PEDRO LÓPEZ MUNIESA
Zaragoza
1 de mayo de 1973
Director general de Ewals Cargo Care en la Región Europa Sur
3-5-2022
Llegó al mundo de la logística por casualidad, pero eso no impidió que, a base de esfuerzo y tenacidad, escalara posiciones en ese entorno. Fue consciente de los riesgos que entrañan los rápidos crecimientos y de la adicción que provoca el éxito, de ahí que en un determinado momento decidiera reformular su vida. Eso no le ha privado de continuar progresando en el sector del transporte, donde detecta serias carencias que, advierte, acabarán repercutiendo gravemente en todos los mercados.
Mi madre es un vivo ejemplo de lucha, carácter y admirable valentía
Unos orígenes humildes, pero sobre todo el quedar huérfano de mi padre a los siete años, fueron factores que han repercutido decisivamente en mi trayectoria vital. Soy el menor de dos hijos, nacidos en el seno de un matrimonio que no esperaba mi llegada, pues diez son los años que me separan de mi hermana Toñi, una persona muy importante para mí. Aún conservo en la memoria cuando mi tío, Manuel, me comunicó el fallecimiento de mi padre. Ese capítulo resultó dramático, pero posteriormente me serviría para saber apreciar la familia y la importancia de compartir tiempo con tus seres queridos. Aquella circunstancia motivó que mi madre, Carmen, tuviera que empezar a compatibilizar las tareas del hogar con el trabajo en una empresa de limpieza, en la que permaneció hasta que se jubiló por prescripción médica, a causa de un problema en las rodillas. Nuestra madre siempre ha sido un vivo ejemplo de lucha, carácter y admirable valentía. Llegó a este mundo en 1936, por lo que sus primeros años coincidieron con la Guerra Civil. Menuda físicamente, demostró muy pronto su grandeza de espíritu cuando mi abuela materna murió de manera prematura. Por aquel entonces, mi madre solo contaba diez años y se vio obligada a abandonar la escuela para hacerse cargo de la familia. A sus 85 años, hoy sigue dando muestras de su vitalidad y optimismo.
El 23-F, mis tíos aconsejaron a mi madre que no saliéramos de casa
Tanto la Guerra Civil como los asuntos políticos eran temas que se trataban sin pudor en nuestro hogar, donde siempre predominaron las convicciones republicanas y progresistas. Mi abuelo paterno llegó a permanecer ocho años recluido en prisión por esas ideas. Los comentarios acerca de la represión durante el episodio bélico y la posguerra nunca fueron tabú en casa. Recuerdo perfectamente el intento de golpe de Estado del 23 de febrero de 1981. Mis tíos llamaron a mi madre y le aconsejaron no salir de casa. Las inclinaciones políticas estaban vinculadas en parte al espíritu obrero sobre el que se había edificado la familia de mi padre, la mayoría de ellos mineros en Utrillas, un pueblo de Teruel. Aquello imprimía carácter y, al mismo tiempo, devengaba unos derechos a los que mi abuela, una vez hubo emigrado a Zaragoza, no quiso renunciar. Por su condición de familiar de mineros le correspondía un cupo de carbón que la empresa le entregaba cada cierto tiempo. Me acuerdo con exactitud de cómo alimentaba con carbón la cocina de su casa en Zaragoza. Recuerdo que me encantaba ayudar al encendido, aprovechando las cáscaras de las almendras que partíamos en los campos cercanos a la casa y que servían para conseguir que el fuego prendiera.
Quise montar un refugio en el Pirineo para trabajar como guía de montaña
Otros recuerdos que acuden a la memoria de mis años de infancia tienen que ver con las salidas en barca, los fines de semana, junto a mi tío y mis primos. En cierto modo, mi tío asumió el papel de padre ante su ausencia, mientras que en mi primo Marcos, cuatro años mayor que yo, hallé la figura de un hermano mayor. En realidad, todo mi entorno me protegía, pues incluso mi cuñado, José Ignacio, por edad podría haber sido mi padre. De hecho, él acabaría teniendo una influencia trascendental en mi trayectoria profesional y en mi dedicación al sector del transporte y la logística. El deporte siempre ha sido mi pasión, y hoy, practicar ciclismo sigue constituyendo para mí una magnífica válvula de escape, pues más allá de ayudarme a mantenerme en forma, me permite despejar la mente y recargar energía. La montaña era una de mis principales aficiones, hasta el punto de acariciar la idea de trasladarme al Pirineo para, con la ayuda de alguno de mis amigos, montar un pequeño refugio desde donde organizar un servicio de guías. Pero el destino me tenía reservado otro rumbo.
Adentrándome en el universo del transporte y la logística de la mano de mi cuñado
La inquietud por orientar mi vida hacia la montaña no fue lo único que me inclinó a abrazar los estudios de Turismo en la Universidad de Zaragoza. El aprendizaje de idiomas constituía una de mis motivaciones, y creí que ese ámbito era probablemente donde mejor podría desarrollarlos. Pero esa etapa de juventud coincidió también con un periodo rebelde, en el que no exhibía mayor ánimo que trasladarme los fines de semana al valle de Pineta o a Benasque para disfrutar de la montaña con mis amigos. Esa actitud motivó la preocupación de mi entorno familiar, de tal modo que un día me sentaron a la mesa mi madre, mi hermana y mi cuñado, y me plantearon que tenía que enderezar mi proyecto vital; que debía reformular mis aspiraciones y buscar cómo ganarme la vida. Fue precisamente mi cuñado quien ejerció de palanca para mi inicio profesional. Él trabajaba en el entorno del transporte y tuvo conocimiento de que una empresa del sector, Aiciondo, necesitaba reforzarse en Zaragoza para prestar servicio a la planta de Opel en Figueruelas. Así, por casualidad, y gracias a la intervención de mi cuñado, me adentré en este universo.
Si bien freír un huevo constituye un desafío fácil, hay que invertir en él el mayor de los esfuerzos para intentar que el resultado sea inmejorable
Para mi cuñado solo puedo tener palabras de agradecimiento, pues me abrió las puertas a un entorno que me ha permitido labrarme una estupenda carrera profesional, donde he conocido a mucha gente, muchos países y diferentes culturas, y he tenido la oportunidad de desarrollar un trabajo que me resulta altamente atractivo. De José Ignacio guardo muchos y buenos consejos, pero especialmente uno muy sencillo pero muy ilustrativo, y que me ha sido de gran utilidad a lo largo de la vida. Me dijo que, si bien freír un huevo constituye un desafío fácil, hay que invertir en él las máximas ganas y el mayor de los esfuerzos para intentar que el resultado sea inmejorable. Su filosofía, que he adoptado, radica en que en cualquier faceta de la vida debes procurar emplearte a fondo y esmerarte al máximo. Si ante un examen te fijas como objetivo alcanzar el aprobado, es bastante probable que acabes suspendiendo. En cambio, si te preparas para conseguir la nota más alta, el aprobado está garantizado. Esa cultura del esfuerzo, asimilada a partir de esa reflexión y del deporte y su disciplina y exigencia, he procurado transmitirla a mis hijas y a las personas que me rodean, porque he podido constatar que, si prestas atención a la más sencilla de las operaciones, acabas alcanzando resultados extraordinarios. La filosofía transmitida por mi cuñado hallaría continuidad tiempo más tarde en Alfonso Sesé, presidente y propietario del Grupo Sesé. Él me advirtió que, para llegar a cualquier destino, hay dos formas: la fácil y la difícil. «Siempre será mejor la opción difícil, porque el resultado será el mejor aunque cueste más y se tarde más». He tenido muy en cuenta este consejo y me ha sido de gran utilidad a lo largo de mi trayectoria; incluido el periodo en el que trabajé junto a Alfonso en el grupo que preside.
Gracias a mi espíritu inquieto y trabajador, me convertí en una referencia de la empresa en Zaragoza
Mi desembarque en Aiciondo, en 1995, significó la asunción de múltiples tareas. En esta empresa navarra buscaban una persona joven, capaz de entender el mundo de la automoción y aspectos que, si bien ahora resultan comunes como el suministro JIT o la ISO 9000, en aquel entonces se antojaban desconocidos. Me entregaron un teléfono móvil Motorola de tapa; un modelo que hoy muchos ni conocerán. Pero entonces aquello constituía un aparato absolutamente inusual. Para contactar con los chóferes, que no disponían de terminal, tenía que llamarles a ciertos puntos de su ruta, como por ejemplo los restaurantes donde se detenían a almorzar. Yo le preguntaba al camarero si había en la sala algún conductor de Aiciondo para poder transmitirles mensajes o encargos. También me cuidaba de confeccionar los CRM a máquina, o cualquier otra tarea que se me encomendara. Trabajé duramente en esa etapa, que se reveló muy interesante, porque aprendí muchísimo y logré crecer profesionalmente. A ello contribuyó mi espíritu inquieto, aceptando cualquier propuesta que me trasladaban, de tal modo que, en poco tiempo, dejé de ser un auxiliar y me convertí en una referencia de la empresa en Zaragoza.
Con veinticinco años me hicieron gerente de la delegación de Gerposa en Vitoria
Pasados dos años de mi incorporación a Aiciondo, Gerposa —una de las empresas logísticas más importantes de España en ese momento— adquirió la compañía y pasé a integrarme en la misma. Y no transcurrió demasiado tiempo hasta que mi cuñado tuvo conocimiento de que esta firma buscaba un gerente para su delegación Norte, con base en Vitoria. José Ignacio me llamó y me dijo que, en breve, se pondrían en contacto conmigo para convocarme a una entrevista y que, bajo ningún concepto, renunciara a la propuesta que me trasladaran. Al poco rato, recibí la llamada anunciada de parte de Jaime González, que en aquel entonces era el director comercial de la compañía y otra de las personas clave y referente en mi carrera profesional, en la que me invitaban a acudir a la cita. Con veinticinco años, me presenté en las oficinas con mi atuendo habitual, vaqueros y camiseta, y descubrí que ahí todo el personal utilizaba corbata. Esa fue la última vez que me pillaron «fuera de juego» con el tema de la ropa. Se me quedó grabado a fuego. Aquel detalle no fue obstáculo para que me propusieran instalarme en la capital alavesa a fin de que asumiese la gerencia del centro y las operaciones de clientes como Nissan, Mitsubishi u Opel.
Un vertiginoso ascenso no resulta sano, pues corres el riesgo de perderte
Recuerdo perfectamente el día en que me incorporé a la delegación de Vitoria. Me sentía un tanto cohibido; aparqué frente a la puerta de la oficina y estuve un cuarto de hora sin salir del coche. Poco a poco, fui asentándome en el puesto, y en esa etapa como delegado de la zona Norte pasamos de un equipo de siete personas a reunir más de cincuenta, gracias a un extraordinario crecimiento, al que contribuyó el ganarnos la confianza de Daimler, y que comportó que me promocionaran a director territorial. Este nuevo cargo suponía un salto importante, pues pasé a gestionar un presupuesto de en torno a los diez mil millones de pesetas, además de asumir la coordinación de un equipo de unas trescientas personas. Sin embargo, aquel vertiginoso ascenso no resultaba sano. Todavía no había cumplido los treinta y el «éxito rápido» puede provocar que dejes de tener los pies en el suelo. A esa edad adoptas decisiones sin tener presente cómo llegan a impactar en mucha gente. Ni estás suficientemente preparado para ello, ni eres plenamente consciente de las repercusiones que acarrean, con lo que corres el riesgo de perder el norte y de olvidarte de quién eres, de dónde vienes e, incluso, de por qué estás ahí.
Es importante concienciarse de que asumir una posición de liderazgo conlleva una gran responsabilidad
Por mi posición, estaba acostumbrado a sentarme con directivos de Renault en París, de Daimler en Stuttgart o en el comité de dirección de una empresa puntera en España. Eso puede provocar que pierdas el respeto por tu entorno y que acabes creyendo que el hecho de que una tarjeta de visita te identifique como director es el reconocimiento a tu mérito exclusivo, cuando en realidad corresponde al equipo que hay detrás. Un futbolista como Messi habría sido el mismo si hubiera jugado en un club más modesto, sin duda, pero probablemente los logros que habría alcanzado no serían los mismos. Y es importante ser consciente de esa situación y de que, a menudo, quienes valoran tu papel están muy condicionados por la entidad de la empresa a la que perteneces; porque es posible que, si no formaras parte de esa organización, no te adularían tanto, ni tan siquiera te tendrían en cuenta. Hay quienes solo prestan atención al glamur que comporta el cargo, porque resulta fácil sucumbir a la erótica del poder. Pero lo más importante es adquirir conciencia de que asumir una posición de liderazgo conlleva una gran responsabilidad; de manera especial, hacia quienes se hallan bajo tu tutela. Debes de ser consciente de tu influencia, positiva o negativa en la vida de otras personas y no olvidar nunca esa responsabilidad.
Mi experiencia en el Grupo Sesé resultó equivalente a cursar varios másteres
Después de dejar atrás mi temporada en Gerposa, recibí una cura de humildad durante el año que permanecí en una empresa familiar del sector de los transportes, Margutsa. Esta entidad aspiraba a profesionalizarse, aunque no todo el equipo estaba de acuerdo con ello ni veía con buenos ojos una posible adquisición por una compañía mayor. Pese a que la experiencia no resultó satisfactoria, fue una etapa fructífera en cuanto a aprendizaje, puesto que me permitió darme cuenta de la importancia de adoptar decisiones acertadas. Asimismo, cumplí con mi compromiso de aportar volumen de negocio. Una vez alcanzado ese objetivo, decidí abandonar mi cargo. A partir de aquella experiencia, decidí que nunca más trabajaría en una empresa pequeña. Tras conversar con el director general de Geodis (entonces Giraud), Julio Oslé, me incorporé a esta compañía. Tuve que rebajar mis expectativas desde todos los puntos de vista, en lo que se convirtió en una buena lección de carácter profesional. Pero ahí demostré mi capacidad para recuperarme y conseguí promocionarme hasta situarme como director de Planificación. Fue sin duda un tiempo de readaptación y aprendizaje de otra cultura empresarial. Esas diferencias me resultaban tremendamente interesantes y me iban enseñando la variedad y diferencia de las culturas y modos de gestionar, algo que siempre me ha parecido fascinante. Cuatro años más tarde, tomé la mejor decisión de mi vida profesional al sumarme al Grupo Sesé. Yo ya había conocido a Alfonso Sesé en mi época de Aiciondo porque frecuentemente acudía a Opel, y establecimos una relación que permitía presagiar que algún día llegaríamos a colaborar. Me atrevo a decir que la etapa en este grupo resultó equivalente a cursar varios másteres; una vivencia profesional inigualable donde tuve la oportunidad de trabajar junto a Alfonso y que, sin duda, me ha permitido llegar a mi situación actual. Esta etapa se prolongó por espacio de siete años y en ella la facturación se multiplicó casi por cuatro, a pesar de que ya era alta incluso teniendo en cuenta que, a los pocos meses de haberme incorporado, estalló la crisis financiera. Sin embargo, aquel ritmo y aquella intensidad laboral lastraban la armonía familiar. Mi esposa, Tatiana, tenía que hacerse cargo en solitario de nuestra primogénita de tres años mientras nuestra segunda hija estaba a punto de asomar a este mundo, de manera prematura con solo 26 semanas. Fueron años muy interesantes pero muy intensos y duros. Fue así como decidí adoptar la segunda mejor decisión de mi vida profesional: abandonar Sesé.
El objetivo final de la existencia tiene que ser contribuir a mejorar la vida de la gente
Muchas veces me he preguntado cuántos ejecutivos brillantes viven en soledad. Si el precio personal que debes asumir realmente merece la pena en un balance de vida completo. El riesgo de poner en peligro tu estructura familiar o la presencia como padre muchas veces se dejan en segundo plano. Por supuesto que cualquier opción es válida y respetable, pero, personalmente, si pongo en una balanza la condición de padre o el éxito profesional, no tengo ninguna duda acerca de qué es más importante; posiblemente, porque mi padre no pudo elegir su ausencia, pero yo sí tenía en mis manos participar o no en la vida de mis hijas. Considero que nuestro proyecto vital más importante es la familia y que, además, nunca termina, dándote unas satisfacciones difícilmente superables. Aunque todos podamos albergar cierta vanidad, en mi opinión, el objetivo final de la existencia tiene que ser nuestra contribución en mejorar la vida de la gente. No hay un legado profesional más digno que haber generado negocio, oportunidades, riqueza, capacidad de crecimiento… Has contribuido a que todo funcione mejor y a que tus empleados y sus familias disfruten de una cierta calidad de vida y de su desarrollo como profesionales. Si lo has hecho con los demás, ¿qué no vas a hacer con tu propia familia?
La inteligencia de Tatiana me ha acompañado en un recorrido empresarial en que nadie me ha regalado nada
Trabajar en el Grupo Sesé había significado volver al cielo, pero, como he mencionado antes, había llegado el momento de parar. He tenido la suerte de contar con mi esposa Tatiana, quien a su condición de mujer con un sentido común muy importante le añade una gran inteligencia. Juntos llegamos a conclusiones bastante claras. Fue cuando me decidí a hablar con Pim Ewals, uno de los actuales propietarios del Grupo Ewals, quien, al saber mi intención de salir de Sesé, me propuso sumarme al grupo. Tras un año como director comercial para Europa Sur, me promovieron a director de España y Portugal, paso previo a la asunción de la dirección general de Europa Sur, y a miembro de la dirección ejecutiva del grupo. No puedo ocultar el orgullo que me supone, sobre todo cuando vuelvo la mirada atrás y veo el recorrido efectuado, en el que nadie me ha regalado nada.
Ofrecemos transporte internacional de carga completa multimodal, apoyándonos especialmente en el tren y en el barco
La nuestra es una empresa de origen holandés, un pueblo históricamente mercader, que vive mirando al mar. Ofrecemos transporte internacional de carga completa multimodal, apoyándonos especialmente en el tren y en el barco. No disponemos de contenedores marítimos, sino que nuestra flota se compone de semirremolques huckepack que cargamos en trenes o barcos, y que son recogidos en el punto de destino por un camión o para el traslado de la mercancía hasta el lugar definitivo de entrega o recogida. Contamos con más de 500 tractores propios más otros 900 de colaboradores fijos y una flota de semirremolques de 3.900 unidades. Este año íbamos a comprar 300 camiones, pero la escasez de chips y semiconductores provoca que los fabricantes estén racionalizando las entregas y solo nos puedan vender 240.
Las comunicaciones ferroviarias domésticas son muy deficientes
Nuestro modelo se basa en el uso masivo de conexiones ferroviarias y marítimos Ro-Ro en toda Europa. Esta fórmula de transporte reduce considerablemente el número de camiones circulando por carretera, con todo lo que conlleva: descongestión de tráfico, contribución a la seguridad vial y ahorro de emisión de CO2 a la atmósfera. Hace cuatro años teníamos dificultades para vender transportes multimodales, y solo lo conseguíamos por precio. Ahora, en cambio, ante los compromisos medioambientales de la Agenda 2030, cada vez somos más demandados. En comparación con el resto de Europa, las comunicaciones ferroviarias domésticas son muy deficientes y nuestra cuota de mercancía por tren es muy limitada. Hace años que estamos hablando de corredores que deberían facilitar ese tránsito, como el del Mediterráneo, pero la burocracia ralentiza todos los procesos y los plazos de ejecución de los proyectos se eternizan.
Europa acusa un serio problema de falta de conductores profesionales
En Europa nos enfrentamos a un serio problema, que no es de sector, sino general: faltan conductores en todos los países. La gente joven, al terminar sus estudios, no se plantea obtener el permiso para convertirse en chófer; entre otras razones, porque es una actividad asociada a una calidad de vida precaria. Los frecuentes cambios de la ley educativa, coincidiendo con los relevos en el Gobierno, no contribuyen a resolver este problema que, en buena parte, incide en el recurrente desprestigio de la FP, cuando los especialistas y técnicos siempre serán necesarios. Esto comporta que la edad media de los conductores esté aumentando en todo el continente. Es un debate que no se está abordando seriamente, pese a que, en los últimos tiempos, con la pandemia y con la huelga convocada en marzo de 2022, quedó demostrado que, sin transporte, la mercancía no llega a su destino. La situación se está complicando cada vez más y debemos entender la profesión de chofer como la de un especialista que conduce una máquina muy cara por lo que debe tener una remuneración y calidad laboral acorde a todos los requerimientos que se les exigen. Si no buscamos una solución a este problema social, acabaremos enfrentando un problema de capacidad y, por tanto, potencialmente de suministros. Si a ello le añadimos el conflicto de Rusia y Ucrania, que ha provocado que unos quince mil chóferes ucranianos hayan abandonado su labor para acudir a defender a su país, nos encontramos con la ¨tormenta perfecta¨.
Tres mujeres que me dan mucha luz
La posibilidad del motor de hidrógeno para camiones pesados, en modo híbrido alternativo al de combustible fósil, es factible. Mercedes ya ha avanzado en esa opción, que permite que el hidrógeno recargue el motor eléctrico. Ignoro cuándo se convertirá en una realidad, pero los fabricantes se han dado cuenta de que deben dar con una solución medioambiental viable que tendrá que venir acompañada de una red preparada de recarga para evitar esperas que lastren la productividad. Todo ello, idealmente, producido cerca de casa, mostrando que hemos adquirido conciencia de continente. Todo sea por un mundo mejor que podamos dejarles a las futuras generaciones, como pueden ser mis hijas Andrea y Martina. Con diecisiete y catorce años, poco a poco, van incorporando los valores de esfuerzo, respeto, amistad, multiculturalidad y sobre todo familia. Están creciendo «muy bonitas» y así lo están demostrando en su día a día, y en su forma de afrontar sus retos y sus relaciones personales y familiares. Junto a Tatiana, una mujer increíble, con quien compartir mi vida me ha ayudado a convertirme en quien soy, ellas son lo más valioso de mi vida. Tres mujeres que me dan mucha luz.