar nos permite ofrecer un trato más cercano, lo cual es muy valorado tanto por los proveedores como por los clientes, que aprecian ese contacto directo con la propiedad de la compañía, así como también nuestra flexibilidad y disponibilidad. Muchos clientes saben que pueden llamarnos en cualquier momento, incluso en festivos, que en la medida de lo posible atenderemos sus necesidades. Así, ganándonos esa confianza, fuimos incorporando nuevos productos y marcas alternativas, como la representación de los cafés El Criollo. Todo ello nos llevó a una ampliación de nuestras instalaciones, en 2016, con una nueva nave de mil metros cuadrados y una parcela de ochocientos, en el mismo polígono. Nuestra flota también se ha visto ampliada y, en la actualidad, entre camiones y furgonetas contamos con un total de veintitrés vehículos. La incorporación de furgonetas nos permite, por una parte, una mayor versatilidad en nuestro servicio. Al mismo tiempo, la conducción de este tipo de vehículos se encuentra al alcance de la mayoría de personas, lo cual no ocurre con los camiones, que reclaman un carnet específico. Éste no es un aspecto menor, toda vez que reclutar personal no resulta sencillo; a pesar de que, en nuestro caso, no precisamos mano de obra cualificada. Para formar parte de nuestro equipo lo que valoramos es observar amabilidad en el trato con el cliente, pues estamos totalmente orientados a su satisfacción. La formación comercial corre a nuestro cargo, aunque periódicamente también impartimos cursos específicos sobre prevención de riesgos laborales o para operarios que manejan toros elevadores.

 

En la actualidad, disponer de titulación universitaria no garantiza un valor diferencial

En 2008 se sumó a la compañía familiar nuestro segundo hijo, Josep Maria. Él compatibilizó sus estudios de Administración y Dirección de Empresas en la UdL, y un máster en Dirección Financiera y Contable de la empresa en la Universitat Pompeu Fabra, con sus labores en la firma. Por su parte, la benjamina, Núria, que también lleva tiempo trabajando con nosotros, realizó un doble grado, en la Universitat de Lleida, en Derecho y en ADE, y un máster en Contabilidad, Auditoría y Control de Gestión. Dado que ella invertía más horas académicamente, preferí que se centrara exclusivamente en sus cometidos universitarios y aguardara a finalizar las carreras para incorporarse a la compañía. Aun así, desde los dieciséis años nos prestaba apoyo durante los veranos. Ella misma admite que los valores adquiridos en esas etapas estivales se revelaron como un provechoso aprendizaje, toda vez que la mayoría de titulados acceden al mercado laboral sin experiencia alguna. Núria comenta que sus compañeros, una vez finalizada la etapa estudiantil, se suelen sorprender ante el contexto al que se enfrentan, tanto por los horarios como por las exigencias. En la actualidad, cualquier padre aspira a que su hijo acuda a la universidad, por lo que disponer de esa titulación no garantiza un valor diferencial. Lo que hay que poner en valor en los procesos de selección son las habilidades que presenta un candidato y detectar si exhibe las aptitudes adecuadas para orientarse a nuestros clientes; si cuenta con la capacidad para la atención óptima de los mismos. Nuestros tres hijos cursaron carreras que pudieran resultar de utilidad para trabajar en Carbónicas Basilio. El primogénito, Jordi, había realizado un ciclo superior de Marketing y Comercio que, posteriormente, complementó con un posgrado de Jefatura de Ventas.

 

Con el crecimiento adquirido, la digitalización resultaba imprescindible

Contamos con un equipo humano extraordinario, que presenta unas altas competencias, independientemente de su categoría laboral. A sus aptitudes profesionales hay que añadir la excelente relación entre sus miembros y el satisfactorio clima que se respira en la compañía. Hay detalles que revelan el grado de afinidad de los empleados con nuestra empresa, como por ejemplo que lleguen antes del inicio del horario laboral y que aprovechemos para compartir amigablemente un café charlando de manera distendida. Les hemos dotado de herramientas tecnológicas para poder desarrollar de manera óptima su cometido. Con el crecimiento adquirido por Carbónicas Basilio la digitalización resultaba imprescindible, pues en caso contrario habría sido imposible la gestión de tantos pedidos, albaranes, facturas y documentos que se generan. Donde antes había veinte clientes, ahora hay medio millar. Nuestros comerciales, cada uno de los cuales suele formalizar una veintena de pedidos diarios, están equipados con una tablet para registrar todos los datos y trasladarlos al sistema logístico para la preparación del correspondiente servicio.

 

Siempre hemos procurado primar las firmas de proximidad, como San Miguel, con quien mantenemos una excepcional relación comercial

En la actualidad contamos con más de un millar de referencias en nuestro catálogo. En él, además de contar con bebidas y comestibles hemos incorporado también equipamiento para la hostelería, como mantelería de papel, servilletas, mondadientes… Intentamos detectar y satisfacer todas sus necesidades. Al igual que siempre hemos procurado primar las firmas de proximidad. Una de las enseñas que cumple ese requisito es San Miguel, nuestra marca número uno y con la que mantenemos una excepcional relación comercial, hasta el punto que hemos desestimado propuestas económicamente más interesantes por la fidelidad que les profesamos y con la que, de algún modo, deseamos corresponderles por el apoyo que a lo largo de más de medio siglo nos han venido prestando. Es tal el grado de colaboración con ellos que podríamos decir que su cerveza corre por nuestras venas. Somos de las pocas distribuidoras que comercializamos las tres marcas del grupo: San Miguel, Mahou y Alhambra. De hecho, fuimos los primeros en España en asumir esta responsabilidad, en lo que se convirtió en una prueba piloto que, al fructificar, se extendió a compañías de otras zonas. En nuestro caso, el acuerdo se amplió al reparto en la capital leridana de las cervezas Alhambra, una marca que me generaba escepticismo y que ha adquirido un crecimiento espectacular. Este año superaremos el millón de litros de cerveza suministrados, con un crecimiento en torno al 15% respecto al ejercicio previo a la pandemia, 2019.

 

Los clientes aprecian el valor añadido que proporcionamos, ya que no solo suministramos el producto sino que cedemos todo tipo de infraestructura

El vino es otro de los productos de referencia en nuestro catálogo. Distribuimos caldos de distintas marcas y de múltiples denominaciones de origen: Costers del Segre, Rioja, Ribera del Duero, Cariñena… También hemos desarrollado nuestra marca propia, Diàleg; una práctica que hemos extendido a otros artículos, como el aceite o el agua mineral, bajo la enseña Font Serrat y que procede de un manantial de León. Incluso tenemos aceitunas envasadas bajo nuestra marca corporativa, con una veintena de variedades. De algún modo, esta práctica sigue la estela iniciada en 1959 por mi suegro, cuando patentó la marca de gaseosas Maravilla. Son productos que nos permiten fidelizar a nuestros clientes. Nuestra voluntad de crecer, a partir de nuevas oportunidades de negocio, nos llevó a incorporar a nuestro capítulo de servicios los lotes de Navidad. Si bien este producto no resulta tan popular como décadas atrás, en nuestra zona dos terceras partes de las empresas siguen manteniendo esta tradición. Para ello contactamos con Disber, una firma líder en este segmento. Gracias a esta práctica, conseguimos compensar en los meses de noviembre y diciembre, en los que no hace tanto calor y la sed no aprieta tanto, el descenso que acusa el consumo de cerveza o de otras bebidas. En verano, por otra parte, la actividad se ve estimulada por las fiestas mayores que se celebran en los pueblos y donde no solo suministramos el producto sino que cedemos todo tipo de infraestructura. Disponemos de un centenar y medio de neveras, cien tiradores de cerveza, mostradores… Nos encargamos del traslado, montaje y recogida de estos elementos, lo que supone un trabajo considerable. Pero lo asumimos como parte de nuestro servicio, consiguiendo que los clientes aprecien ese valor añadido que les proporcionamos.

 

En los momentos más difíciles, siempre hemos demostrado valentía, audacia y constancia para evitar decaer     

Nuestro radio de acción gira en torno a nuestro centro logístico de Alcarràs. Aunque los acuerdos de distribución suelen delimitarse por áreas geográficas, Carbónicas Basilio desborda los límites de la provincia de Lleida y alcanza la de Huesca e, incluso, nos introducimos en alguna población zaragozana, como Mequinensa. Eso genera una situación paradójica, derivada del impuesto de bebidas azucaradas aprobado por el Parlament de Catalunya. Si bien los clientes ubicados en territorio catalán se ven sometidos al pago de esa tasa, no podemos repercutírsela a quienes se hallan en Aragón. Atendiendo a criterios fiscales, podría haberme planteado levantar nuestro almacén logístico diez kilómetros más allá, en la zona de Fraga, y beneficiarnos de las condiciones más favorables para las empresas. Esta falta de armonización impositiva resulta injusta e incoherente. Me disgustan, asimismo, ciertas prácticas a las que recurren algunos operadores, que acumulan stocks para especular con el precio y, de este modo, incrementar sus beneficios. Aunque se trata de un proceder absolutamente lícito, considero que no es ético. Superamos la etapa de la pandemia con mucho esfuerzo, aplicando ERTEs y manteniendo una mínima actividad. Para no aburrirnos, realizamos prospección de mercado y conseguimos incorporar a nuestra red de clientes algunas gasolineras y tiendas. Procuramos ayudar a nuestro equipo humano, tanto por nuestro sincero compromiso con ellos como para evitar que sucumbieran a la tentación de cambiar de actividad, pues sin su concurso nuestra empresa no sería la misma. En los momentos más difíciles, siempre hemos demostrado valentía, audacia y constancia para evitar decaer.

 

Mis hijos se erigen en la fuerza que me empuja y me anima a acometer nuevos desafíos

Mari Carmen ha constituido el principal pilar de mi vida. Aunque ella se desvinculó de la empresa poco después de haber contraído matrimonio para centrarse en la gestión del pequeño supermercado de Seròs, su permanente apoyo ha resultado vital para la exitosa evolución de la compañía que fundó su abuelo, que consolidó su padre y que hemos conseguido expandir entre mis descendientes y yo. Mis hijos se erigen en la fuerza que me empuja y me anima a acometer nuevos desafíos. Saber que cuento con su respaldo me confiere una gran tranquilidad, al igual que me reconforta comprobar que ellos desean dar continuidad a Carbónicas Basilio y atesoran capacidad para continuar impulsando su crecimiento.