1r Tomo (empresarios). Biografias relevantes de nuestros empresarios

Xavier Vilajoana – Grupo Euroconstruc

XAVIER VILAJOANA EDUARDO

Barcelona

2 de enero de 1973

Grupo Euroconstruc

 

Las ansias de conocimiento de este exfutbolista se traducen en cuatro licenciaturas, y una quinta en camino. Al frente de una empresa familiar que pronto cumplirá medio siglo de existencia, le preocupa especialmente que las nuevas leyes que prepara el Gobierno reduzcan drásticamente la oferta de pisos de alquiler. Esta y otras batallas las libra como presidente de la Associació de Promotors i Constructors d’Edificis de Catalunya, que agrupa al 90 % del sector.

 

Tenía claro que el futbol iba a ser mi gran vocación

Influenciado por un núcleo familiar excepcional

Entré en la Masía mientras estudiaba Ingeniería

A por mi quinta carrera

Deporte y conocimiento son compatibles

De ciencias y de letras

La música es un gran catalizador de sentimientos

Cruyff, Reixach y Guardiola

Futbolista profesional durante cinco años

Yo entendía muchas cosas de la política empresarial de la época, pero no las compartía

Todo gran directivo se rodea de gente mejor que él

Usar la experiencia como trampolín, no como sofá

La especialización es beneficiosa para todos

Construimos el Maremagnum

Solo te has internacionalizado cuando cierras el círculo con el retorno de la inversión

Promovemos y construimos a partir de unas preventas y una financiación aprobada

Impulsamos construcciones que incorporan calificaciones energéticas sostenibles

Las viviendas de protección oficial son un mercado mayoritariamente privado

La eficiencia y sostenibilidad no pueden ser prisioneras de normativas obsoletas

Presido la Associació de Promotors i Constructors d’Edificis de Catalunya

Toda evolución tecnológica es positiva siempre que su uso sea consciente y razonable

Mi familia: el edificio más sólido de todos

 

 

Tenía claro que el futbol iba a ser mi gran vocación

Cuando era pequeño, mi familia veraneaba en Vilassar de Mar. Fueron tiempos de futbol y piscina. Recuerdo también la primera vez que jugué con el equipo de futbol sala de mi escuela, la Sant Gregori. Me reclutaron para jugar en el equipo de los niños más mayores, y eso, por sí solo, ya representaba un gran triunfo. Tenía ocho años y estudiaba tercero de básica. El día anterior temblaba como un flan ante la responsabilidad que sentía. Ya tenía claro que el futbol iba a ser mi gran vocación. Me levantaba a las seis y media de la mañana y llegaba a las siete y cuarto a la escuela para jugar a futbol durante una hora y media, hasta las nueve menos cuarto, porque a las nueve en punto empezaban las clases. Cada día, uno tras otro. Yo solía llegar el primero, y jugábamos los diez primeros conforme íbamos llegando. Eran otros tiempos. Yo vivía en la plaza de la Bonanova, cerca de la escuela, e iba andando a pie, con la pelota bajo el brazo. Hoy todo ha cambiado; los niños ya no suelen ir andando a colegio, y menos a horas tan tempranas.

 

Influenciado por un núcleo familiar excepcional

Mi gran ídolo era mi hermano David, tres años mayor que yo. Él fue mi mejor compañero de juegos. También fueron referentes mis padres, por supuesto. Al principio, destacó la influencia de mi madre, Maria Antònia Eduardo, porque mi padre en aquella época trabajaba muchísimas horas al día. Más tarde, a medida que fui creciendo y que él tuvo más tiempo, ganó importancia mi padre, que encima fue también mi entrenador de futbol sala. Se llamaba Lluís Vilajoana Rovira, era ingeniero y empresario. Y fue él quien, en 1974, junto a dos socios más, fundó la empresa que hoy tengo el honor de dirigir. Fue, también, un hombre muy vinculado al mundo del deporte. Barcelonista acérrimo, formó parte de la directiva del Futbol Club Barcelona durante 18 años, bajo la presidencia de Josep Lluís Núñez. No podría acabar esta evocación sin mencionar a mi hermana, la mayor de los tres hermanos, Esther, un ejemplo para todos.

 

Entré en la Masía mientras estudiaba Ingeniería

Mis padres siempre tuvieron muy clara la importancia de los estudios. Téngase en cuenta que yo, siendo todavía adolescente, con 16 años, me convertí en profesional de futbol, y corría el riesgo de que, deslumbrado por mis ingresos, me desviara del camino correcto. Por fortuna, me hicieron ver que la prioridad era que cursara una carrera. De hecho, cuando me fichó el Barça con 18 años, durante mi primer año de Ingeniería, mi padre, como directivo del club, me hizo firmar un contrato con unas cláusulas que explícitamente impedían que yo pudiera dejar de estudiar. Así empezó mi etapa en la famosa Masía del F.C. Barcelona, que duró tres años, hasta los veintiuno.

 

A por mi quinta carrera

La Masía fue una grandísima experiencia que marcaría mi vida. Mientras mis amigos y compañeros de carrera tenían que hacer trabajillos en verano para ahorrar algo, yo cobraba un sueldo durante todo el año, y en verano me podía permitir entrenar. Y encima estaba en el Barça. Solo si estás muy centrado, no dejas que un privilegio así te endiose. La educación de mis padres impidió que eso sucediera, y pude acabar Ingeniería Industrial, y luego tres carreras más: Ciencias Empresariales, Administración y Dirección de Empresas y Humanidades. Actualmente, estoy cursando mi quinta licenciatura, Ingeniería Informática. Llevo formándome toda la vida. También tengo vocación de profesor. Doy clases en algunos másteres inmobiliarios, y a veces, a particulares.

 

Deporte y conocimiento son compatibles

Con el tiempo, uno entiende perfectamente que los padres se empecinen en que los hijos estudiemos, porque, en definitiva, su función es ofrecer a los hijos el máximo de herramientas para salir adelante en la vida; y la formación, es, sin duda, la más importante. Contar con estudios te da más posibilidades incluso en el futbol, o en cualquier otro deporte. Yo esto empecé a entenderlo a los diecisiete años, aunque tengo que reconocer que también ayudó la insistencia de mis padres. Hasta los veinte años no fui consciente de ello por mí mismo. A los que ponen excusas, les diría que no es verdad que no haya tiempo para todo. Yo, entre una cosa y la otra, entrenaba tres horas al día. Y aparte del futbol, también he jugado mucho a tenis y a baloncesto. Si uno quiere, saca el tiempo de donde sea, porque practicar deporte de alto nivel y adquirir cultura y conocimiento son dedicaciones perfectamente compatibles.

 

De ciencias y de letras

Me da la sensación de que hoy en día la Universidad es como una continuación de la escuela. Antes, el universitario era más libre y responsable de lo que hacía y lo que dejaba de hacer, y esto le hacía madurar antes. Ahora está todo mucho más «dirigido». De todos los conocimientos adquiridos, el que personalmente me ha sido más útil en mi vida profesional son las matemáticas, porque desarrollan la capacidad de buscar solución a los problemas. Sin embargo, no me consideraría completo si no hubiera hecho la carrera de Humanidades. La sociología y la antropología, por ejemplo, dan muchas respuestas sobre la vida contemporánea: de dónde venimos, dónde estamos y hacia dónde vamos. En particular, la antropología ayuda notablemente a librarnos de prejuicios, dado que proporciona una amplia perspectiva sobre el prójimo.

 

La música es un gran catalizador de sentimientos

De niño, hice cinco cursos de solfeo y dos cursos de piano que debo agradecer a la insistencia de mi madre. Mi profesora de música vivía en la casa de enfrente, y la hora de la clase solía ser al final de la tarde. Cuando veía luz en su casa, era la señal de que ya había llegado y de que yo tenía que ir; y no siempre me apetecía. Me examinaba en el Liceu. Los examinadores tenían un aire adusto e impasible que intimidaba. Para mí eran una especie de tribunal de la Inquisición. A pesar de ello, hoy estoy muy contento de tener conocimientos de música. Siempre he sido melómano, y ya de joven estudiaba con música clásica de fondo. La música es un gran catalizador de sentimientos y emociones. Me gusta especialmente la ópera. He podido ver Tannhauser, de Wagner, en la Ópera de Viena, y nunca olvidaré la belleza y felicidad que me hizo sentir. De hecho, en los viajes de negocios, si coincide, me organizo para ver alguna ópera.

 

Cruyff, Reixach y Guardiola

Como el estudio se me daba bien, a veces daba clases a otros estudiantes. A Jordi Cruyff, que fue compañero mío de equipo, le di clases de Física cuando se estaba preparando para la selectividad. Los Cruyff son parte de mi vida. A mí me ficharon siendo Johan Cruyff entrenador del Barça. En realidad, fue él quien me fichó, junto a Tony Bruins Slot, su mano derecha. De mi trato con Johan destaco que era una persona muy directa y clara, sin rodeos. Trataba con el mismo respeto a un juvenil que a un jugador del primer equipo. Y sobre el terreno de juego, tenía una clarividencia espectacular. En cuanto a Charly Reixach, a quien también traté, puedo decir que es un tipo afable y muy transparente. Y ya puestos, no querría dejar de mencionar a Pep Guardiola, a quien apenas he podido tratar, pero que para mí es el mejor entrenador del mundo, porque aglutina pasión, conocimiento, elegancia y experiencia.

 

Futbolista profesional durante cinco años

Mis expectativas como futbolista no se cumplieron, aunque sí llegué a jugar en el Barça C, y más tarde en Segunda División B, en l’Hospitalet y la Gramenet. La culminación de mi carrera futbolística tuvo lugar en el primer equipo del Futbol Club Barcelona de futbol sala. Fueron, pues, varios años como profesional, hasta que cumplí los veintiocho, cuando ya sentí la necesidad de dedicarme plenamente a la vertiente no deportiva de mi periplo profesional. Y tras mi paso por otras tres empresas, a los 31 años, mi padre y sus socios me reclamaron para incorporarme en el negocio. He de decir que había sido mi propia voluntad la que me había llevado a buscar nuevos horizontes fuera de la entidad familiar, porque me parecía importante adquirir una experiencia desvinculada del apoyo de mi padre. En perspectiva, no tengo duda de que fue una buena decisión.

 

Yo entendía muchas cosas de la política empresarial de la época, pero no las compartía

Euroconstruc, fundada en 1974, se dedica a la promoción y la construcción inmobiliaria. Yo me incorporé en 2004, después de treinta años de andadura. Cuando llevaba seis meses, siendo ya director general, recibí una oferta de otra empresa, y pensé en aceptarla. Trabajar en la empresa familiar, junto a tu padre, no es nada fácil. Tuve una charla con mis padres para analizar la situación y ver cómo podíamos afrontar el relevo generacional. Y lo resolvimos. Todavía recuerdo el gran consejo que recibí de mi gran amigo Jaume Alsina, segunda generación de una gran empresa catalana: ¿a quién quieres dedicar los mejores años de tu vida profesional? Lo tuve claro. Con ello quiero decir que los inicios no fueron fáciles. Yo entendía muchas cosas de la política empresarial de la época, pero no las compartía. Cuando uno se incorpora a un negocio que funciona, cuesta hacer entender que hay alternativas, maneras nuevas de hacer las cosas que, además, suelen garantizar la pervivencia futura de una compañía.

 

Todo gran directivo se rodea de gente mejor que él

Yo había estado en tres grandes empresas y había adquirido conocimiento de cómo funciona una entidad de gran tamaño. Por ello, soy de la opinión que una pequeña y mediana empresa como la nuestra te forma de una manera más completa, porque te obliga a saber un poco de todo. Sólo con conocimientos de cada área, con criterio apoyado en datos, puedes rodearte de gente buena en cada ámbito, porque sabes distinguir qué te aportan y qué no. Es el mejor modo de combatir la inseguridad, que es uno de los mayores problemas que tienen algunos grandes directivos. Un directivo inseguro, se rodea de mediocres. Un directivo seguro, se rodea de gente mejor que él. Yo quiero que mis colaboradores sean mejores que yo en sus respectivas áreas. No entiendo otra manera de funcionar.

 

Usar la experiencia como trampolín, no como sofá

Parte de nuestro trabajo consiste en aunar, con los arquitectos, los ingenieros, y los industriales, los aspectos prácticos y estéticos de nuestras construcciones. En caso de desacuerdo, no se trata de imponer nada, sino de convencer. Con el sentido común, suele ser suficiente. La informática nos facilita este trabajo a través de programas y aplicaciones que nos permiten hacer pruebas de usabilidad que luego son valoradas por los usuarios, que son los que puntúan. ¿Cómo acertar? La respuesta la tenemos en esta magnífica frase, que es una de mis máximas: «Debemos usar la experiencia como un trampolín, no como un sofá».

 

La especialización es beneficiosa para todos

Nuestra constructora fue de las primeras que instó a sus empleados a que se agrupasen por ramos. Lo que en principio surgió como una manera de aligerar la carga fija de personal, se convirtió en una medida favorable para todos. Y los antiguos empleados a sueldo, empezando por los estructuristas, se convirtieron en empresas especializadas. A partir de entonces, se inició el auge de la subcontratación, que es una fórmula todavía vigente en el sector. Es un tema de economías de escala, porque nadie puede ser especialista de todo. Hacer siempre lo mismo lleva inexorablemente a la optimización y a la búsqueda constante de mejores soluciones, y por tanto, a la innovación en beneficio de todos.

 

Construimos el Maremagnum

Actualmente tenemos en plantilla una cincuentena de personas. Luego están los colaboradores externos, principalmente arquitectos, y los subcontratistas (empresas de pintores, albañiles e instaladores). Contamos con una buena base de clientes fieles, alrededor de una veintena, tanto a los que les comercializamos inmuebles como promotores a los que se los construimos. No hacemos obra civil ni pública. Nos centramos en la obra residencial, viviendas, oficinas e incluso hospitales. Un ejemplo conocido por todos es la estructura del Maremagnum. La hicimos en colaboración con OHL. También, los hoteles Oasis de Lanzarote, uno de los primeros grandes complejos vacacionales, y muchas de las viviendas de protección oficial del casco antiguo de Barcelona, porque nos hemos especializado en esta tipología de inmuebles, así como en rehabilitaciones de edificios.

 

Solo te has internacionalizado cuando cierras el círculo con el retorno de la inversión

Fuera de España, hemos hecho una promoción en Miami Creek, Florida, y en Brasil. La de Miami es anterior a mí, pero en la de Itacimirim, en Brasil, cerca de Salvador de Bahía, se trató de una promoción de bungalows en primera línea de playa en la que participé plenamente. Debo confesar, sin embargo, que la internacionalización es muy dura. No puedes decir que te has internacionalizado hasta que cierras el círculo; hasta que el retorno de la inversión sea efectivo. Mientras el dinero del retorno aún siga en destino, no puedes proclamar que te hayas internacionalizado. Es una apuesta estimulante, sin duda, pero muy arriesgada.

 

Promovemos y construimos a partir de unas preventas y una financiación aprobada

La pandemia ha cambiado el modelo de vivienda. Hoy se prefiere perder veinte centímetros de salón en beneficio de una terraza o un balcón. Hace dos años, esto era impensable. La pandemia, los confinamientos, han agobiado mucho a la gente. Aun así, sería injusto decir que la pandemia ha hecho entrar en crisis a nuestro sector. Nosotros promovemos y construimos siempre a partir de unas preventas y de una financiación aprobada. Por lo tanto, por mucho que haya pandemia, la ejecución de la obra sigue su curso. Diferente hubiera sido que la pandemia nos hubiera pillado a punto de sacar el producto, porque el comprador se retrae ante la incertidumbre. A la pandemia de la covid-19 siempre le hemos atisbado un horizonte temporal. La crisis de 2008, en cambio, empezó y no sabíamos cuánto iba a durar: fue realmente catastrófica.

 

Impulsamos construcciones que incorporan calificaciones energéticas sostenibles

Los promotores, a pesar de nuestra fama de ir solo de cara al beneficio económico, estamos concienciados y tenemos en cuenta que nuestras construcciones incorporen las nuevas tendencias en materia de calificaciones energéticas, un valor añadido que pocas veces se nos reconoce. Cada vez hay más clientes informados sobre estos aspectos, y que los reclaman. Una construcción con calificación energética C ya es obsoleta. Tenemos que movernos entre la B y la A. Los promotores abastecemos de hogares a todos los segmentos sociales, no solo a los más acomodados. Por cada piso que se construye en Catalunya, se generan 2’5 empleos; empleos de todos los niveles, de muy bajo a muy alto. Somos socialmente responsables. La gente no sabe que el 80 % de las viviendas de protección oficial que se han hecho en Catalunya durante los últimos años han sido iniciativa de los promotores privados. Además, las plazas, zonas verdes, calles, grandes urbanizaciones, las pagamos los promotores. El urbanismo es uno de los principales vectores de vertebración social, y lo es en beneficio de todas las clases sociales. Por eso me parece incomprensible la relativa estigmatización que padece nuestra profesión.

 

Las viviendas de protección oficial son un mercado mayoritariamente privado

Suele relacionarse las viviendas de protección oficial con la iniciativa pública, y no es así. Es un mercado mayoritariamente privado, con los precios de venta marcados por Ley y con unos trámites administrativos muy exigentes. Igualmente, nuestros compradores deben cumplir unos determinados parámetros económicos. Pero, por lo demás, seguimos las mismas pautas que en las obras que no son de protección oficial. Es un segmento muy especializado, y aunque se obtengan márgenes muy reducidos, es una gran satisfacción poder servir a las necesidades habitacionales de la gente con menos posibilidades económicas.

 

La eficiencia y sostenibilidad no pueden ser prisioneras de normativas obsoletas

En lo que relativo a las nuevas normativas sobre medio ambiente a las que nos debemos adaptar, soy de la opinión de que la Administración es poco flexible. Los requerimientos para cumplir con los estándares de eficiencia de la calificación energética A nos exigen incorporar en los pisos cada vez más instalaciones, y el mejor lugar para hacerlo es en los falsos techos. Con las alturas mínimas exigibles, esto requiere elevar paulatinamente las alturas reguladoras de los edificios. La eficiencia y la sostenibilidad no pueden ser prisioneras de normativas urbanísticas obsoletas. Intentamos hacer pedagogía con nuestros interlocutores de la Administración para convencerles de la necesidad de flexibilizar ciertos aspectos normativos. Lo mismo sucede con las placas solares de apoyo; las nuevas normativas las imponen, aunque ya existan sistemas energéticamente más eficientes.

 

Presido la Associació de Promotors i Constructors d’Edificis de Catalunya

Desde mayo de 2021 tengo el honor de presidir la APCE de Catalunya, que agrupa unas 500 empresas, casi el 90 % de los promotores y constructores del país. Trabajamos mucho y, como decía, intentamos hacer mucha pedagogía tratando de reconducir leyes y normativas que creemos inadecuadas. Nos reunimos periódicamente con los representantes políticos, durante los trámites parlamentarios de aprobación de leyes cuando están en período de presentación de enmiendas. No hace mucho comparecí en el Parlament para exponer que la ley en la que están trabajando conseguirá el efecto contrario al deseado, y que no es admisible que una ley que solo afecta al 4 % del mercado de viviendas pretenda influir en el precio del restante 96 %. No puedo decir que la política me guste, conceptualmente hablando. Sin embargo, hemos de estar ahí, donde se forjan las normativas. Desde luego, tengo algo muy claro: donde esté el sentido común, sobran las ideologías. Las ideologías no se basan en la razón, sino en la emoción, y encastillan posiciones. De esta forma no se avanza.

 

Toda evolución tecnológica es positiva siempre que su uso sea consciente y razonable Estoy cursando Ingeniería Informática porque me parece fascinante y porque, por generación, no soy un nativo digital, y admiro la capacidad casi innata de las nuevas generaciones en este campo. Sin embargo, también percibo que quizá no todo es tan positivo. Creo que en edades tempranas su uso debería ser muy ocasional. No hay que confundir las herramientas que nos ofrecen las nuevas tecnologías con su abuso. No podemos permitir que las nuevas tecnologías vayan en detrimento de las relaciones humanas, de la sociabilidad tal y como la habíamos entendido hasta hoy. Estoy al día de los estudios neurológicos que se publican sobre el tema, y hay un riesgo real de que acabemos siendo un ser a una pantalla pegado. Antes, por ejemplo, sabíamos muchos números de teléfono de memoria; hoy, a penas uno o dos. Pasa lo mismo con la orientación; antes desarrollábamos este sentido, hoy lo hace un GPS por nosotros. Poco a poco, vamos perdiendo capacidades que habíamos adquirido y delegándolas en máquinas. Creo que toda evolución tecnológica es positiva siempre que su uso sea consciente y razonable.

 

Mi familia: el edificio más sólido de todos

Empecé a sentar la cabeza relativamente tarde, a los 33 años, y puedo decir que formar una familia es la mejor decisión que he tomado en esta vida. Tengo una mujer, llamada Paula, que no me la merezco. Es un ejemplo de valentía. A los 19 años, tras morir su padre, dejó su país, Argentina, en busca de oportunidades. A pesar de mi hiperactividad, me ha dado siempre su apoyo incondicional en todos los frentes. Ahora está acabando la carrera de Psicología, lo cual demuestra una fuerza de voluntad extraordinaria, porque tenemos tres hijos que aún son pequeños, Theo, Chloe y Luca, de diez, ocho y seis años respectivamente. No me quita el sueño que ninguno de ellos continúe la empresa familiar. Si sus pasiones y vocaciones son otras, les apoyaré para que las persigan. Porque, al final, en esta vida nada funciona mejor que hacer algo que te apasiona. De momento, el mayor ha salido a su padre, y es un fanático del futbol.