06-02-12
“Una obra que recoge una excelente selección de hechos, experiencias y buenas prácticas empresariales, como aquella de transmutar la adversidad en oportunidad, cualidad característicamente empresarial”
Para un profesor universitario –de Derecho Mercantil en concreto–, esta obra es de gran utilidad, ya que permite mejorar el conocimiento de la realidad, en orden a reflexionar sobre la regulación actual de su disciplina, las relaciones de mercado, desde una perspectiva en la que se combinan los puntos de vista privado –tradicional– y público, en el empeño, muy europeo, de configurar un Estado Social que, a mi juicio, es ética y económicamente necesario que posibilite lo que se ha denominado el “Estado –o estado– del bienestar” para sus ciudadanos: para todos y cada uno de nosotros.
Lo es en mayor medida para un rector de universidad. En un momento en que “el crac” afecta también a esta instituciones, y de manera particularmente compleja a las universidades públicas, en cuya administración, realizada con criterios de esa naturaleza, inciden cada vez con mayor amplitud técnicas acuñadas en la empresa privada, la información que proporciona este libro tiene el valor de la inmediatez: de la posible –y urgente– aplicación de las reflexiones que contiene.
En una economía de mercado, los empresarios son sujetos activos y pasivos, con rango de protagonistas, de cualquier fenómeno que afecta la realidad económica y, consecuentemente, de la crisis –sistémica– que padecemos; activos porque está en la propia concepción –o conceptualización– del sistema económico y porque, por tanto, toman autónomamente las decisiones fundamentales. Del conjunto de ellas deriva la componente que marca la dirección que aquel adopta, con el concurso de las decisiones de los consumidores y la eventual deriva que imponga el derecho, cuya ausencia –desregulación– incrementa la responsabilidad empresarial. Son también sujetos pasivos en cuanto experimentan, cada uno en distinto grado, los efectos negativos de la crisis, con especial intensidad los pequeños y medianos empresarios. En medida semejante lo son parte de los consumidores y trabajadores, fundamentalmente los desempleados.
De ahí, en última instancia, el interés de esta obra que recoge una excelente selección de hechos, experiencias –en un contexto crítico– y buenas prácticas empresariales, como aquella de hacer de la necesidad virtud, de transmutar la adversidad en oportunidad, cualidad característicamente empresarial. La visión de consumidores y trabajadores, tanto individualmente considerados como en el seno de las asociaciones que defienden sus intereses colectivos, sería un complemento excelente.
El espacio se agota en el desgranar de consideraciones que tratan de mostrar el punto de vista desde el que, por lealtad al lector, el prologuista aborda este libro, y de dar las razones del interés personal de la lectura del mismo. “Burla burlando” espero haber dado pistas para que cada lector pueda calibrar, desde la particular circunstancia que configura su yo, el interés que para todos tiene y haber cumplido modestamente mi “comisión”.
No obstante quedan todavía un par de cosas que añadir: quiero aún agradecer al autor y editor de este libro la confianza mostrada al encomendarme esta labor y, animándole a continuar en la suya, desear ahora, ya que antes no hubo ocasión, que “este sea el comienzo de una… amistad” duradera, nuevo pilar de colaboración entre la universidad y la empresa, que contribuya a hacer de este el año en que comencemos a superar el crac de 2008.