(25-01-2012)
Los testimonios de las personas son básicos para conocer nuestra historia. Conocer de primera mano la opinión de nuestros empresarios en época de crisis es muy importante, especialmente cuando estos son emprendedores de éxito que han sabido innovar, reinventarse a sí mismos y a sus empresas en circunstancias adversas, navegar en aguas turbulentas y alcanzar distintos puertos, seguramente muy distintos de aquellos que se habían marcado inicialmente.
Es cierto que, a veces, aprendemos muy poco de la historia, pero tal vez si hoy tuviéramos un libro que recogiera las opiniones y experiencias de los empresarios que vivieron el crac del 29, encontraríamos en ellas reflejos de nuestras conductas actuales y podríamos valorar las opciones que adoptaron para permitirles seguir adelante en tiempos difíciles.
Los empresarios entrevistados, que nos acercan a la realidad con la que se enfrentan cada día, están en su mayor parte formados en nuestras universidades. Reconocen la necesidad de reducir gastos, pero comparten con los rectores de las universidades españolas la necesidad de una austeridad inteligente, la necesidad de seguir invirtiendo en educación, en creación de conocimiento y en innovación. Estos son los vértices que componen el sistema universitario del siglo XXI, que es una de las bases de nuestra cohesión social.
Un sistema que hoy da formación a 1.600.000 estudiantes, que contribuye al 67% de la investigación de nuestro país y que, en los últimos diez años, ha situado a España en la novena posición mundial en cuanto a publicaciones internacionales en revistas indexadas. Un sistema que se ha acercado al mundo empresarial y que tiene una derivada muy positiva en patentes e innovación. Queda todavía mucho camino por recorrer y debemos andarlo conjuntamente las universidades, las instituciones y el mundo empresarial para conseguir un incremento de la aportación privada a la investigación y para aumentar el número de doctores que trabajan en la empresa, ya que el 16% de hoy en día nos sitúa muy por debajo de los países de nuestro mismo nivel de desarrollo.
Son tiempos duros, lo sabemos todos, pero nuestro sistema universitario ha proporcionado la generación de jóvenes mejor formada de la historia de nuestro país y tenemos la obligación de darles oportunidades y aprovechar su conocimiento.
Hoy debemos poner en valor el atractivo de una fuerza laboral cualificada, crear ilusión y expectativas para nuevos emprendedores y recompensar a las empresas que apuestan por la investigación y la innovación.
Demasiadas veces Europa, a lo largo de la historia, ha solucionado sus crisis con guerras. Poco hemos aprendido de ello. Hoy más que nunca debemos luchar por el futuro de nuestro país y de nuestros jóvenes y por la mejora de nuestra economía. La universidad ha trabajado y seguirá trabajando para conseguirlo. El libro El crac del 2008. La crisis que cambió el mundo será, sin duda, un testimonio fiel de los que en tiempos difíciles tuvieron amplitud de miras y apostaron en sus empresas por la innovación y el conocimiento.