Yolanda Herrero González
Fotografia cedida
10è VOLUM. Biografies rellevants de les nostres emprenedores

Sra. Yolanda Herrero González

Co-founder & CEO en Singularis

Texto del 29/05/2018

La crisis económica había irrumpido con fuerza y estaba en camino su segundo hijo; sin embargo, su vocación emprende- dora la animó a crear su propia empresa en cuanto surgió una buena oportunidad: nacía así en 2009 una entidad especialista en la creación y el montaje de estands de diseño, expositores, espacios de ventas, showrooms y eventos. El negocio creció entre chupetes y pañales, y hoy afronta con ilusión una nueva etapa: la apertura de un nuevo Departamento de Prospección Comercial. Lejos de convertirse en un impedimento, la maternidad le dio alas para ser gestora de su tiempo e invertirlo en seguir aprendiendo. Hoy comparte su saber como mentora de Barcelona Activa y Fidem.

 

Mi madre me animó a creer que podía lograr lo que me propusiera

Fui el único bebé de la familia; aunque me criaron mis padres, también estuve muy arropada por todos mis tíos: era como la princesita de la casa, y siempre me sentí muy querida. Sin embargo, el hecho de ser hija única, te marca en muchos sentidos: considero que un primogénito se suele sentir más responsable de cumplir con lo que sus padres esperan de él, sobre todo si es hijo único; siempre va a querer estar a la altura de las expectativas de sus progenitores. En mi caso, este sentimiento se vio reforzado porque Eva, mi madre, fue muy exigente conmigo: no quería que me convirtiera en la típica hija que, por no tener hermanos, está mimada y consentida. No dejaba que otras personas me alabaran por mi aspecto o mis logros; ella prefería centrarse en el defecto, en los aspectos en los que podía mejorar. Así que mientras Luis, mi padre, ejercía el papel del poli bueno, mi madre siempre estaba puesta en el rol del poli malo. Aunque era duro que fuera tan exigente, debo reconocer que en el aspecto práctico su técnica dio buenos resultados: siempre intenté dar el máximo de mí misma. Además, hay algo que siempre le voy a agradecer: me inculcó la idea de que podía lograr lo que me propusiera.

Un referente en mi infancia: mi abuela materna

Se llamaba Ángeles. Como mi madre, no era de demostrar afectos pero tenía mucho carisma, todo el mundo la apreciaba; era una mujer fuerte y luchadora. Se dedicaba a la artesanía, concretamente a la elaboración de piezas tradicionales. Procedía de un pueblo de Zamora en el que se trabajaba con un tipo de barro refractario, empleado para la fabricación de hornos y cazuelas. En su época, se quedaba trabajando en el taller, en la producción de la cerámica, y mi abuelo se encargaban de la parte comercial; mi abuelo iba cada día de pueblo en pueblo vendiendo todas las piezas. De pequeña, recuerdo haberla estado observando en el taller: era una maravilla ver cómo creaba con sus propias manos las formas deseadas. Es todo un arte. Entonces solo se dedicaban un par de familias a este negocio. Hoy en día hay varias industrias dedicadas a ello.

En el colegio, tenía fama de saber bailar

En ocasiones, pienso que quizás en otra vida fui bailarina porque siempre me ha encantado bailar, desde que era muy pequeña. Soy capaz tanto de marcarme unos pasos de claqué como de flamenco o de salsa: me gusta bailar cualquier tipo de música; el ritmo sale a mi encuentro de manera natural. Recuerdo que en el colegio era la artista de la clase, las compañeras siempre me decían: «¡Baila, canta, Yolanda!». La música ha sido y es muy importante para mí: reconozco que una canción tanto es capaz de levantar mi estado de ánimo y darme energía como, también, de ponerme nostálgica o triste.

Viviendo la universidad de manera intensa

Cursé primaria, BUP y COU en el colegio religioso Sagrada Familia, ubicado en el barrio de Sant Andreu de Barcelona, del que guardo hermosos recuerdos; aún tengo la suerte de conservar a mi grupo de amigas. No era un centro mixto: todas las alumnas éramos niñas, pero las monjas seguían un programa educativo abierto y tolerante; no estábamos obligadas a ir a misa, por ejemplo. Pese a ello, el cambio a la universidad, concretamente a la Facultad de Empresariales, fue tremendo. De repente, te encuentras en un gran centro educativo, universitario y mixto, en el que tienes libertad absoluta para decidir en aspectos de tu aprendizaje sobre los que antes no ejercías ningún tipo de control, como la asistencia a las clases. En cualquier caso, al final te rehaces y eres capaz de establecer tus propios límites y una útil autodisciplina. Si tienes una base previa y las herramientas para mantenerte a flote, sales adelante. Para mí, la universidad fue una época inolvidable; en realidad, siempre me involucro en todo lo que hago y me gusta vivir las experiencias con intensidad. Durante aquellos años, decidí ingresar en un sindicato de estudiantes, aunque mis motivaciones nunca fueron políticas; me gustaba participar en un movimiento asociativo, observar cómo funcionaba por dentro la universidad, involucrarme en las actividades que se impulsaban. Fue un aprendizaje extraordinario, una época preciosa.

Fui una rara avis: una alumna de letras que eligió Empresariales

Siempre había optado por asignaturas de letras, así que cuando entré en Empresariales sabía que mi formación de base podía ser un inconveniente, pero conseguí superarlo. Me atraía el mundo de la empresa y tenía claro que quería dedicarme profesionalmente. No me quedó otro remedio que aprender matemáticas en la universidad; logré entender las derivadas cuando mis compañeros ya hacía años que sabían calcularlas.

Si no sale a la primera, saldrá a la tercera o a la cuarta

Guardo un grato recuerdo del profesor de la asignatura de Fiscal, una materia que los alumnos de Empresariales tratábamos en profundidad. Siempre nos daba el siguiente consejo: la clave en esta vida es insistir; si un proyecto no os sale a la primera o a la segunda, os saldrá al cuarto o al quinto intento. La única manera de sacar las cosas adelante es ser persistentes. Creo que ha sido uno de los mejores consejos que he recibido.

La caducidad del sistema de seguridad social español

Me quedó grabada a fuego en la memoria la primera clase de Teoría Económica. Nos vaticinaron que el sistema de seguridad social español estaba destinado a extinguirse porque en los próximos años, dada la coyuntura económica, no iba a poder sostenerse. Nos aconsejaron que fuéramos conscientes de esta problemática ya que, cuando llegara el momento, nos tendríamos que buscar la vida. Recuerdo que regresé a casa escandalizada, y comenté lo que nos habían dicho en la Facultad como si fuera algo poco creíble. Ahora, cuando lo recordamos, aún nos sorprende: vemos que aquella predicción tiene, hoy en día, mucho sentido. Lamentablemente, la escasez de recursos, no solo del planeta, está a la orden del día.

Trabajé como consultora fiscalista en el despacho de Joan Josep Pintor

Mi primer empleo fue como informadora de la Agencia Tributaria. Fue una magnífica experiencia: me permitió adquirir nuevos conocimientos, no solo gracias al desarrollo del trabajo, sino también porque recibíamos formación específica. Sin embargo, mi primera gran oportunidad laboral me llegó de la mano del abogado Joan Josep Pintor; trabajé durante dos años en su despacho como consultora fiscalista. Aprendí mucho con él. Era un trabajo motivador y, en ocasiones, extenuante; en determinadas épocas, nos teníamos que quedar hasta las once de la noche trabajando en la oficina. Después, me empleé en otras compañías, responsabilizándome de diversos departamentos, como el fiscal o el contable. En mi vida profesional, he cambiado varias veces de trabajo porque en cuanto aprendo a hacer algo, comienzo a aburrirme y necesito encarar nuevos retos.

Creamos Singularis en plena recesión económica

Tengo dos hijos: Marc, que tiene once años, y Mireia, de nueve. Manuel, su padre, se quedó sin trabajo en mi segundo embarazo. Estábamos en plena crisis. Los socios de su empresa quisieron prejubilarse y decidieron cerrar de la noche a la mañana. Como Manuel sabe que tengo vocación emprendedora, me propuso comprar el negocio; vimos que era una buena oportunidad. Quizás no era el mejor momento, ya que estaba encinta y justo nos adentrábamos en una época de intensa recesión económica, pero decidimos llevar adelante nuestra idea, a la que bautizamos con el nombre de Singularis. Formábamos un buen binomio: él se responsabilizó de la parte de producción, yo de la parte empresarial. Adquirimos la compañía con cero clientes y empezamos a buscar un fondo de comercio. Nuestro primer encargo vino de una multinacional que pretendía expandir su producto en España y Portugal, nos ganamos su confianza y aún la conservamos en nuestra cartera de clientes. Afortunadamente, después de esta primera empresa, se sumaron muchas más.

Mi niña empezó a andar; nuestra empresa, también

Al principio tienes muchas dudas, pero poco a poco observas cómo todo va fluyendo de manera natural. Recientemente, cursé un máster en la Escuela Superior de Administración y Dirección de Empresas ESADE Business School, y para el proyecto de final de curso elegí presentar a Singularis: expuse su nacimiento, su desarrollo y sus posibilidades de futuro. En la presentación, opté por un storytelling en el que marcaba un curioso paralelismo entre mi vida personal y profesional: fui comparando el crecimiento de mi hija con el de nuestra empresa. Recuerdo que cuando Mireia comenzó a andar, la empresa también empezaba a caminar con nuestro primer cliente. Veíamos crecer a la niña y, también, a la empresa. Cuando Mireia empezó el colegio, Singularis se convirtió en una sociedad limitada. Gestionaba y recibíamos a nuevos clientes mientras su padre viajaba para realizar las producciones encargadas. Mi vida era una constante de cambio de pañales, noches en vela y chupetes; una mezcla extraña que dio buen resultado. En la actualidad, tras nueve años de crecimiento, ha llegado el momento de encarar nuevos retos.

En Singularis nos dedicamos a la construcción de arquitectura efímera

Somos especialistas en la creación y el montaje de estands de diseño, expositores, espacios de ventas, showrooms y eventos. Hemos participado en ferias nacionales celebradas en Barcelona, Madrid, Valencia, Bilbao y Zaragoza, como el Mobile World Congress o Alimentaria, y en eventos sociales o deportivos como el Trofeo Conde de Godó en el que, por ejemplo, construimos un podio en forma de pelota gigante para entregar los premios; o la Barcelona Bridal Fashion Week, en la que montamos una pasarela, el photocall y la zona vip. También, hemos estado presentes en inauguraciones de establecimientos hoteleros, que nos han solicitado todo tipo de encargos, como la construcción de la cabina del DJ. Asimismo, recuerdo que una empresa nos contrató para instalar, en el Convent dels Àngels, una barra enorme escalonada, con motivo de una celebración. Por otro lado, se han podido ver nuestras construcciones efímeras en centros comerciales de todo el país y en algunas tiendas. En el MNAC, montamos una presentación de una conocida empresa; las compañías optan cada vez más por este tipo de actos para aproximarse a sus clientes. Asimismo, no solo trabajamos en España, también hemos montado estands en ferias internacionales celebradas en ciudades como Frankfurt, Bruselas, Milán, París, Lyon, Bolonia y Hamburgo. Si nos dan a elegir, preferimos las ferias pequeñas, como las que se celebran en ciudades como Bolonia. En una feria tan grande como la de Frankfurt, la logística se vuelve mucho más compleja y agotadora para nuestros trabajadores.

Abriremos un nuevo Departamento de Prospección Comercial

El año pasado realizamos un total de ciento cuarenta intervenciones. Lo cierto es que estamos desbordados de trabajo. Solo un 10 % de nuestros clientes son directos, gente que ya nos conoce y que acude a nosotros por afinidad personal, pero en el resto de encargos normalmente intervienen hasta cinco intermediarios, con lo que el coste final se encarece. Cuando cursé el máster, realicé un profundo estudio de nuestra empresa y me di cuenta de que debíamos afrontar un nuevo enfoque: hacernos responsables de todo el proceso, trabajar directamente con el cliente final; un cambio que, por otro lado, nos venían solicitando desde hacía tiempo. Normalmente, se nos entrega el diseño ya hecho, pero suele ocurrir que acabamos interviniendo porque enseguida percibimos que aquella estructura no es la idónea o no se va a aguantar. Tenemos mucha experiencia en producción y sabemos lo que el cliente necesita o lo que el espacio requiere. Una vez que montamos la estructura, no nos vamos hasta que el cliente da el visto bueno, por lo que acabamos estando presentes tanto al principio como al final. A partir de ahora, para abarcar todo el proceso, abriremos en breve un nuevo Departamento de Prospección Comercial del que me responsabilizaré. Vamos a poner sobre la mesa nuestra capacidad de entablar un contacto directo con el cliente: hemos acumulado ya un rico bagaje y queremos ponerlo a disposición de quien lo necesite. En una ocasión, trabajamos conjuntamente con el equipo de ingenieros de una multinacional que pretendía exponer por toda España un robot que habían diseñado, pero no sabían en qué lugar ni de qué modo colocarlo. Acudimos a su llamada, tomamos medidas y propusimos una solución que finalmente les gustó y funcionó muy bien. No es habitual que intervengamos en el diseño del espacio o de la presentación, pero cuando hemos tenido que hacerlo, el resultado ha sido óptimo.

Experimentado equipo de cinco profesionales

Es difícil encontrar técnicos cualificados para desarrollar este tipo de trabajo, que requiere una intervención rápida y una alta capacidad resolutiva. Actualmente, el equipo de Singularis está formado por cinco profesionales implicados, que son capaces de aplicar un sistema de trabajo ágil y flexible. Por ejemplo, es habitual que el espacio en el que los operarios tienen que montar la estructura pactada no se corresponda con el que está representado en el plano; por lo tanto, es indispensable contar con mucha experiencia para lograr una solución óptima en un corto espacio de tiempo: solo disponemos de unas horas para montar el diseño.

Partners con los que intercambiar clientes o recursos

Cuando nos llega un gran volumen de trabajo, solemos aumentar el personal; de esta manera, mientras montamos un estand en Madrid o en Barcelona, también somos capaces de preparar un encargo para, por ejemplo, una feria en Bolonia, una ciudad que, por cierto, me encanta, siempre que voy me siento muy a gusto en ella porque se parece bastante a Barcelona; es pequeña y manejable. Hace tiempo que me planteo la necesidad de encontrar un partner italiano, un socio con el que intercambiar clientes o información, como nos ocurre en Madrid, y me gustaría que estuviera afincado en Bolonia.

Un mercado con enormes oportunidades en Marruecos

Viajamos a Marruecos hace tres años y fue una experiencia muy interesante. Me di cuenta de que puede ofrecernos muchas oportunidades de negocio; sin embargo, las características de nuestros proyectos dificultan nuestra introducción: operamos con un margen de tiempo tan corto que una simple retención del material en el puerto haría fracasar un montaje; el riesgo para nosotros es demasiado alto. Cuando estuve allí, contacté con un grupo de mujeres activas y emprendedoras, que se habían formado en Francia, y que tenían muchas ganas de abrirse a nuevas oportunidades. Considero que hoy en día, a pesar de las diferencias religiosas o culturales, estar en Marruecos es como estar en Europa; existen más barreras mentales que no físicas. La gente es muy amable y hospitalaria, te abren enseguida las puertas de sus casas, hasta me organizaron una improvisada fiesta de cumpleaños. En España o en Catalunya solemos ser más reservados. Aunque estuve pocos días, me fui con muchos nuevos amigos, con los que todavía mantengo el contacto. Me encantaría algún día poder emprender algún proyecto en este país.

En nuestro sector, existen muchas oportunidades de negocio

La última vez que estuvimos montando un estand en el Mobile World Congress, vimos llegar a la delegación china de una gran empresa. Acababan de aterrizar, venían agotados del viaje y aún tenían que montar su propio estand: iban realmente a contrarreloj. Les ofrecí una tarjeta de Singularis y, cuando salíamos por la puerta del congreso, ya que habíamos finalizado nuestro encargo, recibí su llamada. En nuestro sector, siempre que seas un buen profesional, existen muchas oportunidades de negocio. En Singularis, contamos con una baja tasa de abandono pero, cuando ocurre, los clientes suelen regresar: su experiencia con otra empresa de montaje más barata suele ser nefasta. Nosotros ofrecemos un trato personalizado, una rápida capacidad de respuesta y una total implicación: no nos vamos hasta que el cliente queda completamente satisfecho. Ni somos los más baratos del mercado ni los más caros; al contrario, muchas veces intentamos ajustarnos a las necesidades de cada cliente y les aconsejamos de qué modo pueden rebajar el precio de su construcción efímera sin perjudicar la calidad del montaje. Cuando veo un estand mal diseñado o montado, pienso que la empresa no ha sido bien asesorada. Hay clientes que, por elegir pagar un poco menos, al final han tenido que hacer frente a muchos problemas; el ahorro no les ha compensado. Por otro lado, cuando se cuenta con un bajo presupuesto, hay una solución que pocos empresarios conocen: la propia feria ofrece unos estands modulares, de aluminio y poco estéticos. Nosotros somos capaces de customizarlos y, de esta manera, los personalizamos y los diferenciamos del resto. Es una solución alternativa y económica para salir del paso, y que suele funcionar muy bien.

Valoramos más la calidad que la cantidad

Somos muy personalistas, sobre todo nos interesa tener un trato cercano y directo con cada uno de nuestros clientes. Por ejemplo, preferimos realizar encargos para una empresa como Hard Rock, con la que sabemos que vamos a trabajar de manera continuada, que no asumir una entrada de muchos proyectos puntuales que no van a repetirse más en nuestra agenda. Por otro lado, en el trato con las grandes compañías, es habitual que no conozcamos al máximo directivo, sino a un ejecutivo que suele ser más exigente con nosotros que el mismo propietario. En muchas ocasiones, un alto grado de exigencia suele estar vinculado a una mayor inseguridad: no nos conocen y todavía no se ha creado una relación de confianza; no hemos tenido la oportunidad de demostrarles que solemos adelantarnos a los problemas que suelen surgir. En el segundo encargo ya acostumbran a estar más relajados.

Reciclamos un 30 % de nuestros materiales

Cuando el evento finaliza, volvemos para desmontar la creación; una parte la llevamos a una planta de reciclaje. De este modo, el material puede aprovecharse de nuevo; somos muy conscientes de la necesidad de ser respetuosos con el medio ambiente y de las materias vivas con las que trabajamos. Me satisface observar cómo la conciencia social verde va en aumento en nuestro sector. Nuestro proveedor oficial también cuenta con los sellos internacionales de garantía exigidos para certificar que su material proviene de una producción y reforestación sostenibles. Asimismo, como fabricamos bajo pedido, ya que todo parte de un diseño personalizado para cada proyecto, no requerimos de un gran espacio de almacenaje: alrededor de un 30 % del material vuelve a nuestro almacén para ser reutilizado en un nuevo proyecto, como son las paredes de bastidor que pueden vestirse o volverse a pintar, y que se adaptan fácilmente a diversos diseños.

Trabajar con madera natural

La madera es un material que hoy en día se aprecia mucho, ya que es moldeable, sostenible y confiere una calidez especial. Si el presupuesto lo permite, la madera suele predominar en nuestros montajes. Además, en la actualidad, está de moda instalar superficies brillantes en el suelo porque, junto con el color negro, ofrece un toque más señorial y lujoso. La combinación de colores es primordial: blancos con negros son los más solicitados. Hace poco hemos montado un estand en una feria de Maastricht, en Holanda, y ha quedado precioso: hemos yuxtapuesto el rojo con el blanco, y pese a que es una combinación poco habitual, ha causado sensación.

Son habituales en nuestro ámbito los cambios de última hora

En ocasiones, las empresas encuentran que su estand está al lado de otro más elevado, y no les gusta nada, porque les parece que quedan como en un segundo plano. Por eso, es habitual que en el último momento te pidan que les ofrezcas una solución. En estos casos, solemos alzar algún componente de la parte delantera del estand para que quede igualado con la instalación contigua. Siempre quieren verse más altos, más brillantes y más luminosos que el resto de los expositores. Es habitual improvisar a última hora, de ahí que sea esencial contar con buenos profesionales que sean capaces de aportar soluciones rápidas y válidas. Existen empresas que montan la estructura y se van, así que cuando el cliente llega a la feria no tiene a nadie a quien acudir si algo no le gusta. Sin embargo, nosotros no nos vamos enseguida y, si nos piden alguna modificación, la realizamos. Hay otras empresas que exigen precios desorbitados por resolver inconvenientes de última hora, como cambiar de sitio unas simples estanterías. En Singularis, este tipo de trabajos los llevamos a cabo sin ningún coste adicional.

Preferimos no participar en concursos

En estos nueve años de vida, nunca hemos realizado una acción comercial. Estamos presentes en las redes sociales porque son un estupendo escaparate de nuestro trabajo, que es muy visual. Por otro lado, como tenemos más clientes de los que podemos atender, nunca nos hemos presentado a un concurso. Además, no soy muy proclive a hacer una inversión en un proyecto que quizás no vaya a salir seleccionado. Prefiero apostar por lo seguro, no me apetece perder ni mi tiempo ni mi dinero.

Ser empresaria: la mejor manera de conciliar

Mi maternidad fue tardía ya que, primero, opté por desarrollar mi carrera profesional. Sin embargo, no creo que sea un inconveniente tener tu primer hijo pasados los treinta y cinco años; a esa edad eres una persona más madura para educar a un niño y sabes priorizar mejor qué es lo verdaderamente importante y qué es solo secundario. Además, cuando opté por crear mi propia empresa, me pareció que era el mejor modo de conciliar la vida laboral y la familiar. Siendo emprendedora eres dueña de tu tiempo; si mis hijos enferman, puedo quedarme a su lado, sin tener que dar explicaciones a una persona que quizás no entenderá mis motivos. Y no importa si me quedo toda la mañana atendiéndolos, porque sabré organizarme para que el trabajo salga adelante, aunque tenga que trabajar de madrugada. Mis hijos son mi prioridad. Siempre voy acompañada de mi ordenador portátil, con el que puedo trabajar en cualquier parte.

A veces ser mujer significa verte obligada a demostrar que eres el doble de válida

La maternidad fue un cambio positivo, en todos los aspectos. Desde que tengo hijos, he aprendido a no ser tan egoísta, pues una madre siempre piensa antes en sus pequeños que en sí misma. La maternidad implica una gran capacidad de amar, representa la generosidad más grande que existe. Desde mi punto de vista, la sociedad no es consciente del esfuerzo que supone ser madre: gestar y criar a un hijo, a la vez que cumples con las exigencias de un mercado laboral que no suele tener en cuenta las necesidades femeninas. Evidentemente, es un tema que nos condiciona. Cualquier mujer es capaz de desarrollar una carrera profesional igual que la de un hombre, pero, cuando se convierte en madre, sus hijos pasan por delante. De hecho, las mujeres de mi generación vivimos en una especie de contradicción, y nos sentimos mal cuando hemos de acudir a una reunión concertada con un cliente a las siete de la tarde; los hombres no sienten esa doble responsabilidad. Cuando tengo que acordar una entrevista, siempre intento agendarla en un horario que no me impida estar con mis hijos a la salida del colegio. Por fortuna, la sensibilidad sobre estos temas va ganando terreno y las necesidades de las madres trabajadoras cada vez se van visibilizando más ya que, sobre todo, nosotras mismas nos atrevemos a exponerlas. En ocasiones, ser mujer significa que tienes que demostrar que eres el doble de buena. He visto a compañeras llorando por sentirse discriminadas; a mí me dijeron una vez que me fuera a casa, que ya me había llegado el momento de tener hijos. Desgraciadamente, muchas mujeres hemos tenido que lidiar con situaciones de discriminación en nuestros puestos de trabajo.

Acompaño, asesoro y mentorizo a mujeres emprendedoras

Formo parte de Fidem, la Fundación Internacional de la Mujer Em- prendedora, que fue creada en 1996 para apoyar y financiar a mujeres que tienen en mente crear su propio negocio con programas como «Si tú quieres, puedes; ilusiónate y emprende», que incluyen cápsulas formativas, visitas a empresas, coaching y mentoría, entre otros servicios. Me apasiona tener la oportunidad de ayudar a otras mujeres y empoderarlas, me encanta enseñarles y compartir mis propios conocimientos como mujer empresaria. Es muy gratificante: al mismo tiempo que enseño, también sigo aprendiendo. Me considero una persona de retos, arriesgada, me gusta superarme a mí misma. A las mujeres que asesoro siempre les digo que el momento ideal nunca llegará, porque el mejor momento siempre es el ahora. Asimismo, he sido seleccionada como mentora al Women Mentoring Program, un proyecto que ofrece un asesoramiento activo a las mujeres que pretenden acelerar el crecimiento de su empresa. Cuando observo que una emprendedora tiene miedo o está llena de dudas, la animo para que sea capaz de impulsar su idea, para que se sienta con fuerzas de luchar por su sueño; intento que no se venga abajo. Ser mujer suele ser un hándicap y, en ocasiones, las personas que tenemos alrededor no nos saben aconsejar bien. La verdad es que el mejor consejo siempre se lo da una misma, pero debes tener la mente clara y el ánimo resuelto. Cuando tienes un proyecto en mente, has de estar dispuesta a luchar por él con todas tus fuerzas. Como emprendedoras, podemos conseguir los mismos retos y objetivos que los hombres. El liderazgo femenino, que tiene sus propias connotaciones, es perfectamente válido y complementario.

Tendríamos que disponer de un contrato de aprendizaje de por vida

La formación es una pieza fundamental para desarrollarnos como personas y, también, como empresarias. A medida que me he ido haciendo mayor, me he dado cuenta de que era primordial no dejarla de lado. Antes de tener a mis hijos, cursé un primer máster en Franquicias en la Universidad de Barcelona. Cuando opté por cursar el reciente máster en ESADE hubo mucha gente a mi alrededor que no me entendía. Me decían que ya no me hacía falta, a estas alturas, a mi edad, con una familia y un trabajo. Me preguntaban que de dónde me venía esa historia de volver a las aulas, como si fuera una locura. Qué equivocados estaban. El máster ha sido como respirar una bocanada de aire fresco, me ha dado el impulso que necesitaba para afrontar los nuevos retos que requiere mi negocio. El ser humano está hecho para seguir aprendiendo, independientemente de su edad; tendríamos que disponer de un contrato de aprendizaje de por vida.

El afán de superación se lleva dentro

Mi madre siempre fue muy exigente conmigo, pero al final es uno mismo quien decide hasta dónde quiere llegar: el afán de superación es algo muy personal, se lleva dentro. Recuerdo que en el máster de ESADE teníamos que hacer una serie de test en los que un experto analizaba tus capacidades y tus puntos débiles. En uno de ellos, se nos pidió que eligiéramos a las cuatro personas que queríamos que formaran parte del Consejo de nuestra vida. Opté por nombrar a personalidades internacionales que siempre me habían inspirado: la periodista estadounidense Oprah Winfrey, por sus valores vinculados a las mujeres; Benjamin Franklin, inventor y creativo polivalente; Walt Disney, por ser un empresario tan creativo, y Teresa de Calcuta, por su humanidad y su carisma sin marketing. Te dejan poco tiempo para reflexionar sobre tu elección, para que sea tu subconsciente el que guíe tu decisión. Cuando entregué mis respuestas y observé que la mayoría de participantes había elegido a familiares, me preocupé. Sin embargo, me comentaron que no me angustiara, que había sido una buena decisión, ya que tengo metas altas.

«Mamá, soy fan tuya»

Cuando opté por estudiar el máster, les expliqué a mis hijos que, mientras durara la formación, estaría mucho más ocupada. Lo entendieron perfectamente y nunca me pusieron ningún problema; la verdad es que fueron mucho más comprensivos que otras personas adultas. Recuerdo que mi hija pequeña se me ponía al lado y jugaba a imitarme: hacía ver que trabajaba con un portátil y un teléfono. Me hacía mucha gracia observarla. Un día me dijo: «Mamá, soy fan tuya». En realidad, creo que soy un buen ejemplo para ellos: en mí pueden ver a una mujer inquieta, que intenta lograr sus sueños; es bueno transmitirles ese positivismo. Mis hijos han sido un gran apoyo para mí: llegaba a casa y les mostraba lo que había aprendido con las clases y les encantaba seguir mis explicaciones. A mis hijos, cada día les digo: «Te quiero». Y ellos me responden con la misma frase. De pequeña, en mi casa estas demostraciones de afecto no eran habituales, por eso me gusta que mis hijos las vivan y las interioricen. Es importante que mostremos nuestros sentimientos a las personas que amamos, porque quizás mañana no vamos a poder hacerlo. También, procuro hacer lo mismo con mis amigos.

Catalunya somos todos

En mi opinión, la situación política se ha radicalizado demasiado. No soy una persona de extremos, me considero moderada: siempre intento tener una mente abierta, y procuro entender tanto las razones de unos como de otros. Sin embargo, debemos admitir que los principales perjuicios los va a padecer la gente que vive en Catalunya. Tenemos que intentar buscar soluciones consensuadas; no podemos estirar de un lado y del otro, porque así no llegaremos a ningún lado, y la cuerda se romperá. Tenemos que aplicar nuestro famoso seny catalán. Vamos a ser conscientes de nuestras demandas, de nuestras necesidades, y vamos a intentar lograrlo, pero con toda la gente que aporta riqueza en nuestro país. Catalunya somos todos. Hay que vigilar mucho las maneras, debemos ser muy inteligentes.