20/03/12
“Establecer vínculos más estrechos con las empresas, de tal manera que, juntos, seamos capaces de generar una cultura de la innovación y el emprendimiento que no solo evite la diáspora de conocimiento, sino que seamos capaces de atraer talento»
Hoy, aunque se sigue hablando en nuestro país de la crisis económica iniciada en el año 2008, lo importante es debatir sobre las estrategias para salir de la misma, para diseñar una hoja de ruta que nos permita un crecimiento sostenible. Esta es la finalidad última de este libro que tengo el honor de prologar, gracias a la generosidad de Àngel Font. Por eso, lo primero que deseo hacer es agradecerle que me dé la oportunidad de opinar junto a otros colegas y representantes relevantes del mundo de la empresa, a la vez que felicitarle porque no es fácil reunir en una monografía los testimonios de un elevado número de representantes de empresas españolas de distintos perfiles, pero todas ellas con una cultura organizativa basada en unos principios y valores que les han hecho alcanzar el éxito. Sin duda, el libro es estimulante al enseñarnos que, hasta en los momentos más difíciles, es posible aprender de pioneros y de emprendedores que con esfuerzo, buen hacer, talento e imaginación han sabido superar la crisis.
Creo que la pérdida de determinados valores está en el origen de la crisis, de ahí que, para no volver a cometer los mismos errores, la recuperación e intensificación de dichos valores sea una obligación individual e institucional, tarea en la que las universidades tenemos que desempeñar un papel protagonista. Me refiero a recuperar la moral de la economía de mercado; a recuperar la vieja ideología basada en la ética del esfuerzo y la responsabilidad individual; a aplaudir la austeridad, en el sentido de sobriedad; a rescatar o intensificar la cultura del mérito, y a dar valor a lo que de verdad lo tiene: el esfuerzo, el sacrificio y el talento.
Y, desde una perspectiva económica, tenemos que ser más competitivos y, para ello, hay que aumentar la productividad derivada dela I+D+i. En los debates comparativos entre la economía española y otras economías, hay coincidencia en señalar nuestro déficit de actividad innovadora como uno de los principales elementos explicativos de la falta relativa de dinamismo de nuestra economía porque, como han señalado algunos economistas, a medida que una economía aproxima su realidad tecnológica a la frontera del conocimiento pasará de estar basada en la capacidad de imitar a estarlo en la capacidad de innovar.
En el contexto descrito, el papel de las universidades como creadoras de capital humano innovador y, por ende, como vector de crecimiento económico es incuestionable. Y lo es porque es en las universidades, aunque no solo en ellas, donde se forma el capital humano con capacidad innovadora. Ahora bien, para que las universidades puedan desempeñar bien este importante papel, es necesario mejorar la financiación del Sistema Universitario Español, pero también establecer vínculos más estrechos con las empresas, de tal manera que, juntos, seamos capaces de generar una cultura de la innovación –no es razonable que ocupemos el lugar 9 en producción científica y el 39 en el ranking global de innovación– y el emprendimiento que no solo evite la diáspora de conocimiento, sino que seamos capaces de atraer talento.
En definitiva, cultura innovadora y emprendimiento son dos elementos esenciales para salir de la crisis, aspectos que, junto a la orientación al mercado, creatividad, mejora permanente, planificación, internacionalización, aumento de productividad y liderazgo sólido, conforman el ADN de las empresas presentes en esta espléndida monografía.