Sr. Ruiz
2 Tomo (empresarios) biografías relevantes

Sr. José Luis Alonso Ruiz – Grupo Requejo

 

JOSÉ LUIS ALONSO RUIZ

Barcelona

1968

Director general del Grupo Requejo

21-9-2022

 

De los pequeños remiendos a proyectos de gran envergadura: así se resumen treinta años de historia de la sociedad que este emprendedor empujó a fundar a su padre y que hoy en día atiende cualquier necesidad en el sector de las instalaciones. La apuesta por la formación, la especialización, la innovación y la evolución constante identifican a esta compañía dotada, además, de una vertiente muy humana.

 

 

 Mis dotes comerciales las empecé a desarrollar ayudando al abuelo Benigno de feria en feria en los años 70

Un entorno trabajador y un padre luchador consiguieron imprimirme el carácter necesario para acabar convirtiéndome en empresario. Aunque vine al mundo en la Maternitat de Barcelona, mis primeros años de infancia transcurrieron en Sitges y Vilanova i la Geltrú, si bien de mi crecimiento fue testigo Les Roquetes del Garraf, población perteneciente al municipio de Sant Pere de Ribes, integrada por personas trabajadoras. Nuestro hogar era modesto, como el que podía corresponder al de un inmigrante como José Alonso, mi padre, quien había aterrizado en Catalunya con el deseo de labrarse un futuro profesional más prometedor que en su Galicia natal. Esa tierra gallega me remite a mis más lejanos recuerdos de infancia, cuando en verano acudíamos a Melide (A Coruña) para disfrutar de las vacaciones con los abuelos. Las limitaciones del Simca 1200 de la familia no eran obstáculo para albergar al matrimonio y a los cuatro hijos, aunque a mí me encantaba viajar en el maletero. El abuelo Benigno era feriante, y con su Dyane 6 recorría los pueblos gallegos vendiendo todo tipo de artículos: navajas, juguetes, cadenas, menaje o cinturones. Me gustaba acompañarle y ayudarle en el montaje del puesto. A su lado alimenté el espíritu comercial, viendo cómo se enfrentaba al regateo de los clientes y exhibía sus dotes para convencerles de la calidad de los productos. Un verano me regaló un balón deshinchado (que no pudo vender) y me advirtió que esa pelota adquiriría su forma ideal a medida que fuera chutándola contra la pared. Me lo dijo con tal convicción que logró mantenerme todo el mes de agosto percutiendo la pelota e, incluso, llegué a creer que el balón se hinchaba un poco.

 

Desde el balcón de la casa de mi abuela disfruté de la música de Serrat

La infancia transcurrió feliz con mi familia, en el colegio y jugando a fútbol con amigos en la calle. Destacaba por mi velocidad, pues no tenía rival que corriera más rápido que yo. Esa circunstancia motivó que el profesor de educación física me persuadiera para probar suerte en las pistas de atletismo. Sin embargo, mi experiencia ahí duró poco tiempo al comprobar que los deportes individuales me aburrían. Me atraían las disciplinas de equipo, en especial el fútbol, deporte que practiqué hasta los veinte años y que, en adelante, se vería sustituido por el fútbol sala y el tenis y, más tarde, por el pádel, el golf o el ciclismo. De hecho, esta afición a las dos ruedas me atraía desde niño. Tanto es así que le había pedido a mi padre una bicicleta de cross, con suspensión central, adecuada para el entorno en el que nos movíamos con los amigos, pues las calles de Roquetes por aquel entonces no estaban asfaltadas. Tras prometerme la ansiada bici si culminaba el cuarto curso con la calificación de excelente, me esforcé en superar el desafío. Cumplió su promesa, pero me compró una bella y dorada bicicleta de carreras; para él la mejor de la tienda. Fui muchos años con ella, aunque no era la más adecuada para sortear los charcos y baches de las calles de mi pueblo. Muchos viernes, me desplazaba en autobús hasta Sitges para pasar el fin de semana en casa de mi abuela María. Me encantaba disfrutar de su compañía en uno de los lugares más transgresores de la época. Desde los balcones de su vivienda, cercana a El Retiro, disfruté de memorables conciertos, como el de Joan Manuel Serrat, uno de mis artistas favoritos, junto a Miguel Ríos.

 

Nuestra madre nos alimentó el placer por la lectura

Mi madre, Paquita, fue quien ejerció una mayor influencia en mi educación y valores, al haber compartido muchas horas con ella en la infancia. Además de realizar sus labores domésticas, trabajaba desde casa en la confección de bolsos de piel y chaquetas, con su máquina de coser. Era muy habilidosa haciendo jerséis y otras prendas de punto, tanto a mí como a mis hermanos: Susana, Pau y Vinyet. En ocasiones, yo mismo le proponía un determinado diseño que ella plasmaba en sus creaciones. Consiguió transmitirnos la afición por los fascículos coleccionables, de tal modo que cada uno de los hermanos realizaba su propia serie, acudiendo cada quince días al quiosco para obtener la siguiente entrega y encuadernando los contenidos una vez completada la obra. También alimentó en nosotros el placer por la lectura. Disfruté mucho de las novelas de Delibes y Cela, pero también de cómics como Tintín o Astérix. Solía leer durante la siesta, cuando nuestra madre nos obligaba a observar la «preceptiva» hora y media de digestión antes de poder bañarnos a la playa.

 

A lomos de torres de alta tensión mi padre llegó a Catalunya

Mi padre, José Alonso Requejo, un gallego de personalidad irrepetible, llegó a Catalunya junto a sus hermanos y un primo, con el propósito de instalar cables de alta tensión. La mayor remuneración había sido el señuelo para emigrar desde Galicia, donde realizaban esas mismas labores. Su primer destino catalán fue Vilanova de Meià. Ahí, uno de mis tíos inició un noviazgo con la prima de mi madre, lo cual propició que mis padres acabaran conociéndose y contrayendo matrimonio. El origen suburense de nuestra progenitora motivó que se asentaran en Sitges y que nuestro padre empezara a trabajar en la cementera de Vallcarca para pasar, posteriormente, a la planta de Pirelli en Vilanova. Para complementar ingresos, empezó a realizar arreglos junto a mi tío Jordi, que era lampista, al igual que el abuelo materno, quien había fallecido en prisión durante la Guerra Civil por sus convicciones progresistas. Así, de modo autodidacta, mi padre aprendió el oficio de lampista y acabó ejerciendo de manera independiente. Incluso solicitó la excedencia en la fábrica Pirelli, al comprobar que cada vez era más demandado y que aquellas labores le resultaban más atractivas y rentables. Empecé a ayudarle desde niño. Al principio, le acompañaba los fines de semana y a partir de los 14 años, mi hermano y yo colaborábamos en las acometidas que llevaba a cabo en urbanizaciones. En esos momentos ya me sentía atraído por las cuestiones técnicas, hecho que me llevó a decantarme por los estudios de Formación Profesional, rama electricidad.

 

Aprovechaba los sábados para obtener las certificaciones necesarias

La Formación Profesional en Vilanova resultó decepcionante. El nivel era pobre, aprobar resultaba fácil y tenía la percepción de estar perdiendo el tiempo, ya que aprendía más trabajando las tardes libres y fines de semana. Así fui aprendiendo el oficio. Al finalizar el servicio militar (que realicé en Logroño) mi padre tuvo un detalle extraordinario: me regaló una furgoneta para que pudiera llevar a cabo mis labores como operario de forma independiente. En aquellos momentos ya era consciente de que podía ganarme bien la vida con mi profesión. Así que me centré en sacarme los carnets y las homologaciones necesarias para poder llevar a cabo todo tipo de instalaciones: electricidad, calefacción, fontanería y frigorista, entre otros. Fue así como, durante cuatro o cinco años, cada sábado viajaba a Barcelona para asistir a las clases de una academia de la calle Balmes con el fin de obtener esas certificaciones. Al mismo tiempo, completé la Maestría Industrial, que compatibilizaba trabajando con mi padre.

 

El encargo de una cadena de supermercados despertó mi inquietud en la gestión de equipos

En 1992 se creó Instalaciones Requejo, S.L. Mi hermano y yo decidimos que había llegado el momento de institucionalizar la situación, pues mi padre operaba como autónomo. Mantuvimos el nombre de Requejo, su segundo apellido, en homenaje a su madre y a nuestra abuela. En los últimos años, mi figura había ido adquiriendo mayor protagonismo en la toma de decisiones y, una vez instituida la sociedad, empecé a potenciar el sector terciario. Siempre me ha atraído la complejidad, el reto. Cuando más compleja es una instalación, más me motiva. Supongo que ese es el motor que nos ha hecho evolucionar.  La irrupción en el sector de los supermercados significó un punto de inflexión, coincidiendo con la proliferación de los formatos de 2000m2. Entramos en ellos de la mano de Instalaciones Frigoríficas Glass. Una tormenta de verano propició el hundimiento del tejado de un supermercado Sabeco, y la cadena acudió a nosotros para acometer las reparaciones en tiempo récord con el objetivo de reabrir en el menor plazo posible. Aunque a mi padre era reacio a contratar más operarios conseguí convencerle. Entonces, nuestra compañía reunía apenas cuatro empleados, pero contraté a varios profesionales —algunos, como Perry, Joan y Buyo, son referentes que aún siguen con nosotros— para satisfacer los deseos de ese cliente. Aquel capítulo despertó mi entusiasmo, pues me vi con capacidad para gestionar equipos.

 

 

Si deseas estar en la vanguardia tienes que disponer de las mejores herramientas y personal cualificado

Al inicial escepticismo de mi padre, a medida que asumía el liderazgo de la compañía y él pudo comprobar como los colaboradores que incorporábamos nos ayudaban a crecer, le siguió el convencimiento. La empresa evolucionó: de la libreta de notas pasamos a la máquina de escribir, de ahí a la electrónica y, por fin, al ordenador. Evolucionamos para adaptarnos a las nuevas necesidades. El tiempo me ha enseñado que, si deseas estar en la vanguardia, tienes que disponer de la mejor tecnología, herramientas de última generación y personal cualificado debidamente formado. Afortunadamente, Requejo cuenta con prestigio en su entorno y, cuando reclutamos personal, detectamos que tienen gran interés en incorporarse a nuestro grupo. El problema al que nos enfrentamos en el sector de los oficios es la ausencia de un contrato específico para quienes se inician en los mismos. La figura del ayudante o del aprendiz, tan habitual antaño, no está reconocida oficialmente. Nuestra actividad viene regulada por el convenio siderometalúrgico, ámbito que poco tiene que ver con nuestra realidad. Se necesitan unos seis años para poder formar a un joven como instalador, y a lo sumo podemos aspirar a atraer alumnos que invierten cuatro horas diarias en cubrir sus prácticas, y cuya ambición reside en ser ingeniero. Además, la remuneración de un peón apenas difiere de la de un oficial de primera. Todo ello está comportando que no se pueda hacer cantera y que la media de edad en el sector de la lampistería se incremente de forma preocupante.

 

 

De la crisis salimos reforzados y extrajimos sabias lecciones

Poco a poco, la empresa se decanta por el sector terciario y, aunque mi padre y mi hermano continúan en el residencial, el peso de este último cada vez es menor. Colaboramos con Glass, Grumans y Construcciones Vela, entre otros. De esa época son míticas las oficinas de Gas Natural y el periódico Sport de Grupo Zeta, gasolineras Galp, áreas de servicio por la AP 7, clínicas Fremap, naves industriales… cada obra es un reto que requiere la evolución y el aprendizaje continuo. Y eso es lo que nos motiva a formarnos para satisfacer las necesidades específicas de cada sector. En ese momento, nos trasladamos a una gran nave en Cubelles para poder crecer con garantías. Coincidió con el inicio de la marcha de mi hermano Pau, quien se desvinculó de la compañía para atender otros negocios, y con la inminente jubilación de mi padre. Todo iba sobre ruedas hasta que llegó la crisis. Entonces, la empresa tenía unos 30 trabajadores y muchos gastos. Gracias a la ayuda de Clara de la Cuadra, amiga personal y experta en restructuración de empresas, pudimos aguantar. Ella efectuó un análisis pormenorizado y diseñó un efectivo plan de viabilidad que permitió a la compañía reducir costes al máximo. Fue una época dura en la que cayeron empresas amigas y referentes del sector. Sin embargo, nosotros salimos reforzados y logramos recomponernos gracias a la sección de mantenimiento (que empezó a crecer) y a proyectos relevantes como la discoteca Famous’ Lounge Club by Cathy y David Guetta en el aeropuerto de Ibiza para el Grupo Áreas; el coworking Neápolis para el ayuntamiento de Vilanova i la Geltrú o la reforma de Hard Rock Café en Barcelona, entre otros. Aguantamos la crisis y salimos reforzados con una empresa muy bien estructurada. En aquel momento empezó a rondar por mi cabeza la idea de establecer diferentes unidades de negocio. De crear un grupo empresarial para cubrir de modo independiente cada especialidad.

 

 

Nace QTM para dar respuesta especializada a diferentes ámbitos de nuestra actividad

La idea de dividir la instaladora Requejo en diferentes unidades de negocio se materializa en 2015 con el nacimiento de la sociedad QTM (Quality Technical Maintenance), al ser conscientes del potencial en el mantenimiento de instalaciones. Un sector que se confunde con la reparación, pero nada más lejos de la realidad. Existen una serie de instalaciones que por sus características requieren un mantenimiento normativo, funcional y/o correctivo. Y QTM se ha especializado para abarcar todas las tipologías. Revisiones de baja tensión, climatización, calefacción, telecomunicaciones, legionela… cubrimos todo tipo de mantenimiento multitécnico. Además, nos especializamos y nos clasificamos para poder licitar en ofertas públicas. Ahora es una empresa en constante crecimiento que asegura un trabajo continuo y que supone el 30% de nuestra facturación. Y seguimos creciendo. Hemos abierto la delegación QTM Balears en Mallorca, en parte porque soy un enamorado de la isla y por el potencial que nos brinda en este sector. Y hace tres años adquirimos una antigua empresa especializada en la reparación de motores, que ahora complementa nuestra actividad mantenedora en el sector industrial con QTM Motors. Me gusta la filosofía de la recuperación, lejos de la tendencia actual marcada por la obsolescencia programada, la sustitución recurrente y la inacabable generación de residuos.

 

 

La contratación de talento es la apuesta de futuro

A partir de 2015 el entorno recupera la confianza y empezamos a remontar con proyectos como las instalaciones en el hotel Sofía o las oficinas Hewlett Packard (primer edificio Leed Platino de Barcelona). De la etapa anterior extrajimos sabias lecciones que nos llevaron a centrarnos en clientes solventes, garantizando márgenes y ofreciendo buen servicio a partir de una apuesta por la innovación y el talento. Vamos incorporando talento y paulatinamente se unen al equipo algunos de nuestros mejores profesionales, como Pilar Tremps, nuestra contable y Manel Cazorla, un técnico con una extraordinaria capacidad productiva. Posteriormente, incorporamos a Joan Mestre, un ingeniero industrial con el que podemos optar a proyectos más exigentes técnicamente o David Benito un joven con talento y energía que nos ayuda a modernizar los procedimientos. Es imposible mencionarlos a todos, porque ya somos más de 60, pero soy consciente de que con la ayuda de cada uno de ellos hemos logrado llevar a la empresa a lo que es hoy. En mi opinión, los empresarios no podemos olvidar que nos rodeamos de personas a las que tenemos que mostrar agradecimiento por su contribución. Debemos tener presente que se trata de un pacto, de un encaje en el que nos corresponde el liderazgo en la toma de decisiones y en el que debemos mostrar nuestra capacidad para convencer al equipo de que la opción elegida es la más beneficiosa para el colectivo. Hay que ser hábil para transitar por esa fina frontera que separa el imponer y exigir, del solicitar.

 

La eficiencia, la sostenibilidad y la digitalización son los nuevos retos del sector

Nuestro abanico de servicios es muy amplio y abarca todo tipo de instalaciones. Podemos realizar cualquier proyecto por grande que sea ya que, además del equipo propio colaboramos con empresas especializadas para aumentar la presencia de efectivos en un proyecto. En ocasiones, en una obra pueden estar operando más de un centenar de personas de siete u ocho empresas distintas controladas por nuestros encargados y gestionadas por nuestros técnicos. De este modo, los clientes hallan en nosotros a un único interlocutor al mando de todo un equipo de profesionales. ¿El último reto? Crear espacios eficientes, saludables, y sostenibles, con el valor añadido de la automatización. Esta es nuestra apuesta de futuro que abordamos con formación y entusiasmo. Clientes como Marcove, Xoriguer o 011H comparten nuestra sensibilidad y nos permiten seguir creciendo en estos sectores.

 

Ya he empezado a planificar mi jubilación

No es una jubilación en el sentido estricto, sino más bien una desconexión. Quiero dejar paso a las nuevas generaciones, sacarme presión y poder dedicar más tiempo a mis aficiones. Me gusta mi oficio, pero necesito tiempo para disfrutar de hobbies como la fotografía, el cine, la escultura, el golf… Fruto de las inquietudes culturales, he realizado cursos de guion cinematográfico y doblaje. En el primero conocí a mi pareja, Olga Tarín. Ella me ha ayudado a crecer como persona y como empresario. Me siento privilegiado por tenerla a mi lado, así como también estoy orgulloso de mis hijos: Cristian, Max y Martina. Siempre continuaré desarrollando algunas labores en la compañía, pero hace algunos años que planifico la desaceleración. Trabajo para encontrar la forma en la que el equipo sea capaz de continuar; independientemente de quién se encuentre al frente de la compañía. Mi padre tenía otro talante y su espíritu le llevó a hacer las cosas de manera distinta. Pero eso no impide que siga pensando que es él, con su energía y empuje, incluso con su testarudez, es quien representa mi principal referente como emprendedor.