Sra. Dude
2 Tomo (empresarios) biografías relevantes

Sra. Estefanía Dude Álvarez – Ahumados Mediterráneos

 

ESTEFANÍA DUDE ÁLVAREZ

Granollers (Barcelona)

1979

Directora general de Ahumados Mediterráneos

 

 

 

28-10-2022

 

 

Con el espíritu empresarial en su genética, esta profesional quiso reivindicarse y trazar su propio camino. Acumuló una rica experiencia analizando y «fotografiando» compañías de los más variopintos sectores, lo cual le brindó una amplia capacidad para asesorar en todo tipo de operaciones en el entorno de las organizaciones, desde auditorías hasta inversiones. Su contribución en la profesionalización de determinados proyectos la condujo a liderar, y a catapultar, una compañía de referencia en la producción de pescados ahumados premium.

 

 

Mi padre, un admirable ejemplo de emprendedor, puso en marcha más de media docena de firmas

Soy la tercera de cuatro hermanos nacidos en el seno de una familia empresaria. Vi la luz en Granollers, donde residíamos en un entorno de naturaleza llamado Can Duran, camino de L’Ametlla del Vallès. En esa urbanización no solo respiraba paz y tranquilidad, sino que desarrollé un gran amor y respeto por el entorno natural y animal, que conservo a día de hoy El responsable de aquella fauna de compañía era mi padre, Ricardo, a quien le encantaban los animales. Natural de Bilbao, se caracterizaba por un carácter enérgico y un gran espíritu emprendedor, pues al margen de fundar —con la ayuda de otros socios— el Grupo Abressa, demostró una enorme vitalidad y mucha ambición al poner en marcha más de media docena de compañías de múltiples sectores. Sin duda, él constituyó un gran ejemplo para todos nosotros, por su elevada capacidad de trabajo y su admirable tenacidad. Alejandro e Irene, mis hermanos mayores, han dado continuidad a ese grupo empresarial que sigue produciendo y comercializando muelas abrasivas para el pulimento de piedra natural, y que cuenta con plantas en Barcelona, Canadá y Portugal. Me consta que nuestros abuelos paternos también eran industriales en el País Vasco, pese a que no llegué a conocerlos, porque tanto yo como mi hermano pequeño, Alberto, nacimos bastante después que los primogénitos. Todo indica, por tanto, que la genética resultaba propicia para que mi vida se encaminara hacia el mundo de la empresa.

 

Capacidad de liderazgo e instinto estratégico demostrado por nuestra madre cuando tuvo que asumir el liderazgo de la empresa

Nuestra progenitora, Irene, también exhibió un alma emprendedora envidiable. Yo no tenía aún los doce cuando nuestro padre acusó serios problemas cardíacos y mi madre asumió la gestión del grupo empresarial, demostrando su capacidad de liderazgo e instinto estratégico. Ese mismo equilibrio que transmitían como matrimonio quedó patente al frente de la compañía, pues ella imprimió su propia idiosincrasia a la entidad. Sus caracteres dispares se enriquecían gracias a su complementariedad. Así como él solía mostrarse impetuoso y altamente exigente, ella hacía gala de una actitud más conciliadora, aunque sin renunciar al rigor a la hora de reclamar la excelencia en las labores. A las virtudes directivas exhibidas, mi madre le añadió la determinación para reducir estructura y cerrar plantas en varios puntos del planeta, como India o Tailandia, consiguiendo la supervivencia del grupo gracias, también, a sus habilidades de negociación. Tanto mis hermanos como yo valoramos el espíritu de esfuerzo y sacrificio que demostraron y que, también, nos exigieron, pues ello nos alimentó un permanente afán de superación que nos ha resultado de gran ayuda en nuestras respectivas trayectorias; unos valores a los que hay que añadir los de honestidad y sinceridad que compartían, y que supieron inculcarnos.

 

Formados en la autosuficiencia y la autogestión

Debo admitir que el trato personal que recibí de mis padres resultó distinto al de mis hermanos. Al haber nacido bastante después que los primogénitos y no ser la benjamín de la familia, disfruté de cierta libertad y autonomía, si bien es cierto que Ricardo e Irene siempre fomentaron la autosuficiencia y autogestión de todos sus hijos. De todos modos, mi madre prestaba atención a mis movimientos, pero no solía interferir en mis estudios, amistades o decisiones. Desde muy temprana edad aprendí a cumplir con mis responsabilidades, gestionar mis propios recursos y no trasladar problemas a nuestro hogar. Mi educación se forjó en el centro La Vall, en Bellaterra, un colegio católico cuyos valores cristianos se alineaban con los que nos impartían nuestros padres y que sigo cultivando con convencimiento, entre otras razones porque me sirven de guía ética en mis actuaciones a nivel personal y profesional. Tanto de esa etapa como de la trayectoria escolar conservo no solo un grato recuerdo, sino grandes amistades.

 

Disfruté de docentes excepcionales como Eduard Punset o Santiago Niño Becerra

Una vez completada la formación secundaria, a la hora de decidir mi itinerario profesional me asaltaron las dudas. En el tramo final había optado por las Ciencias Puras, pero siempre había sentido una inclinación innata hacia la ayuda y la protección de las personas, hasta el punto de plantearme cursar la carrera de Psicología. Finalmente, empero, me decanté por Administración y Dirección de Empresas. Me matriculé en la Universitat Ramon Llull, en el Institut Químic de Sarrià, en lo que se reveló como una experiencia muy enriquecedora en la que, además de labrar tan buenas amistades como en el centro La Vall, disfruté de docentes excepcionales como Eduard Punset o Santiago Niño Becerra. Aun así, ese periodo universitario resultó un tanto agridulce para mí, toda vez que mi padre vio seriamente agravada su salud. Durante varios meses, mis clases se alternaron con las frecuentes visitas hospitalarias, hasta que nuestro padre acabó falleciendo, cuando me hallaba en el ecuador de mi carrera. Recuerdo con especial cariño y agradecimiento el apoyo que me dispensó el decano de la Facultad, quien exhibió una gran calidad humana en unos momentos en los que me costaba aceptar la dura realidad.

 

La etapa en KPMG se convirtió en un gran periodo de aprendizaje

A pesar de que en mi entorno familiar en alguna ocasión se me había planteado la opción de desarrollar mi carrera profesional en el Grupo Abressa, siempre quise labrar mi propio destino y reivindicarme personalmente. De este modo, en 2002 inicié mi trayectoria en KPMG, primero en calidad de auditora financiera y, dos años y medio después, como consultora en transaction services (TS). Fue una etapa extraordinaria, ya que aquella compañía se reveló como una auténtica escuela para adquirir conocimientos técnicos, además de metodología y capacidad de trabajo en equipo. Asimismo, el hecho de que medio centenar de jóvenes entráramos simultáneamente en la entidad, dio lugar a una especie de hub donde intercambiábamos experiencias, nos apoyábamos mutuamente y nos sumergíamos en sectores muy variopintos. Por nuestra edad e inexperiencia, se convirtió en un gran periodo de aprendizaje para la vida laboral. Invertíamos muchísimas horas, en ocasiones en lugares tan extravagantes como una planta de despiece de ganado porcino. En cualquier caso, la autonomía en la gestión para llevar a cabo las auditorías resultó muy enriquecedora y me fortaleció profesionalmente.

 

Ejercí de analista y de directora de inversiones mientras realizaba un máster: es imprescindible el aprendizaje continuo para seguir creciendo

Donde hallé mi verdadera vocación fue en la operación corporativa, durante mi segunda etapa en KPMG, en consultoría TS, realizando due diligences. Resultaba muy interesante efectuar una «foto estática» del valor de una compañía en un determinado momento, analizando los riesgos y las fortalezas de la misma. Asimismo, me enfrentaba al desafío de la gestión de personas sometidas a la incertidumbre a la que se asomaban a partir de ese análisis, pues ignoraban cuál era el futuro laboral que podía aguardarles. Empecé en ese departamento en 2004, coincidiendo con un ciclo de altísimas inversiones de capital extranjero que entraba en fondos a España, lo cual reclamaba la correspondiente due diligence para cada operación. El ritmo endiablado de trabajo me mantenía constantemente de viaje y casi ni pisé mi casa en tres años. Mi vida había quedado tan concentrada en vuelos y hoteles que me resultaba imposible desarrollar cualquier proyecto personal a medio plazo, ya que mis obligaciones me podían exigir una estancia de dos meses en Florencia o atender en Cádiz una compleja operación de carve-out para el Gobierno americano. Esa situación me llevó a dejar KPMG e incorporarme a Catalunya Banc, la antigua Caixa Catalunya, como gestora de inversiones, en 2007. Tenían una filial, Invercartera, de participaciones no inmobiliarias bastante significativa. Ejerciendo como analista y, más tarde, como directora de inversiones, puede simultanear estas responsabilidades con un máster en Dirección Económico-Financiera en ESADE. Y es que siempre he creído que es imprescindible el aprendizaje continuo para seguir creciendo.

 

Asistir a consejos de Administración me permitió aprender sobre los variados intereses que intervienen en la toma de decisiones

Mi labor en Catalunya Banc me permitía organizar mi agenda profesional, pues ya no era consultora (lo cual reclamaba disponibilidad absoluta), sino representante de inversores. Así, tenía la oportunidad de estructurar mi horario para asistir a sesiones formativas y, al mismo tiempo, conciliar mi vida familiar. Sería precisamente entonces cuando me casé con César, a quien había conocido de mi etapa en KPMG, y cuando nacieron nuestras dos hijas, Julia y Alba, que cuentan con trece y once años respectivamente. No resulta fácil compatibilizar la faceta de madre con la laboral: el equilibrio de tiempos y dedicación entre ambas es fundamental. Creo que es una falacia ampararse en el tiempo de calidad que dedicas a los hijos para justificar las pocas horas junto a ellos, pues considero vital estar a su lado; y más en la actualidad, en que los menores están más expuestos y se muestran más vulnerables, en parte por las nuevas tecnologías y en parte porque tendemos a sobreprotegerlos. A nivel profesional, fui adquiriendo una cartera cada vez más representativa y tuve la oportunidad de aprender muchísimo gracias a la asistencia a consejos de Administración muy variopintos en representación de Catalunya Banc; en especial en lo que se refiere a la toma de decisiones y en los elementos subjetivos que influyen en ellas. Aquello contrastaba con la teoría académica y la metodología practicada en la consultoría, pues asomaban intereses de otro corte, absolutamente válidos, por supuesto, pero que también había que saber gestionar adecuadamente.

 

Tras cofundar Collins Capital, aprendí muchísimo del espíritu emprendedor

Cuando Catalunya Banc fue intervenida por el FROB, recibimos el mandato de desinvertir en todas aquellas posiciones ajenas a lo que denominaban core, esto es, que no estuvieran vinculadas a la actividad bancaria. En ese momento tuve la oportunidad de trabajar con Pablo Garriga, con quien en 2014 decidimos abandonar Invercartera, hacernos socios y crear una pequeña boutique de M&A (mergers & acquisitions) en la plaza Francesc Macià. Inicialmente llevábamos a cabo asesoramiento en operaciones corporativas, pero fue evolucionando hacia un vehículo de inversión, Collins Capital, para profesionalizar y acompañar a proyectos de pequeño tamaño. Se incorporaron nuevos socios, que depositaron su confianza en nuestra sociedad de capital riesgo, y se realizaron siete inversiones. En esa época aprendí muchísimo sobre el espíritu emprendedor, al enfocarnos a compañías que facturaban entre cuatro y seis millones de euros, donde el fundador suele verse abocado a asumir distintas responsabilidades. Resultó muy interesante analizar cómo poder profesionalizar esos proyectos para conducirlos al siguiente escalón. Ahí fue vital la visión estratégica de Pablo Garriga, con quien nos repartíamos la cartera de la sociedad. En un determinado momento, Rafael Reyes, socio fundador de una de las empresas participadas, Reyes y Varón, orientada a la producción de salmón ahumado, nos informó que necesitaba apoyo más estrecho por problemas de salud. Dado que por aquel entonces esta compañía requería un estricto seguimiento, reenfoqué mi actividad hacia su gestión, contando inicialmente con la colaboración del propio fundador de la entidad, hasta que, en marzo de 2017, Collins Capital adquirió la mayoría de la misma y me convertí en la directora general de Reyes y Varón.

 

Siento un profundo respeto por Rafael Reyes, que demostró un gran olfato empresarial

Bajo el control de Collins Capital, iniciamos una etapa de profunda transformación de Reyes y Varón. Acometiendo la profesionalización de los mandos intermedios y estableciendo protocolos de actuación, en menos de dos años conseguimos doblar su volumen. La valiosa labor de Lidia Miquel permitió reestructurar financieramente la compañía y que en 2019 hubiéramos devuelto la deuda a largo plazo. En el ejercicio anterior, en diciembre de 2018, alcanzamos un acuerdo de adquisición de Benfumat, sociedad familiar de tercera generación, radicada en la barcelonesa Sant Feliu de Llobregat, con una actividad análoga a la nuestra. Su fundadora, María Vidal, había llevado a cabo una excelente gestión, que no halló posteriormente continuidad, lo cual había hecho mella en su preparadísimo equipo humano, que observó una ética y una profesionalidad admirables para afrontar la nueva etapa bajo la tutela de la nueva sociedad: Ahumados Mediterráneos. Esta empresa agrupa actualmente a ambas marcas y cuenta con sendas plantas de unos 2.000 m2 cada una: la de Benfumat, en Sant Feliu de Llobregat, y la de Reyes y Varón, en Sant Jaume dels Domenys. En esa misma localidad tarraconense fundó Rafael Reyes, hace más de treinta años, su compañía, demostrando que tenía un enorme olfato empresarial. Desarrolló una metodología de transformación y producción que nos sigue resultando de gran utilidad, y continuamos consultándole a menudo, pues, más allá de las diferencias de criterio que podamos exhibir, nos profesamos un profundo respeto y cariño.

 

La artesanía está presente en nuestros procesos de producción

Ahumados Mediterráneos, que suma un centenar de profesionales, ha apostado siempre por una calidad excepcional de producto. Aunque el salmón ahumado supone más del 70% de nuestra producción, también disponemos de otras variedades de pescado, como el bacalao, la anguila o la lubina, todos en procesos de ahumados o semicurados. Nuestro posicionamiento en el mercado es premium, enfocándonos principalmente al canal Horeca. La artesanía está presente en nuestros procesos, lo que permite preservar la calidad del producto. Eso marca toda la cadena de valor de la compañía, que empieza por la cuidada selección de la materia prima y que halla continuidad en la exigencia máxima en la transformación del producto crudo o semicrudo, teniendo en cuenta que no se le añade ningún aditivo ni ningún proceso artificial. Todo ello reclama mucha coordinación, una gran profesionalización e implementar una lógica industrialización. Adquirimos las piezas enteras en origen, de caladeros escogidos; en el caso del salmón, de granjas noruegas. Hay que prever con siete días de antelación las necesidades de la semana siguiente. El pescado nos llega entero y viscerado, iniciando el proceso de apertura para transformarlo en un filete limpio, extrayendo espina, cabeza, etc. Un pequeño porcentaje se destina a la venta en fresco semicurado, pero en la mayoría de los casos se emprende un proceso de curado en el que, en un entorno a temperatura controlada óptima, se le añade sal y azúcar en una proporción adecuada al tipo de pescado y a la talla de la pieza, dejando que exude, mediante un proceso de conservación natural. Una vez transcurrido el plazo oportuno según cada caso, obtenemos el filete de salmón curado, iniciando entonces el proceso de ahumado en frío. Con él se logra un secado —una extracción de agua que prolongará su estado de conservación— y un aroma y un sabor específicos. Con esa materia prima intermedia podemos hacer cuantos cortes, especialidades y envasados finales queramos. Reyes y Varón, al dirigirse prioritariamente al canal Horeca, opta por tallajes más grandes, mientras que Benfumat presenta formatos de menor volumen. La fase de procesado y envasado es la que concentra mayor industrialización. Ahí es donde podemos mejorar nuestra productividad, que ahora se halla en torno a las 700 toneladas netas de mercancía al año.

 

Nuestra actividad reclama una curva de aprendizaje más larga

Al formar parte de la industria de la alimentación, estamos sometidos a estrictos controles sanitarios. Además, Reyes y Varón cuenta con la certificación International Featured Standard, que garantiza la calidad y seguridad en materia alimentaria que observan nuestros profesionales, entre los cuales hay maestros ahumadores y saladores, entre otros perfiles auténticamente artesanos, cuya actividad es decisiva en la optimización de las piezas. Hay una curva necesaria de aprendizaje para conseguir que nuestros profesionales rindan en tiempo y forma, y, en un contexto artesano como el nuestro, esa curva es más larga que en un ámbito más industrializado. Nuestro personal, además de mostrar un talante receptivo a recibir formación, ha de adaptarse a un entorno exigente, en el que hay que cortar pescado, a una temperatura de ambiente de cuatro grados; de ahí que cubrir los puestos de trabajo de nuestra empresa sea complejo, pero no tanto como en otros sectores, donde la necesidad es más perentoria. En el postgrado de dirección general que cursé en IESE este último año, tuve ocasión de comentar con otros directivos cómo fomentar y preservar talento, y mejorar nuestra capacidad de adaptación: coincidimos todos en que involucrar, flexibilizar y tener escucha activa sin ciertas jerarquías son pilares fundamentales para conseguirlo.

 

Priorizar la rentabilidad más que el volumen

La pandemia nos sorprendió cuando atravesábamos una exitosa etapa. En marzo de 2020 acusamos una caída de la facturación del 80% que nos obligó a cambiar nuestro modelo de gestión. Afortunadamente, la respuesta de la plantilla, de los bancos y colaboradores fue ejemplar. En quince días logramos reestructurar todos los turnos productivos, firmar sendos ERTE para cada planta y formalizar préstamos ICO, garantizando la operatividad sin afectar al capital circulante. No resultó nada fácil ese periodo, pues nos enfrentábamos a una absoluta incertidumbre. La capacidad innata de sobrevivir a circunstancias adversas fue decisiva para superar el covid, confeccionando planes de viabilidad semanales, realizando pedidos a ciegas porque ignorábamos cuáles serían las necesidades de nuestros clientes y planificando cuánto personal requeriríamos unos días más tarde. Canalizar mayor porcentaje de producto hacia el retail nos permitió mantener nuestras plantas. 2021 incluso resultó un año más complejo, ante la irrupción de frecuentes olas de pandemia que nos abocaban a nuevos escenarios inciertos. Creo que la gestión humana resultó clave en esos momentos: escuchar, entender, sonreír, dar las gracias e invertir la mejor de las voluntades por parte de cada cual. Por fortuna, hemos dejado atrás esa pesadilla y, ya en mayo, alcanzamos nuestro récord histórico de facturación. Ahora lo que nos ocupa son las afectaciones que hemos sufrido por el encarecimiento de la materia prima desde principios de año, que hemos ido repercutiendo en el precio, pero que nos ha comportado una situación un tanto compleja. En este momento, el reto reside en priorizar la rentabilidad más que el volumen.

 

Solo aspiro a que mis hijas elijan sus propios destinos

En César hallé el apoyo y la templanza necesaria para alcanzar el equilibrio adecuado de cara a desarrollarme profesionalmente. Con él comparto dos hijas que constituyen mi mayor orgullo. Ellas consiguen contagiarme a diario su ilusión y su alegría. Son todavía muy jóvenes para decidir hacia dónde encaminar sus vidas profesionales, pero sí detecto en ambas mucho talento y, también, me satisface comprobar su alto grado de responsabilidad. Muy conscientes de la influencia y las consecuencias de sus actos y sus palabras, hacen gala de una gran madurez, a pesar de su disparidad de caracteres. Solo aspiro a que sean ellas mismas quienes gestionen sus vidas y elijan sus propios destinos. Y que disfruten y sean felices con su elección. Sé que, si aman su trabajo, superarán cualquier dificultad y serán capaces de llevar a cabo lo que se propongan.